donostia - Un testigo declaró ayer en el juicio por el crimen de un joven camerunés en Irun en una pelea en marzo de 2014 que vio al acusado que “bajaba como loco” por una calle con un cuchillo hacia el lugar de la trifulca, pero que no pudo ver el momento en que la víctima fue apuñalada.

La Audiencia de Gipuzkoa celebró ayer la cuarta sesión de este juicio con tribunal del jurado, en la que un equipo de peritos de la Ertzaintza corroboró que en el arma supuestamente utilizada fue hallado ADN del acusado, un dominicano, y que además en unos pantalones de este encontraron manchas de sangre de la víctima, Napoleón Alí Zangmeni, de 24 años.

Los especialistas de la Policía vasca que se encargaron de las pruebas genéticas relataron que de los dos análisis realizados de las muestras tomadas de los tejidos epiteliales recogidos en el cuchillo, el primero resultó inservible, pero que en el segundo se encontró el ADN del acusado, que se enfrenta a una petición de 17 años de cárcel. También examinaron unos pantalones del procesado, enviados desde Francia, donde fue detenido un mes después del crimen. En la pernera derecha de la prensa aparecieron restos de sangre de la víctima y en la izquierda, ADN del acusado.

El testigo protegido, del que solo se oyó su voz en la sala, manifestó que el día de los hechos, en la madrugada del 2 de marzo de hace dos años, en plenas fiestas de Carnaval, él regresaba de trabajar y estacionó su vehículo en un lugar próximo al de los hechos. Explicó que estaba en el coche, consultando su teléfono móvil, cuando vio al acusado con el cuchillo, y que luego se formó “una algarabía” en la que participaron “muchas” personas, que llegaron a pelear en el centro de la calle, pero que unos contenedores que había en la zona le impidieron saber lo que ocurrió.

Indicó que vio lo sucedido a través del retrovisor derecho de su vehículo, que luego se fue a casa, cuando ya había llegado la Ertzaintza al lugar, y que si no contó “enseguida” lo que había presenciado fue porque él no era el único que estaba allí. Esta persona, que dijo que conocía al procesado de vista, declaró tras otro testigo, portero de un local de copas, que vio cómo el altercado se iniciaba tras un intercambio de insultos entre una dominicana y dos jóvenes africanos. Aseguró que vio al acusado peleando con la víctima y después cómo esta subía una cuesta “encogida”.

El equipo de la Ertzaintza que recogió muestras de diferentes objetos en el lugar del crimen, entre ellos el cuchillo donde apareció el ADN del procesado, aseguró que en el arma no se hallaron huellas dactilares “con calidad”. Explicaron que la víctima dejó rastros de sangre a lo largo de más de 80 metros, entre la calle Cipriano Larrañaga y un comercio del Paseo de Colón, donde fue encontrado su cuerpo. Precisaron que, por las gotas de sangre, se puede determinar que la víctima no iba corriendo, como dijeron algunos testigos, sino que sus movimientos eran “lentos”. - Efe