madrid. Los Mossos d'Esquadra han desarticulado una organización china que se dedicaba al narcotráfico y la prostitución, y que gestionó en Barcelona hasta 37 prostíbulos clandestinos, donde las mujeres eran explotadas sin las mínimas condiciones sanitarias, en el mayor golpe asestado en Catalunya a la mafia asiática.

El inspector Joaquim Francès, responsable del área central de crimen organizado de los Mossos d'Esquadra, presentó ayer en rueda de prensa los resultados de la macro-operación policial, iniciada la semana pasada y que ha comportado la detención de 39 presuntos miembros de la banda, de los que 33 están ya en prisión.

La operación ha permitido precintar quince burdeles clandestinos, la mayoría situados en pisos del Eixample de la ciudad, y liberar a una treintena de mujeres que eran obligadas a ejercer la prostitución sin las mínimas medidas higiénicas ni profilácticas, y en jornadas maratonianas, en las que debían atender hasta ocho servicios consecutivos de una hora de duración.

Además de la prostitución, el grupo se dedicaba al tráfico de drogas y personas, mediante la falsificación de pasaportes para la introducción de ciudadanos chinos en Estados Unidos y Canadá, y se estaba especializando en la extorsión a compatriotas que regentaban comercios en Barcelona.

Los Mossos, que llevaban año y medio investigando a este grupo en la operación Turandot, calculan que la organización ha llegado a controlar en los últimos años a un centenar de prostitutas, que iban a Catalunya bajo engaños y con deudas de hasta 20.000 euros contraídas con la red.