un ambiente magnífico, acompañado de buena música, puede ser el momento idóneo para hacer alguna que otra locura en la vida. "¿Por qué no?", piensan muchos jóvenes cuando se plantean hacerse un tatuaje. "Esto del tatuaje engancha, siempre volvemos", afirman dos de los clientes de Félix, un tatuador con más de 18 años de experiencia, propietario del establecimiento Tatto Félix, en el barrio donostiarra de Egia.

Este artista de la tinta lleva dibujando dos décadas, ya que antes de dedicarse al mundo de los tatuajes, era aerógrafo. "Pintaba cascos, guitarras", recuerda.

En su estudio, Félix ha recibido visitas de personas de todas las edades. " He tenido la suerte de haber tatuado a una mujer de 81 años", recuerda. No obstante, confiesa que la mayoría de sus clientes son jóvenes. Eso sí, si son menores de 17 años, deben tener el consentimiento de los padres, quienes tendrán que estar presentes en el momento de hacer el tatuaje.

Aunque los expertos advierten de que es peor tatuarse en verano, porque te "condiciona" a la hora de ir a la piscina o a la playa, Félix asegura estar "muy liado" durante estas fechas. Cuando recibe la visita de este periódico, está realizando un tatuaje muy especial a uno de sus clientes. Una de sus sobrinas falleció y en su honor ha querido tatuarse un águila.

Es el tercer cliente del día en Tatto Félix, donde ya espera el siguiente en pasar por la aguja del tatuador. Se trata de una joven de Hernani que quiere hacerse una flor. "Todavía no sé de qué tamaño y tampoco qué tipo de flor quiero", apunta. Cuando la inseguridad acecha, Félix explica que lo que se suele hacer es "ver todas las opciones que hay y decidir".

No es la primera vez que estos dos jóvenes se hacen tatuajes. "Esto engancha", afirman. "Siempre que venimos, pedimos hora para la siguiente vez", añaden. El que ha vuelto en más de una ocasión es el cantante Mikel Erentxun. El cantautor vasco llega al estudio en el momento de esta entrevista para hacerse otro tatuaje. "Llevo años viniendo aquí", asegura.

En este sentido, Félix mantiene que gracias a la influencia de famosos, el rechazo que puede provocar en algunas personas los tatuajes "está cambiando". "Las personas conocidas más o menos influyen en la sociedad", reflexiona.

¿Pero llevar algún tatuaje condiciona a la hora de conseguir un puesto laboral? "Yo no pienso que tener un tatuaje o un piercing influya a la hora de encontrar trabajo, pero sí que creo que esta sociedad le da demasiada importancia a la apariencia", opina Félix.

trabajo

Formación, experiencia y apariencia

Juan José Gozalo, responsable de Ikolan Lanaldi -empresa que se dedica a la gestión de trabajo temporal en Gipuzkoa-, destaca que para ellos lo importante es la formación y no tanto la apariencia, aunque subraya que "no" la descuidan.

Con 18 años de trayectoria en esta empresa situada en Beasain, que tiene como objetivo conectar a la gente con el mercado laboral, Gozalo afirma que "la experiencia, la formación y la apariencia" son el tándem perfecto a la hora de encontrar un puesto de trabajo.

Ikolan Lanaldi dispone de una base de datos donde aparecen todos los candidatos que la empresa tiene a su disposición. Su labor consiste en buscar talleres que precisen trabajadores, por lo que hace una lista con los candidatos más cualificados. "La formación es lo más importante para nosotros", destaca.

Cuando los candidatos ya están elegidos, "llega la hora de la preparación", afirma Gozalo. En este proceso, "le ayudamos en todo lo que podemos" y les "explicamos lo que tendrán que hacer en la entrevista". Respecto a la apariencia, destaca que no le dan demasiada importancia, pero sí que "les decimos que vayan limpios". Estos años de experiencia hacen que conozcan bien a todos los empresarios y saben lo que piden. "Uno ya me dijo que no quería ningún trabajador con piercing", pero eso no es lo "habitual", afirma.

¿Pero qué ocurre si por alguna razón, ya sea por trabajo, por la familia o por la vida en sí misma una persona quiere quitarse el tatuaje?

"Antes de hacer un tatuaje hay que pensarlo bien, ya que quitarlo es costoso y lleva tiempo", afirma el doctor Elías del Río, de la clínica Hedonai. Cuando se es joven, quizá se cree que ese tatuaje será para siempre, "pero la vida puede dar muchas vueltas", advierte el experto.

El centro médico-estético Hedonai ofrece la posibilidad de quitar tatuajes gracias al tratamiento láser Qswitch, que explota las partículas de tinta y luego las reabsorbe. En esta fase se da el "primer problema", destaca el doctor. "No existe ningún láser que en una sola sesión elimine todo el tatuaje", detalla, por lo que hay que repetirlas.

El centro Hedonai de Donostia no ofrece esta posibilidad todavía, pero la empresa "tiene centros en Barcelona y Sevilla" donde sí se realiza esta intervención. La explicación tiene que ver con la demanda. Si la demanda crece (y hoy día es bastante alta), creen que "esta maquina puede tener sitio" en el mercado guipuzcoano. Asimismo, inciden en que los resultados suelen ser "favorables", aunque depende de la profundidad a la que se ha trabajado con la aguja. Además, advierte de que es "mucho más fácil limpiar el relleno que el perfilado del tatuaje".

un proceso costoso

Las razones para quitárselo

Según detalla el doctor Del Río, hay tres grupos de personas, mayoritariamente, que deciden quitarse un tatuaje. Por un lado, quienes se escribieron en la piel el nombre de alguna persona con la que, finalmente, no tienen relación y, por lo tanto, optan por quitárselo.

En segundo lugar, quienes están opositando para formar parte de un cuerpo policial, por lo que quieren quitarse los tatuajes más visibles, por ejemplo, de la zona del cuello.

Finalmente, "chicas, más bien pijillas, que por la familia de su novio" se ven abocadas a quitarse el dibujo que un día hicieron en su cuerpo.

No obstante, en general las personas no suelen renegar de sus dibujos, pero, a veces, hay gente que se arrepiente, incluso al día siguiente. No obstante, "hay de todo", afirma el médico. Al centro, por ejemplo, se han acercado "padres con sus hijos, o gente que se tatuó el nombre de su hijo". Uno de los casos que más le sorprendió fue el de un polaco residente en España que se tatuó el brazo con doce letras chinas y cuando tuvo que volver a su país natal se lo quiso borrar para que su madre no lo viera.