donostia - Larraña Etxea, el centro de primera acogida para solicitantes en Euskadi de protección internacional ubicado en Oñati, ha atendido a 104 personas de 22 nacionalidades desde que se puso en marcha hace cinco meses. Este albergue abrió sus puertas en octubre para responder a una “necesidad objetiva”, la de asistir a personas y familias extranjeras que están a la espera de que su situación legal se clarifique y evitar que se queden en la calle.
El secretario general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco, Jonan Fernández, y la directora de Derechos Humanos, Monika Hernando, visitaron ayer Larraña Etxea, acompañados por responsables del CEAR (Comisión de Ayuda al Refugiado) de Euskadi, que se encarga de la gestión de este centro, y por la directora del mismo, Arantza Chacón. “Este es un caso de buena práctica en la respuesta a la acogida e integración de solicitantes de protección internacional”, defendió Fernández.
En este lugar los migrantes no solo encuentran un refugio donde dormir, comer y cubrir sus necesidades básicas, sino que también cuentan con atención sanitaria en coordinación con Osakidetza, asistencia jurídica, ayuda para realizar el empadronamiento y clases de español a través de voluntarios oñatiarras. Asimismo, disfrutan de actividades de formación y tiempo libre como fútbol, baloncesto, informática o costura y participan en ferias del pueblo.
El albergue tiene capacidad para un centenar de personas que en caso de necesidad podría ampliarse, pero actualmente viven 83. El perfil de atendidos hasta el momento responde al de hombre joven de entre 20 y 30 años procedente del África Subsahariana, de países como Guinea Conacry, Camerún o Costa de Marfil. No obstante, también residen tres familias con menores a su cargo y una pareja.
Personas de diferentes procedencias, culturas y edades, con distinta situación familiar, conviven en este albergue, un hecho que, según la directora de Larraña Etxea es “enriquecedor”. En este sentido, explicó que los que llevan más tiempo enseñan a los nuevos el funcionamiento del centro, les ofrecen la información de los recursos disponibles o les acogen en el equipo de fútbol ya creado.
La crisis humanitaria en el Mediterráneo provocó la llegada a Euskadi de un gran número de inmigrantes y de solicitantes de asilo. A día de hoy, según recordó Jonan Fernández, los trámites que deben realizar ante la Policía para ser aceptados como refugiados tardan entre seis y 15 meses. Durante ese plazo, estas personas se encuentran “en un limbo, sin apenas recursos, ni ayudas o posibilidades de integración socio-laboral”.
Por ello, este albergue nació con el objetivo de “facilitar una cobertura de alojamiento, orientación y derivación” para estas personas. Además, con carácter excepcional, Larraña Etxea también acoge a migrantes en situación de vulnerabilidad, en tránsito o recién llegados a Euskadi.
Evitar dormir en la calle “Con la puesta en marcha de este albergue se generó un recurso para tratar de revertir y evitar la situación de calle en la que pueden llegar a encontrarse estas personas, facilitando la cobertura de sus necesidades básicas mientras se buscan alternativas viables y estables acordes a su situación e intereses”, afirmó el secretario general de Derechos Humanos del Gobierno Vasco.
Fernández ensalzó durante esta visita el proyecto de gestión de este centro de Oñati, ya que se está desarrollando “en un marco de información y coordinación” tanto con el Ayuntamiento de la localidad como con las organizaciones y plataformas locales solidarias con los refugiados y migrantes.
En este sentido, destacó la “actitud receptiva y acogedora” que ha mostrado la población de Oñati con los residentes en este albergue, a los que les han tratado “como sus vecinos de un modo abierto y hospitalario”. “Esta cultura de convivencia merece todo el reconocimiento”, defendió. También destacó la predisposición de los usuarios del centro a ser “actores de su integración”, adoptando una actitud “proactiva” en la realidad local de Oñati con la participación en un equipo local de fútbol, así como en diversas actividades.
Además, aseguró que el Gobierno Vasco trabaja “codo con codo” con CEAR, una colaboración que está dando como resultado “un buen servicio para un grupo de personas que lo necesitan”. “En estos cinco meses este centro no ha sido motivo de noticia. La razón es que las buenas noticias no son noticia. Debemos felicitarnos por ello. El centro es, hasta el momento, un caso de buena práctica”, indicó Fernández.
Por su parte, la directora de CEAR en Euskadi, Patricia Bárcena, aseguró durante esta visita que Larraña Etxea es un modelo de acogida “temporal muy positivo”. “Se ha demostrado cómo se pueden coordinar las propias dinámicas del trabajo del centro con la implicación del pueblo, del voluntariado, de las plataformas ciudadanas y del Ayuntamiento”, insistió Bárcena.
De esta manera se consigue que el proceso de integración de las personas solicitantes de asilo que residen en este albergue de Oñati “se acelere” y, por lo tanto, “se sientan parte de la comunidad”, afirmó Bárcena.
Residentes. Conviven en Larraña Etxea 83 personas, en su mayoría hombres de entre 20 y 30 años procedentes del África Subsahariana. También hay tres familias con menores y una pareja.
Servicios. Además de cubrir sus necesidades básicas, también cuentan con asistencia sanitaria, atención jurídica, clases de español impartidas por voluntarios de Oñati y actividades de formación y tiempo libre.
Objetivo. El albergue nació para facilitar una cobertura a las personas que estaban esperando a que se clarificara su situación legal para evitar que se quedaran en la calle.
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Es el tiempo máximo que suelen tardar los solicitantes de asilo en que se confirme su estatus de refugiados (el mínimo es seis meses).