Azpeitia. Anochece, hace calor y corre el aire, pero los vecinos de los barrios Elosiaga y Landeta de Azpeitia no salen a disfrutar de la noche a sus terrazas porque el hedor proveniente del vertedero de Lapatx, situado a poca distancia de sus casas, se lo impide. Llevan años protestando por la peste, pero, según explican, "la situación no ha hecho más que empeorar". La planta recibe más basura que nunca y su cierre ha sido aplazado hasta 2014.

Jesús Rementería, de la casa Gerra Txiki Berri, es uno de los perjudicados. Una ladera separa el vertedero del barrio en el que reside, y cada vez que hay viento sur o niebla sufre los olores del basurero.

Le gustaría disfrutar de su jardín todos los días, pero hay ocasiones en las que no lo puede hacer; al igual que su vecina Ainhoa Badiola, que saca la nariz antes de tender la ropa fuera o ventilar la casa. Todas estas actividades están condicionadas por la actividad del vertedero: si las máquinas están trabajando a pleno rendimiento, intentan no salir al exterior. Y cuando disminuye la marcha, aprovechan para disfrutar de la calle.

Al igual que estas dos familias, otros muchos habitantes de los barrios Elosiaga y Landeta viven condicionados por la actividad de Lapatx. No en vano, llevan más de dos décadas conviviendo con este vertedero, en el que se tratan las basuras de 18 municipios, unas 67.000 toneladas anuales.

Les basta con recurrir al olfato para saber si las máquinas están trabajando con las 300 toneladas de basuras que se mueven a diario en Lapatx. Identifican esta actividad con rapidez, especialmente en las jornadas de viento sur y calor en las que el mal olor se convierte "todavía en más insoportable". "Esos días no nos atrevemos ni a abrir las ventanas de la casa. Total, ¿para qué? ¿Para que nos entre el olor a basura podrida?", comenta Rementería.

Lapatx Los responsables de la infraestructura no necesitan escuchar los testimonios de los vecinos para conocer el malestar que existe en la zona. Todos ellos son azpeitiarras y llevan años conviviendo con los olores del vertedero, la planta de compostaje y el garbigune de Lapatx.

Lejos de ocultar la situación, los gestores abren las puertas para dar a conocer el trabajo que realizan para minimizar el hedor. Partiendo de la base de que "un vertedero siempre huele mal", informan de que su labor se centra en controlar la infraestructura y supervisar "cada uno de los procedimientos que se realiza en él".

Para empezar, explican, salen a recibir a todos los camiones de la basura que llegan a la planta y, a continuación, los guían hasta el punto en el que han de colocar el material.

Una vez en el lugar, los empleados preparan la explanada en la que se dejará el material y esparcen la basura en pequeños montones. "Distribuimos los residuos en montículos no muy grandes y los movemos con frecuencia para que el proceso de putrefacción no huela tanto", explican.

Esta operación se repite a diario y, cada dos semanas, tapan las basuras con una capa de tierra que reduce los olores. "También lo hacemos los fines de semana, aprovechando que baja la actividad del vertedero", añaden.

Los responsables conocen la situación y, por ello, dicen, "no se escatima en recursos técnicos ni humanos". Y menos aún desde la puesta en marcha de la planta de compostaje de Lapatx (que también provoca olores) y el cierre del vertedero de San Marcos, un sellado que les ha obligado a absorver el doble de toneladas que recibían hasta hace cuatro años.

Informan de que este nuevo escenario les ha llevado a invertir "más de dos millones de euros" en actuaciones de mejora, como muros de contención y, este mismo año, se procederá a aislar la explanada en la que se vienen vertiendo las basuras en los últimos diez años. "Este terreno quedará exento de olores y podremos seguir colocando residuos encima", precisan, convencidos de que esta actuación "mejorará" la situación de los olores.

Para ello, será necesario obtener la autorización ambiental integral del Gobierno Vasco, un certificado que avala la gestión de la planta de Lapatx hasta su sellado definitivo, previsto para 2014.

Aplazamiento Los vecinos de los barrios Elosiaga y Landeta conocen la fecha del cierre del basurero y advierten de que no aceptarán otro aplazamiento, tal y como ocurrió en 2009. Exigen el cierre inmediato de la planta porque la situación, afirman, "se está convirtiendo en insoportable".

"Aquella vez no tuvimos más remedio que aceptar la decisión, pero esperamos que ahora la Diputación y el Ayuntamiento cumplan con la promesa y clausuren el vertedero", apunta Ainhoa Badiola.

Reconoce que Lapatx "ha olido" desde que entró en funcionamiento en 1988; pero informa de que el hedor se ha "agravado" desde el año pasado, coincidiendo con la puesta en marcha de la planta de compostaje. "Cada día llega un montón de materia orgánica y las máquinas la van moviendo de un lado a otro, con las consecuencias que ello acarrea", explica.

Basta con acercarse al lugar para comprobarlo. Pero, pese a ello, Badiola indica que en invierno "no hay tantos problemas". Cuando la situación es realmente mala es en verano, momento en el que el mal olor "echa para atrás".

Los vecinos de la casa Antzibar, Juan Lazkano y Mari Tere Gurrutxaga, lo corroboran. "En verano no nos atrevemos ni a abrir las ventanas porque no se puede aguantar el olor", asegura la mujer.

Posiblemente, este matrimonio disfrutaría de los meses de calor si residiera en otro punto de Azpeitia. Pero, actualmente, no puede soñar con la llegada del buen tiempo porque no disfrutará paseando por el barrio ni organizará veladas en su jardín. La peste de Lapatx se lo impide.

el Ayuntamiento Consciente del malestar que existe en los barrios cercanos a Lapatx, hace un mes, el Consistorio de Azpeitia denunció públicamente los "fuertes olores" que desprende el vertedero local.

El alcalde, Eneko Etxeberria, informó de que varios vecinos se habían acercado hasta la casa consistorial para protestar por los malos olores que, coincidió, "son insoportables".

Bajo su punto de vista, los municipios de Azpeitia, Beasain y Zarautz están siendo "muy generosos" al absorber en sus vertederos las basuras de todo el territorio. Pero consideró que esa generosidad "tiene un límite y Azpeitia ya no puede esperar más". Por eso, exigió el cierre del vertedero y, hasta que eso ocurra, reclamó soluciones para acabar con los malos olores.