l recorrido y la experiencia con menores extranjeros no acompañados o niños en acogida son diferentes a ambos lados del Bidasoa y de ello ha sacado provecho el proyecto europeo Sarea, facilitando a profesionales que trabajan en estos ámbitos el aprendizaje de los puntos fuertes de sus colegas.

Financiada al 65% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través del programa Interreg España-Francia-Andorra (POCTEFA) 2014-2020, el objetivo de la iniciativa es el intercambio profesional transfronterizo en el ámbito de la intervención social.

Liderado por Etcharry Formation Developpement (Ustaritz), tiene como socios a Nazaret Fundazioa, el centro de formación de iniciativa social situado en Donostia, y la Universidad de Deusto, al tiempo que cuenta con la colaboración de Kutxa Fundazioa, la Diputación de Gipuzkoa y el Consejo Departamental de Pirineos Atlánticos.

La idea comenzó en 2016 desde los centros de formación implicados, que plantearon la posibilidad de que las personas que trabajan en protección de la infancia en Gipuzkoa pudieran ver cómo lo hacen los franceses y viceversa, según explica la coordinadora de Sarea, Maia Berasategi.

Surgieron de esta manera las líneas que interesaban a las dos partes y, tras presentarse como candidata a recibir financiación del programa POCTEFA, Sarea comenzó su andadura en 2018.

“El propósito es que las entidades públicas, asociaciones, aprendan de la diferencia, de la forma de hacer de los otros, con temáticas comunes y necesidades adaptadas a la comunidad”, detalla Berasategi.

La primera fase consistió en la creación de una red de más de 170 profesionales que trabajaron durante 2018 y 2019 en seis grupos mediante reuniones en las que intercambiaron buenas prácticas en la atención a jóvenes mayores, menores extranjeros no acompañados, las familias en las medidas de protección y la acogida de fratrías.

Una vez concluida esta etapa, la Universidad de Deusto llevó a cabo una tarea de “conceptualización, pilotaje y evaluación”, y elaboró los modelos teóricos sobre los asuntos trabajados.

De los diferentes asuntos abordados fueron seleccionadas dos experiencias innovadoras cuyas conclusiones pueden ser transferidas a las personas que trabajan a uno y otro lado de la muga: la relacionada con los menores no acompañados y la de niños en acogimiento.

En el Estado francés, la acogida a menores extranjeros no acompañados se ha realizado históricamente en grandes ciudades como París o Lyon y, de hecho, en Iparralde “solo se lleva a cabo desde 2013”, explica Berasategui.

Esta protección se realiza desde hace mucho más tiempo y tiene más recorrido a esta lado del Bisadoa, en la CAV, que “cuenta con buenas prácticas” como la aplicación de “herramientas pedagógicas muy trabajadas y muy acordes a cada perfil”. “Se trabaja el género, la igualdad y se llevan a cabo actuaciones en grupo con los chavales”, algo “muy interesante” para el otro lado de la muga, explica a Efe.

En el caso de los menores en acogida residencial o familiar el recorrido fue el inverso.

Iparralde mostró la experiencia del centro de acogida del consejo departamental de Pirineos Atlánticos “que optó por una tercera vía híbrida”, que contempla que los niños puedan compatibilizar “el centro residencial con tener un hogar” y permite una “porosidad en esos espacios”, indica.

El acogimiento se lleva a cabo “a la carta”, adaptado a la situación de cada menor, para lo cual se trabaja con las familias sobre sus “potencialidades como padres” pero “siempre con mucha flexibilidad”, dice Berasategui, que añade que esta actividad se realiza en Iparralde desde hace más de 20 años.

“Lo interesante de Sarea es que cada parte aceptó la diferencia del otro y extrajo la parte más positiva”, señala la coordinadora del proyecto, que reconoce que “no es fácil para los profesionales tomar distancia e incluir nuevas líneas en su práctica”.

Una vez concluido el proyecto, la intención de sus protagonistas es continuar con la red creada para abordar otras temáticas como la inserción laboral y el acceso a la enseñanza superior de niños que salen de protección a la infancia.

En este sentido, Joana Miguelena, profesora de Intervención Socioeducativa en Familia, Infancia y Adolescencia del Departamento de Teoría e Historia de la Educación adscrita a la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología de la a Universidad del País Vasco (UPV/EHU), destaca la importancia de la educación como “clave” para la transición a la vida adulta de los jóvenes que regresan de los recursos de acogida.

A diferencia del resto, que se emancipan de media con 29,5 años, estos jóvenes y adolescentes lo hacen con 18, por lo que la mayoría de ellos optan por itinerarios profesionalizados y dejan de lado la opción de la universidad, explica Miguelena.

En estos momentos en la CAV hay 34 jóvenes que han estado en familias de acogida o en acogimiento residencial hasta los 18 años que cursan estudios en la UPV/EHU, de los cuales 32 son chicas.

El pasado mes de abril, Sarea finalizó su fase de formación y transferencia de conocimiento liderada por Nazaret, en la que se ha transferido lo aprendido mediante sesiones para profesionales y docentes, así como al alumnado de formación profesional y universitario del ámbito social.

18 años

Frente a los 29,5 años de media, que es la edad con la que los jóvenes se emancipan, los menores que vienen de la red de acogida se emancipan con solo 18 años, lo que supone, en muchos casos, que ni se cuestionen ir a la universidad. Hoy, 34 de estos jóvenes (32 son chicas) son universitarios.