El terremoto provocó diversas reacciones entre las mascotas que viven en Murcia, así la gata Fuensanta, y los perros Ciro, y Panda permanecieron las primeras horas durmiendo y los canes tomando el aire en su terraza, pero la persa Violeta se replegó asustada a su alfombra y la cobaya Rosita, tembló y estuvo extrañamente callada varias horas.

Los veterinarios no se ponen de acuerdo sobre el dicho de que los animales tienen un sexto sentido para percibir antes que los humanos que se avecina algún desastre natural, como un terremoto.

Efeverde intentó consultar sin éxito por el teléfono fijo con cuatro clínicas veterinarias de la ciudad de Lorca. Solo se pudo localizar, a través de un móvil a uno de estos profesionales, Alejandro Blanco, director de una clínica situada en la Alameda de Cervantes que, tras el terremoto, quedó totalmente destruida.

Para Blanco, que tuvo que "evacuar" a dos perros y dos gatos que estaban hospitalizados en su clínica a otra de Murcia capital, igual que los enfermos de los hospitales lorquinos, lo del sexto sentido de los animales es una leyenda. "Perciben el ruido, sienten miedo y se asustan como cualquier ser vivo, pero lo del sexto sentido no está demostrado", afirmó este veterinario, quien señaló que el miércoles tuvieron suerte, porque no hubo heridos tras.

El teléfono de otro centro veterinario de la ciudad no contestó, en un segundo sonó un tono extraño y en un tercero, una grabación decía: "Lo sentimos, no es posible realizar su llamada".

Sin embargo, el veterinario Ángel López, experto en conducta de animales como especialista en etología clínica, explicó que los perros y, en menor medida, los gatos, reaccionan de una forma especial ante un fenómeno como un terremoto.

Se debe, indicó, a que ellos no saben lo que pasa, "porque no tienen las referencias que tenemos los humanos. Notan que se mueve el suelo y no saben por qué, cuando nosotros sabemos de lo que se trata". Además tienen un rango de frecuencia más alto que el humano, lo que les permite percibir una serie de sonidos, el ruido previo que anticipa el seísmo. Cuando se mueve la tierra sufren una falta de adaptación, no saben cómo resolver la situación, como sabemos los hombres. Y finalmente, se contagian del nerviosismo de las personas.

López añadió que los gatos son animales menos sociales que los perros por lo que les afecta menos lo que ocurre a su alrededor. Sin embargo, tiene la frecuencia de sonidos alta, al igual que los perros y detectan que ocurre algo extraño.

De hecho, relató este veterinario, los dos gatitos, que junto a dos perros, fueron trasladados desde la clínica de Lorca al hospital 24 horas de Murcia, llegaron "inmanejables y eso que estaban malitos".