Donostia. La primera sesión del juicio por el crimen de la sima de Azkoitia, celebrada ayer en la Audiencia de Gipuzkoa, dejó algunas certezas y expuso contradicciones entre los tres acusados por el asesinato del vecino de Erandio Ignacio Pascual, de 64 años.

El crimen se perpetró el 12 de junio de 2009 en una nave industrial del polígono Olaso de Elgoibar, propiedad de Felipe R.A., de 42 años, a quien acompañaban en el lugar de los hechos su empleado, Juan Carlos F.D., de 47 años, y un amigo de ambos, Óscar D.C., de 35 años.

Al parecer, el móvil fue un ajuste de cuentas por drogas con el erandiotarra, apodado Demonio, a quien fracturaron el cráneo a golpes y, después, arrojaron su cadáver a una sima de Azkoitia del monte Madarixa. El cuerpo fue descubierto por tres espeleólogos en agosto del mismo año.

El primero en declarar fue el elgoibartarra Felipe, quien expuso que Óscar tenía un "problema" con unos "mercheros (vendedores ambulantes)" por "un tema de drogas" en el barrio bilbaino de Otxarkoaga. Según explicó, ese grupo le reprochaba a Óscar que hubiese introducido en la zona a Ignacio, quien les había restado clientela. Por ello, el grupo de mercheros reclamaba 24.000 euros a Ignacio, pero también le estaban presionando a Óscar.

Ante esta situación, este último le pidió ayuda bien para acabar con su vida o para darle una paliza. "Me negué a quitármelo de en medio. Lo descarté", señaló Felipe, quien sí accedió a ceder el pabellón industrial para tender una encerrona a Ignacio, a fin de darle "dos sopapos y presionar" porque no podía hacerlo en Erandio. Felipe explicó que ni él ni Juan Carlos iban "a intervenir" en el ajuste de cuentas porque no era su "problema". Este encausado explicó que "daba por hecho que sopapos iban a caer", por lo que, para evitar que se oyesen los gritos de la víctima, mandó a Juan Carlos a cortar tubos con una rotaflex al primer piso de la nave, mientras él esperaba en el sótano. "Hacía de cebo abajo para que viniese donde menos ruido se podía hacer", resaltó.

discusión Entonces, según esta versión, hacia las 10.30 horas, Ignacio y Óscar accedieron al taller por la planta baja. Mientras, Juan Carlos seccionaba tubos y Felipe aguardaba en el sótano. "Desde abajo vi cómo saltó una botella de cerveza y Óscar empujó con mucha fuerza a Ignacio, que se quedó colgado de la barandilla. Óscar le pisó las manos y cayó al sótano", describió Felipe.

Inmediatamente, Óscar saltó al piso donde se encontraba la víctima ante la mirada de Felipe. "Cogió una botella de acetileno y, según estaba recostado, le sacudió en la cabeza. Ignacio se quedó tumbado en el suelo. Luego le dio con un martillo en la cabeza. No esperaba que le fuera a dar ese golpe. Supuestamente no tenía que haberle pasado nada", declaró este imputado.

Ante esta situación, tuvieron "una discusión seria por el fregado" en el que les había metido Óscar y llamó a Juan Carlos porque "estaba saliendo sangre abundante de la cabeza" de la víctima. "Se quedó flipado. La situación no era agradable y no era la que esperábamos. No todos los días se encuentra uno con un cadáver. No estoy tan loco como para meter en mi casa una persona que voy a matar", declaró.

Entonces, envolvieron el cuerpo con unas mantas ignífugas usadas en los trabajos de la empresa y lo amarraron con bridas. "Se hizo entre todos", reconoció Felipe.

Tras izarlo con una grúa hasta el piso superior e introducirlo en una furgoneta, decidieron lanzarlo a la sima. Lo intentaron a la tarde, pero había "mucha gente" en la zona y esperaron a la noche.

Antes, los tres comieron en un bar cercano al pabellón, en el que, según Felipe, Óscar pagó los menús con el dinero hurtado al muerto. "Miró en los bolsillos de Ignacio y sacó una cartera y unas llaves. A mi me dio 100 euros y a Carlos otros 100. Dejó el dinero encima de la mesa", afirmó Felipe, quien reconoció que "alguna vez" había propinado "algunos cachetes a alguno que debía dinero".

Según este relato, Óscar regresó a Bilbao, mientras que los otros dos acusados limpiaron la sangre del sótano y, ya de noche, Juan Carlos lanzó pintura sobre el suelo del sótano. Horas más tarde, el trío se reunió para lanzar el cadáver a la grieta. Felipe fue en su coche delante de la furgoneta para, en caso de que hubiese un control policial, pudiese alertar a los otros dos hombres, que transportaban el muerto. "Y a rezar para que no nos cogiesen, la verdad sea dicha. El paso ya estaba mal dado desde el principio", subrayó este imputado, en cuya vivienda tenía una pistola "inutilizada".

