Una txapela vuela por el aire y Jokin Altuna la caza con la punta de los dedos. Un huracán de emociones en un segundo. Joseba Larreta, 'Latu', fiel seguidor y amigo del amezketarra que falleció el pasado 18 de mayo a los 38 años y al que dedicó el título, siempre llevaba una igual en los encuentros importantes. Se rompió entonces el pelotari tras tocar con la yema de los dedos la gloria del Manomanista por cuarta vez en su carrera, la segunda consecutiva –Jokin es el tercero en el siglo XXI de una lista en la que solo hay trece pelotaris en la historia en un hito que nadie había repetido desde Aimar Olaizola en 2013–. El tornado atravesó el corazón del delantero tras una final muy dura, en la que reconoció que Iñaki Artola le tuvo bailando. "Con el 15-19 no di el partido por perdido", reflexiona el campeón. Levantó los brazos, los dedos. Sufrió. Revivió. Tacada de siete tantos. 22-19. Emperador. Final gigantesca.
El de Aspe acabó desfondado, todo piel y hueso, con lágrimas en el rostro en un epílogo digno de Hollywood, en el que Altuna III portó la lanza de Marte para cargar atrás y eclipsar la derecha rutilante de Iñaki Artola, que cayó con las botas puestas, valiente y poderoso. El amezketarra acabó siendo más Artola que el propio Iñaki, redivivo después de una final en la que le tocó bailar en el filo del cristal, atrasando, achicando agua; porque el alegiarra, un portento, negoció a la perfección con el pelotazo largo, cargando con la derecha. A pie quieto, con el pelotazo recto, fue más, mucho más. Dominó, pero Altuna III... Bueno, Altuna III es Altuna III y por algo es el número 1. Con él no valen las medias tintas. Matar o morir. No hay otra ley. No hubo regalos en los momentos críticos y su adversario probó de su misma medicina. Jokin estaba fundido. Apretó. Sacó una pelota nueva. Dio candela y dirección, más que todo el partido. Y barrió a Artola.
Un detalle cambió la final cuando iban 10-3 y la tendencia era una carnicería a favor del amezketarra. Sólido y con facilidad para terminar el tanto, Altuna III parecía encaminarse con puño de hierro a su cuarto cetro. Artola planteó a base de músculo, pero no acertó. Mal asunto en el luminoso, no tan malas sensaciones en el juego. El de Aspe aderezó la tacada con una preciosa dejada a la punta (6-2) o una contradejada con la zurda con los pies en el cuatro y medio, mientras rendía sobrepasado por la velocidad del pelotazo de Artola (7-2). Iñaki alternó los restos a bote y de aire para recomponerse. El caso es que, en el 10-3, en un pelotazo complicado a los pies, Iñaki tuvo suerte al ejecutar una dejada involuntaria al txoko que transformó la contienda.
El de Baiko sumó un saque y un remate al txoko. Con el 10-6, Jokin pidió descanso. Tambores de guerra. Un trueno en la derecha. Artola pegó, pero también propuso, aprovechando que a Altuna III le era imposible cruzar, moverle. El Bizkaia de Bilbao atronó ante la revuelta, porque Artola tiene una historia detrás, la del hombre que penalizado por las lesiones no pudo jugar la final de 2021 por lesión, la épica del pelotari que ha vivido a contrapelo por la falta de oportunidades en su empresa. Pero ha resucitado. Con la baja de Unai Laso, de hecho, Artola pasa a ser el mayor activo de Baiko Pilota en los cuadros alegres. 'Et voilà!' Indómito, fiero como un animal herido pero sonriente como un tipo feliz que acaba de ser padre, un chico que goza de lo que hace, Artola se puso 10-12 a base de hipertrofia. Altuna III cazó sombras y se fundió a medida que las piernas acumulaban kilometraje en carreras desesperadas a los cuadros alegres y largos. Artola, leñador, taló el árbol.
La tacada de Artola
Nueve tantos seguidos abrieron una brecha más emocional que real en el luminoso. El Manomanista es así: cruel y maniqueo. Con el 10-12 todo apuntaba a Baiko, pero un regalo de Artola metió a Altuna III en el partido. No le duró mucho el saque a Jokin, visiblemente incómodo en un encuentro duro y peloteado. El alegiarra estuvo 13-16. En el 14-17, otro yerro del que se acordará Iñaki, Altuna III buscó un pelotazo atrás y el de azul cometió un exceso de vista. Inmediatamente después, el amezketarra falló un dos paredes tras agarrar una complicada dejada al txoko. Se contabilizaban por entonces 254 pelotazos. Artola cerró un parcial de 5-15 con remate al txoko. Velocidad de crucero y...
Cantos de sirena. Ulises cerca de Sirenuse. Susurran veleidades. Y...
El tanto más bonito de la final, en un toma y daca, nació de un error de Artola, un dos paredes de volea a la mano de Altuna III, que respondió el 'mago' con una carambola matemática. Puro duende. ¡Está vivo! Una dejada afortunada descerrajó la final desde el 10-3 y un yerro dio paso a la revuelta de Altuna III.
Porque Jokin ya no cometió más errores. Su diestra, antes invertebrada, se convirtió en un martillo. Cambio de material. Dinamita. El transatlántico de Alegia se estrelló en la costa a punto de tocar tierra. Lo que antes era vino y rosas se convirtió en una gota china. A Artola le tocó trabajar. Altuna III, fundido, ya había reparado en que no le quedaban descansos, que bebía agua de más, que pedía algo de sosiego pese a ir por delante en el marcador. Jokin fue Iñaki. Iñaki se desmadejó en defensa, ahogado, no fue Jokin. Altuna III alargó el pelotazo. Trabajó con la diestra y dio dirección. El ariete derrumbó la atalaya del alegiarra. Ni arte ni ensayo, Jokin abrió la fábrica. Cuatro de sus últimos cinco tantos fueron pelotazos atrás. El quinto, un saque, el 20-19. Con el 22-19, se rompió emocionalmente Jokin. Rey a contrapelo; pero rey, en cualquier caso. 22-19. Remontada y cuarta txapela del Manomanista. Emperador Altuna III.