donostia - El viento viró de madrugada, y el pesquero impactó violentamente contra una roca cuando faenaba a la altura de Monpás, a dos millas de Pasaia. Se escuchó un golpe seco. La tripulación descansaba justo cuando se abrió una importante vía de agua y se vivieron momentos de tensión.

Los arrantzales del barco de bajura Berriz Patxiku de Getaria, dedicado a la pesca de sardina, txitxarro y antxoa, intentaron hasta en tres ocasiones retomar el rumbo, pero resultaba imposible.

Ninguno de los tripulantes sufrió daños personales lo que, sin duda, fue la mejor noticia de una jornada de pesca para el olvido.

La embarcación tuvo que ser remolcada hasta el puerto de Pasaia, donde ayer por la tarde continuaba escorada y semihundida, a la espera de ser retirada la red y los aperos de pesca que, durante toda la jornada de ayer, crearon serias dificultades para estabilizar el barco. La operación, probablemente se prolongará durante los próximos días.

Los servicios de emergencia recibieron la alerta poco después de la una y media de la madrugada. Fuentes consultadas por este periódico explicaron que el barco, al parecer, faenaba a la altura de una zona conocida entre los profesionales como “Roca Picachilla”, un saliente que si bien queda sumergido por el agua y no entraña mayor peligro, apenas deja un metro de margen con mareas muy bajas. Los responsables del barco, visiblemente nerviosos, no quisieron ofrecer ayer su versión de lo ocurrido.

deriva hacia las rocas Al parecer, el impacto abrió la vía de agua, y a partir de ese momento el barco derivó hacia las rocas.

Tras alertar de la emergencia a las autoridades, otro pesquero, el Kantauri, que faenaba también en la zona de madrugada, prestó asistencia a la embarcación accidentada y la remolcó hasta Pasaia, escoltados ambos por unidades de rescate de Salvamento Marítimo y Cruz Roja.

Hacia las dos de la madrugada el barco accidentado entraba en el puerto. Inicialmente, trataron de vararlo en el Astillero Zamakona de Donibane, pero no fue posible y quedó atracado, parcialmente hundido, en el muelle, donde permaneció ayer durante toda la jornada.

Ya en tierra, la tensión era evidente entre los tripulantes, que apenas habían descansado. Siguieron durante toda la mañana atentamente las indicaciones de los buzos. Había que encontrar el chicote de plomo y cortar la red de pesca, que amarraba el barco y que se fue tiñendo de negro por el aceite derramado.

Se trataba del primer paso a dar. “La avería ya la tenemos localizada y en principio no debería haber demasiados problemas para taponar la vía”, decía uno de los buzos.

Fue necesario desplegar una barrera anticontaminante para frenar la expansión del aceite del motor que se vertió debido a la inclinación del barco.

Alex Barbier, responsable de Tradebe, empresa que se dedica a la gestión de residuos marítimos en el Puerto de Pasaia, siguió atentamente la maniobra de los buzos. “Es necesario extremar la precaución. La mancha de un litro de aceite en el mar puede extenderse unas cinco hectáreas, por eso es crucial poner la barrera”, explicaba el experto. “El problema es que ahora mismo no podemos retirar el aceite, porque el 90% de lo que se aspira es agua”, lamentaba.

Poco después llegaron junto al barco accidentado dos remolcadores, cada uno de ellos con una capacidad en sus tanques de 1.000 litros. Trasladaron una máquina propulsora tipo Skinner para separar el aceite del agua. “Solo una vez que el barco esté a flote, en tierra, podremos proceder al vaciado del gasóleo. Pero hay que analizar cómo se estabiliza el barco y la resistencia que ofrece el muelle para que el pesquero pueda ser izado con una grúa”. Entretanto, el experto descartó que en los próximos días pudiera haber un posible vertido de hidrocarburos.