Las ikastolas Erentzun e Ibaialde vieron ayer recompensados los esfuerzos de tantos meses preparando el Nafarroa Oinez 2016. El recorrido por las cuatro áreas del circuito dejaba ver que, un año más, miles de personas se habían animado a apoyar esta fiesta. A lo largo del recorrido podía verse a gente de todas las edades, desde chavales hasta personas mayores, pasando por las familias que llegaron con sus hijos, bien andando, en silleta o mochila de bebé. No faltaron las mascotas, ya que muchos perros acompañaron a sus dueños en el circuito, pudo verse también a gente en bicicleta e incluso alguno jinete que acudió en caballo. Tener dificultades de movilidad no amilanó a los más valientes, que también acudieron con sus sillas de ruedas para no perderse la jornada.
La mayoría de los asistentes hicieron todo el recorrido, aunque luego cada uno se decantó por el área que más le gustaba. Así, la zona tres, Pipergontzi, fue la que más público joven congregó, mientras que la cuatro, Ibaialde, reunió más a las familias.
No faltaron tampoco las dantzas y el herri kirolak, que se concentraron en el área dos, Endregoto. En este punto, los chavales de la ikastola de Andoain, de entre 11 y 16 años, se encargaron de deleitar al público con sus dantzas. “Es el primer Nafarroa Oinez en el que bailamos y nos ha hecho mucha ilusión”, manifestaban los integrantes del grupo.
Los asistentes pudieron disfrutar también de una exhibición de aizkolaris, en la que participaron también dos niños y en la que destacó el corte de un tronco en vertical, a la altura de cinco metros, al que el aizkolari fue subiendo haciendo cuñas.
Conciertos, photocall, hinchables para niños, tirolinas, tómbola, futbolín humano, zanpantzar, txaranga? fueron algunas otras de las actividades de las que pudieron disfrutar quienes ayer realizaron el circuito del Nafarroa Oinez. En cuanto a la gastronomía, además de los bocadillos, talos y otras viandas que se servían en las txosnas, también se montó una sidrería y se celebró una paellada.
El papel de los voluntarios Si los voluntarios han sido esenciales durante toda la preparación previa del Nafarroa Oinez, ayer fueron imprescindibles: seguridad, tráfico, servir en la barra, controlar las actividades, venta de tickets, limpieza, etc. fueron algunas de las labores que tuvieron que desempeñar. Marta Álvarez era una de las voluntarias que atendía el puesto de tickets en el área tres, una de las más multitudinarias y la primera que encontraban quienes llegaban en autobús. Por ese motivo hubo unas horas, al principio, en las que la afluencia fue masiva. “Ha sido tremendo, casi no dábamos abasto a cortar tickets porque, de repente, ha llegado un montón de gente. Luego hemos estado sin parar, pero con más tranquilidad”, explicaba Álvarez.
Erronka La ginkana que ya viene siendo habitual en las últimas ediciones del Nafarroa Oinez, ayer también tuvo buena respuesta. Participaron un total de 12 grupos de 14 ikastolas, ya que las de Viana y Lodosa se fundieron en uno y también las de Bera y Lesaka. Cada equipo contaba con 12 participantes cada uno y dos capitanes. Todos tuvieron que superar cuatro pruebas que, según explicó la organización, estaban vinculadas a temas de la zona.
Así, tuvieron que pisar uva y transportar fardos; superar pruebas de orientación y mover ruedas; hacer una torre con cajas de sidra y finalizar en un circuito de tirolina gigante.
La prueba, patrocinada por Rural Kutxa y Euskaltel, surgió como una alternativa para los chavales, que les ofreciese algo más que las txosnas. Además la ginkana se había trabajado previamente, ya que cada grupo tuvo que hacer una prueba antes de la jornada de ayer, que consistía en realizar un vídeo promocional de su ikastola. La finalidad del premio, en metálico, es que se invierta en la ikastola ganadora.
Reconocimiento a los padres Entre las personas que ayer se encontraban realizando el circuito del Nafarroa Oinez estaba Merche Elordi, la primera andereño de Viana. Manifestaba su entusiasmo por cómo han evolucionado las cosas.
Elordi ya no reside en Viana, pero ayer no quiso perderse la cita. “He sentido una emoción enorme cuando he llegado y he visto esto”, explicaba. Le ilusionaba ver que aquello que pusieron en marcha hace 38 años ha tenido futuro y recuerda que ella no estuvo sola, que hubo unos padres que apostaron por la educación en euskera y que entonces tuvieron que luchar muy duro. “Creo que nunca se ha reconocido suficientemente el valor de aquellos padres que pusieron en marcha esto”, añadía.