Uztaritze - La casa de juntas de Lapurdi, construida en el siglo XII, en la que se reunían los pueblos del territorio hasta tiempos de la revolución francesa, no ha sido nunca un punto estratégico en el marketing turístico de Iparralde. Pese a la amenaza de ruina que se cierne sobre el edificio, los alcaldes predecesores destinaban los recursos disponibles a los castillos ajenos, más pomposos, construidos mucho después, como los de Haltya y Lota. Con la llegada al Ayuntamiento de los abertzales no puede esperarse la rehabilitación inmediata, primero porque es el único pueblo de la zona gobernado por los abertzales y además porque atraviesa una crítica situación financiera, agravada por una deuda controvertida con una promotora inmobiliaria que le reclama varios cientos de miles de euros con base en decisiones del anterior Gobierno. Si esto fuera poco, las daños materiales causados por las inundaciones pasadas le han asestado un duro golpe, por ejemplo en lo que respecta a las instalaciones deportivas, aún sin estrenar, en las que se endeudó el equipo del alcalde saliente, el doctor Dominique Lesbats.

Según el actual responsable de política lingüística Yves Matxikote, los abertzales se proponen votar durante los próximos seis años decisiones que para ser revertidas después sea necesario que tengan que volver a ser votadas. Con 22 votos a favor y una abstención de los 29 escaños municipales coloreados en las últimas elecciones, el Ayuntamiento ha aprobado oficializar el euskera a nivel municipal, como prueba del compromiso adquirido de llevar a la práctica una política lingüística eficaz en la lucha contra la desaparición del euskera. “Teníamos claro”, asegura Matxikote “que en primer lugar el euskera necesita un estatus, porque es un derecho básico negado por el Estado francés, y hemos dado ese primer paso en un titá, ahora empezaremos a tomar medidas campo por campo”.

Otro de los objetivos de dar al euskera el estatus negado era, según Matxikote, “poner en evidencia el doble juego del Estado francés, que por un lado reconoce los lenguajes y suscribe textos alabando la diversidad cultural y los derechos del habla y, por otro lado, hace lo contrario en Francia, donde el euskera no es tenido en cuenta y se impone la Constitución declarando el reconocimiento exclusivo del idioma francés y de sus hablantes”. El pronóstico se acabó cumpliendo, porque apenas conocerse la decisión del Ayuntamiento, la sub-prefectura de Baiona anunció que llevaría esta decisión a los tribunales por cuanto que violaba la legalidad y la Constitución. Después, el prefecto de Pau cambió de opinión, solicitando que le fueran entregados los textos aprobados para realizar un control legal y constitucional de los acuerdos adoptados. Al final el Ayuntamiento no sabe si está procesado, y “no lo sabremos porque no nos avisarán hasta que se dé la sentencia”, dice el edil entrevistado por este diario.

El discurso “ambiguo” del Estado francés coloca en riesgo los avances futuros en Uztaritze y sirve al mismo tiempo para anticipar escenarios de conflicto e intimidar a otros ayuntamientos y evitar que no adopten iniciativas similares en favor de los derechos del euskera.

Buena parte de sus 8.000 habitantes vienen a Uztaritze a dormir, descansar o comprar y vender casas como ahorro o inversión. En las encuestas socio-lingüísticas el euskera aparece cada vez más aplastado por el francés, pese a que existe una ikastola y una escuela pública y otra privada religiosa, que ofrecen la opción bilingüe, además de un gau-eskola para adultos. El paso dado ahora por el Ayuntamiento no ha provocado reacciones en contra dentro del pueblo. Una ciudadana originaria de Burdeos que vive en Ustaritze desde hace 30 años comenta que “la medida le molesta, que el euskera no puede imponerse” y también un profesor de escuela airea su temor a perder su empleo, pero poco más cabe reseñar, porque son temores infundados, y también porque, justo después de la aprobación de la norma municipal, el trauma de las inundaciones ha impedido que la atención pudiera centrarse en nada más.

Las medidas “campo por campo” que propone el Ayuntamiento se dirigirán, en primer lugar, a la propia institución municipal, donde muchos de sus 75 trabajadores ya hablan euskera y otros 25 han manifestado su deseo de aprenderlo.