El debate en torno a la gaviota patiamarilla, la especie más común en Gipuzkoa, ha regresado con el verano. Las playas vuelven a recibir la visita de estas aves y, habitualmente, el encuentro no resulta precisamente grato. ¿Son este verano motivo de preocupación? Un vídeo publicado en las redes sociales por Borja Corominas, concejal del PP en el Ayuntamiento de Donostia, y que cuenta ya con más de 5.000 reproducciones, muestra a varios ejemplares en la playa de La Concha librando dura pugna por alimentarse, ante la sorpresa de usuarios del arenal. “Hace dos meses le pedimos al ayuntamiento que tomara medidas para que estas escenas no se repitieran”, señala el edil. “Nos dijo que esas no son gaviotas donostiarras, que vienen de fuera, están de paso, y poco pueden hacer. Así que no hicieron nada. Un verano más. ¿Cuántos más?”, se pregunta el concejal. 

Un debate que este periódico ha querido trasladar a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que estudia la población de gaviotas de Gipuzkoa desde el año 2005, con numerosas publicaciones científicas encima de la mesa. “Estamos ante un debate falso y político”. Así de taxativo se muestra Juan Arizaga, director del Departamento de Ornitología. “En el vídeo se ve claramente que a esas gaviotas se les ha dado un buen trozo de pan. Se escuchan los típicos sonidos que emiten cuando estos individuos están compitiendo por la comida. ¿Cómo espera alguien que se comporte un animal al que se le echa comida? Cuando las aves no están solas, compiten. Quien es más fuerte y más pelea, se lleva el pan. Pero ese vídeo es muy torticero, porque es un comportamiento provocado por alguien que les ha dado de comer”, matiza el experto. 

Es importante, dice Aranzadi, evitar la existencia de restos de comida en playas y núcleos urbanos. “El problema es que se les alimenta, y estos animales tontos no son. Son oportunistas, comen todo lo que pillan. En verano patrullan las playas porque saben que todos los días tienen un montón de comida a su disposición”. 

PERSONALIDAD DE LAS AVES: TÍMIDAS... Y TAMBIÉN LADRONAS

Lo saben porque activamente se les da de comer –“como claramente se ve en el vídeo”-, o por los propios desperdicios y restos de comida que se quedan sobre la arena tras un día de playa. “Si nos molestan las gaviotas en la playa, no hay dejar restos”, zanja. Claro que es algo que no siempre funciona porque estos animales tienen su propia personalidad. Hay individuos que se comportan tímidamente. Se limitan a mirar de reojo, sin acercarse al ser humano. Otros, en cambio, son “más atrevidos, y van a intentar robarnos el bocata”. ¿Cómo actuar? 

Una gaviota sobre una toalla en la playa de La Concha Ruben Plaza

Arizaga reconoce que, en ocasiones, es necesario “espantarles, para que quede claro que no quieres que te molesten”. Le preguntamos al experto que matice el significado de espantar. “Como hacemos con una mosca que está todo el rato zumbando alrededor y sueltas la mano al aire, pues lo mismo”. 

El peligro reside en que se cree una dependencia a estos animales. “Si alguien les da de comer, los animales se la saben. Es un comportamiento humano que hay que evitar porque creas una dependencia en los animales”, señala Arizaga, que entiende que este tipo de encuentros en las playas “molesten e impongan”, sobre todo teniendo niños pequeños. 

A su juicio, “la potencial captura y sacrificio de ejemplares en las playas u otros entornos urbanos no tendría un efecto notable en la presencia de gaviotas en las playas, al menos no a largo plazo”, puesto que “la eliminación de unas gaviotas sería sustituida por otras. ¿Alguien se plantea matar miles de gaviotas?”, se pregunta. Asegura el experto que su desaparición es paulatina. “Han llegado a tal nivel de regresión que ya en el Libro Rojo de las aves de España casi se les cataloga como especie amenazada”. De continuar el actual proceso, “estamos ante una especie amenazada desde el punto de vista de la conservación”.