Felipe aseguró que no dio parte a la policía porque en el pabellón guardaba dos kilos de speed, que luego trasladó a su casa. "Nos solíamos meter para aguantar trabajando. Consumíamos mucho. Vendía algo a gente conocida, amigos, pero tampoco era mucho. Compraba cantidad porque salía más a precio", aseguró este hombre, quien manifestó que no tenía problemas económicos puesto que, recientemente, había cobrado 18.000 euros por trabajos y otros 11.000 de un seguro.

robo Por otro lado, el relato de Óscar hizo responsables de la muerte a Juan Carlos y Felipe, quienes pretendían robar a Ignacio. Según su versión, Felipe guardaba en el pabellón dos kilos de cocaína y le puso en contacto con Ignacio, a quien conocía de "toda la vida" en Erandio, donde vendía "hachís y cocaína". Ambos le trasladaron a la localidad vizcaina una muestra de la droga escondida en la nave elgoibartarra, a la espera de cerrar la venta días después, lo que iba a ocurrir la jornada del 12 de junio, cuando recogió a Ignacio en Erandio y lo llevó hasta el pabellón.

Ya dentro, según la versión de este segundo acusado, él mismo subió al primer piso para meter en la nevera una bolsa con bebidas. Allí, Juan Carlos le dijo que iban a robar a Ignacio el dinero que, supuestamente, llevaba consigo para comprarles la droga. Óscar expuso que Juan Carlos le enseñó una pistola con la que amenazarían a la víctima. "No me lo tomé en serio. Estaba para marcharme. Mi trabajo estaba hecho", dijo.

Entonces, ya en la planta baja, Juan Carlos empujo al sótano a Ignacio, mientras encañonaba "directamente" a Óscar. "Ignacio se quedó colgando y Felipe le dijo a Carlos que lo tirase", afirmó este encausado, quien no recordaba cómo cayó la víctima, si bien no descartaba haber intervenido involuntariamente. "Conscientemente no le pisé", detalló.

Óscar descendió al sótano para observar la escena tras oír de boca de la víctima un "no me mates". "Me encuentro a Felipe con un martillo y agarrando del pecho a Ignacio. Le da contra el suelo. Le dio dos veces con la bombona y con el martillo una vez. Pensaba que el siguiente era yo", expuso Óscar en un confuso relato.

Este individuo pormenorizó que envolvieron el cadáver y Juan Carlos le puso una bolsa en la cabeza. "Yo no toco nada. Yo en esto soy un intermediario. Estoy aterrorizado y todavía tengo miedo", matizó.

Durante la comida, Óscar pormenorizó que, sobre la mesa, se encontró la cartera del fallecido "con los tres montones de billetes, como repartiendo un botín". "A mí me dicen que son uno para cada uno", afirmó este hombre, quien, según su versión, los otros dos acusados quisieron "desvalijar el domicilio" del fallecido porque llevaba "poco dinero" el día del suceso.

Pese a todo, la relación con Felipe no se rompió, hasta el punto de que planearon subir hachís de Marruecos en un coche con doble fondo. Mientras tanto, Juan Carlos "desaparece", lo que le llevó a pensar que le pasó "lo mismo" que a Ignacio. "Y sentí más miedo".

charco de sangre Llegado el turno del tercer encausado, este declaró que "puede ser" que Óscar le dijese que iba a ir al pabellón con "un tío para darle dos bofetadas". "Me dijo que, igual, le tenía que dar. No compartía lo que iba a hacer", resaltó Juan Carlos.

En el momento del suceso, este hombre aseguró que estaba en la nave "trabajando" cortando tubos. "Yo estaba a lo mío y escuche que Felipe me llamaba a grito pelado. Bajé y vi al señor tumbado y un charcazo de sangre increíble", expuso.

En el sótano, Juan Carlos le oyó decir a Felipe que "Óscar le había metido una botella" a Ignacio. También llegó a sus oídos la siguiente frase de Óscar a Felipe: "¡Joder! Cuando te he visto sacando el martillo de la cabeza".

Este tercer imputado desmintió las acusaciones de Óscar quien aseguró que le apuntó con una pistola. "Está mintiendo como un bellaco. La versión que más concuerda es la de Felipe", explicó Juan Carlos, quien detalló que en el taller existían unas pistolas de juguete, "a modo de risa", y Felipe guardaba otra en casa, pero sin capacidad de disparo.

Este acusado reconoció que ayudó en las tareas para hacer desaparecer el cadáver, si bien "ni decidía ni pintaba nada". "Entre los tres cogimos al muerto, y al agujero", recordó.

Juan Carlos manifestó que era consumidor del speed proporcionado por Felipe, al que nunca le vio cocaína. "Se guardaban cantidades pequeñas. Dos kilos me parece exagerado", señaló este imputado, quien recibió cien euros de Óscar en el restaurante.

A las semanas del suceso, Juan Carlos cortó la relación con Felipe y Óscar. "Asumo lo que he hecho. Es lo más ruin y odioso que he hecho en mi vida. Malos somos todos", concluyó.

La segunda sesión del juicio está previsto que tenga lugar mañana con la declaración de una veintena de testigos.