vitoria - Juan Carlos Elizalde es un perfecto desconocido en Araba, pero todo el mundo habla de él desde este miércoles. El anuncio que puso al fin nombre y rostro al nuevo obispo de Vitoria ha causado sensación, sobre todo por lo sorprendente. No entraba en las quinielas, pero la designación ha caído bastante bien dentro de la variopinta comunidad cristiana alavesa.

“La gente tiene mucha valentía para elucubrar sobre cosas de las que no tiene ni idea“, alertó el secretario general de Cáritas en Álava, Ramón Ibeas. “Y no es lo mismo ser subalterno que directivo”, apostilló Félix Placer, profesor emérito de la Facultad de Teología y fundador de la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria.

Elizalde parece contentar a todas las sensibilidades, tarea complicada en un territorio tan plural como el alavés. “La Diócesis de Vitoria no es la punta de lanza del progresismo universal, eso está claro. Nosotros le damos la bienvenida y si abre puertas, ahí estaremos. Al final él marcará el territorio, y no podemos esperar que diga sí a todo, eso es imposible, pero nosotros también somos muy responsables de que el obispo sea de una manera o de otra”, afirmó Ibeas. Y aunque aún es pronto para opinar, sospecha que el navarro cumple con tres requisitos a su juicio fundamentales para desempeñar su puesto: “Pastorear con calidez y no con autoritarismo, gobernar con un modelo participativo y enseñar siendo una persona formada”. Al secretario de Cáritas en Araba le puede la ilusión y está deseando que en tres meses, a más tardar, el prelado llegue, se ponga al día de la Diócesis, haga los nombramientos oportunos y se reúna con todas las asociaciones para empezar a trabajar. “Hay mucho por hacer en una Diócesis con 24.000 parados y las 6.000 familias a las que solo el año pasado atendimos. Hemos pasado de una sociedad en crisis a una fracturada”, subrayó.

También José Ignacio Calleja, sacerdote y profesor de la Facultad de Teología, tiene claro que “la primacía han de ser los pobres, los frágiles, las personas más sencillas, lo último...”. Y, a partir de ahí, “se es cura y obispo y lo demás, de donde venga o que cumpla el perfil de este o de aquél, es secundario”. Su jefe directo, sin embargo, el decano José Antonio Badiola, sí que reconoció que esperaba “una persona nuestra, del País Vasco”, mostró su preocupación por que Elizalde se sitúe “en un ámbito más moderado de lo que, en principio, podría ser el estilo del papa Francisco” y consideró que aunque no todo en Navarra es el Opus Dei su Diócesis “no es precisamente muy aperturista en lo que es la gestión y la organización”. Fue la única voz claramente discordante, pues hasta Placer prefirió mostrarse confiado. “Es verdad que el nombramiento despierta algunos interrogantes en cuanto a su apertura intelectual y teológica, pero las impresiones globales no son para nada negativas”, aseguró.

Al fundador de la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria le han contado que Elizalde habla euskera y esa es solo una de las peticiones cumplidas que incluía su lista. “Reúne muchos aspectos positivos que son interesantes para iniciar una renovación que es urgente”, señaló Placer. A su juicio, hay que introducir cambios en la manera de abordar la problemática económica y social auspiciada por los grandes poderes, definir la provincia vasca eclesiástica -ahora Pamplona, Gipuzkoa, Jaca y Logroño van por un lado y Bizkaia y Araba por otro- y enfrentarse al envejecimiento del clero y de los fieles.

Este último punto preocupa a toda la comunidad cristiana por igual. La edad media de los sacerdotes supera los 65 años, el relevo no está garantizado y la gente joven no se acerca a las iglesias. “Hay que incidir más en el laicismo y menos en el cristianismo sociológico”, opinó Ibeas. El abad de la Cofradía de la Virgen Blanca, Ricardo Sáez de Heredia, cree, en la misma línea, que “habría que fomentar la celebración de la palabra” y avanzar en ámbitos que por ahora suenan a tabú.