donostia - Hay quien puede preguntarse qué hace una deshollinadora durante esta época del año...

-(Sonríe) Aunque resulte sorprendente, en días soleados como el de hoy -en referencia a ayer- hay mucha gente que sigue tirando de chimenea. La mayoría de los pueblos de Gipuzkoa con más de 40 años tienen salida de humo de cocinas económicas, de esas con chapa metálica de acero bajo la cual se introduce la leña. Aunque parezca increíble, la gente mayor la enciende incluso en agosto, con treinta grados y un 90% de humedad. Es importante que seamos conscientes del peligro que entraña no hacer un buen uso y mantenimiento adecuado de la chimenea. He visto auténticas barbaridades.

¿A qué se refiere?

-A chimeneas completamente obstruidas que no permiten que salga el humo por la cubierta, por lo que se queda en casa. Todos los años muere gente por ello.

¿Los incendios debido al mal mantenimiento de las chimeneas son habituales en Gipuzkoa?

-Sí. Siempre nos encontramos con siniestros provocados por chimeneas sucias en las que no ha existido mantenimiento. Puede ser por un mal uso, por quemar material que no es el adecuado, o por no limpiar los conductos durante muchos años. La gente no se preocupa hasta que surge el problema.

¿Y cómo actúan en esos casos?

-Siempre que nos llaman hacemos una videoinspección para ver cómo está el conducto. Resulta sorprendente. Te pones a limpiar y empieza a caer tanta porquería que los propietarios se quedan de piedra. Se retiran sacos de hollín que cuando se mezcla con la condensación de colas y maderas húmedas genera un residuo sólido (creosota) muy inflamable. Es algo que sacamos a puñados. Cuando los propietarios ven semejante porquería, en un 90% de los casos nos vuelven a llamar.

¿Pero tanta chimenea hay en Gipuzkoa como para garantizar el futuro de esta actividad?

-Sí. En el centro de Donostia hay un montón. La mayor parte de las casas tienen conducto. En realidad muchas chimeneas de Gipuzkoa no son metálicas sino bloques de hormigón que con el uso y el paso del tiempo se van deteriorando. Por ahí puede haber filtraciones de humo y pueden surgir un montón de problemas. Utilizamos una cámara para ver cómo está la línea y redactamos un pequeño informe para el cliente.

¿Cuántas intervenciones pueden realizar al cabo del año?

-En torno a 200. Cada intervención nos supone una hora y media de trabajo, y además, por cierto, no ensuciamos nada. Lo que vemos es que son necesarias muchas más revisiones. La gente solo se da cuenta cuando el conducto ya no tira. Es en ese momento cuando se ponen a investigar y a mirar en Internet pero hace falta tomar cartas en el asunto antes.

¿La suya no es una profesión del pasado?

-Puede parecerlo, pero no es así. Tenemos un trabajo con un perfil muy técnico. No se trata solo de cepillar la chimenea. Esta actividad aquí no está muy presente pero no hay más que ver cómo se toman la profesión en el resto de Europa, donde hay asociaciones muy potentes que trabajan bien tanto en la concienciación del usuario como en ejercer presión a las instituciones para que se cumpla la normativa.

¿Qué cuestiones han abordado en la reunión estatal de este fin de semana?

-El requisito fundamental para pertenecer a la asociación es tener el carné de instalador mantenedor del reglamento de instalaciones térmicas. Este carné es necesario porque así lo obliga la ley. Es lo que buscamos. Solo quien dispone del carné puede hacer un análisis de la combustión y sanear la chimenea. En muchos casos puede llegar a ser necesario recomendar a los propietarios que no la utilicen por el mal estado en el que se encuentra. Es un trabajo que requiere de profesionalidad.