Bermeo. Trabajando a contrarreloj y mirando de reojo hacia un momentáneamente calmado Cantábrico que apenas 24 horas antes había mostrado toda su fiereza, las localidades costeras de Bizkaia comenzaron ayer las labores para el lento restablecimiento de las profundas heridas causadas por el temporal. Con Bermeo como epicentro de la frenética actividad, pero sin olvidar que el enrabietado mar también generó daños de consideración en instalaciones portuarias y espacios costeros de Plentzia, Getxo, Armintza, Elantxobe, Bakio, Mundaka, Lekeitio, Mendexa u Ondarroa, las instituciones comenzaron ayer a hacer el balance de los daños.
Aún a falta de una inspección en mayor profundidad -la consejera Oregi ofrecerá hoy una estimación en detalle, al igual que la Diputación Foral de Bizkaia en el caso de los daños del temporal en las playas-, el Gobierno Vasco se puso ayer rápidamente manos a la obra para tratar de taponar los cuatro grandes boquetes abiertos en los espigones del rompeolas de Bermeo, una tarea urgente que podría ser culminada hoy para tratar de minimizar los efectos que pudiera generar un nuevo frente que se espera para mañana. Apenas despuntaron las primeras luces del día, la maquinaria pesada se hizo con el puerto de la localidad marinera.
Las excavadoras y las grúas compartieron labores durante largas horas con una flota pesquera bermeana cuya primera tarea consistió en poder abrirse paso hasta las lonjas donde guardan los materiales para la pesca. Además de hacer un primer repaso a los daños padecidos, también trataron de rescatar los escasos útiles recuperables que se apilaban tanto en el interior como en el exterior de las más de cuarenta lonjas que se alinean en Frantxua.
Sin embargo, los arrantzales presentes durante el recuento de la mañana no confiaban en poder recuperar muchos utensilios en Frantxua, una habitualmente tranquila zona de trabajo portuario resguardada en la que se alinean tres pabellones con más de cuarenta lonjas numeradas. El destrozo era notorio: carros, redes, sogas, boyas, piedras, maderas, cajas y hasta txintxorros partidos conformaban un amasijo de materiales del que resultaba difícil extraer nada provechoso. "Lo vamos a limpiar y nada más. De aquí no se puede aprovechar nada", rumiaba un arrantzale tras salir de la "zona del desastre".
Cortado el paso a vehículos y peatones en varios accesos, el puerto fue tomado por los camiones que descargaban grandes bloques de piedras. Lo hicieron tras retirar las toneladas de escombros -principalmente piedras de gran volumen caídas por los embates de las olas de las paredes de Frantxua- que cubrían las lonjas pesqueras ubicadas en la zona más afectada. Dos grúas de grandes dimensiones trabajaron para tratar de cerrar los amplios agujeros abiertos en los diques de la villa marinera.
Así, el equipo dirigido por la Dirección de Puertos del Ejecutivo vasco fue colocando por la mañana grandes bloques de piedra, inicialmente en los dos tramos del rompeolas afectados -una labor que prácticamente concluyeron-, y posteriormente en los otros dos boquetes abiertos en Frantxua, sobre todo durante la tarde. El objetivo en esta última zona era crear un espigón de urgencia y con la mayor altura posible, allí donde el mar había reventado unos muros que en dos siglos se habían mantenido en pie.
primer balance Con técnicos del Departamento de Medio Ambiente y Política Territorial desplazados pueblo a pueblo para auscultar el estado en el que habían quedado las dársenas vascas, los análisis más pormenorizados se realizarán en el Consejo de Gobierno de hoy. La Diputación vizcaina, que ha visto como resultaban afectadas las playas que gestiona -aunque el que más daño ha sufrido es el paseo que va a la playa de Karraspio, en Mendexa- hará lo propio este mediodía.
Precisamente la de Bermeo fue una de las cuatro dársenas vizcainas en las que el Gobierno vasco realizó una primera estimación de los daños. El parte es amplio: además del espaldón de Frantxua y la rotura de dos tramos importantes del dique de abrigo, un pantalán quedó destruido y doce embarcaciones se hundieron, además de diversas afecciones en el mobiliario y el pavimento de una dársena de la que ayer se escaparon hacia el abrigo del puerto de Bilbao otros tres buques pesqueros -tal y como antes lo hiciera parte de la flota- para evitar males mayores, mientras que otras decena sigue amarrada.
Con daños de menor consideración, el balance en Mundaka aludía a diversos destrozos en elementos de fondeo, un pantalán desaparecido y tres pequeñas embarcaciones hundidas, mientras que el temporal legó diversas zonas afectadas, como los cantiles de piedra de muelles arrancados, daños en farolas, un pretil roto y una embarcación que se tragó el Cantábrico. En Plentzia, por último, y a falta comprobar con detalle el estado del dique de San Valentín, los técnicos analizaron varios daños menores en el pantalán de la Cofradía.
En lo que respecta a Lekeitio, fuentes municipales contabilizaron una docena de afecciones en los puntos más abiertos al Cantábrico, especialmente en la zona de San Juan Tala, cerrada hasta una inspección en mayor profundidad de los técnicos, y la sociedad del club de remo local. En Ondarroa, además de la aparición de grietas en el muelle de la playa, varios locales resultaron anegados.
Azotado por un temporal cuya inusitada fuerza cogió de imprevisto a más de uno pese a los insistentes avisos previos, la vuelta a la normalidad aún durará varios días en la costa vasca. La recuperación de los puertos será larga y pasará una abultada factura económica; pero lo peor que es que mañana se volverá a mirar al mar con preocupación. La llegada del enésimo frente a la costa vasca, con olas que podrían alcanzar hasta los siete metros, es el inquietante motivo.