donostia. El acusado de matar a tiros a su cuñado hace ocho años en el barrio donostiarra de Amara declaró ayer en la Audiencia de Gipuzkoa que el día del crimen se encontraba en Madrid, a donde dijo haber huido con su hijo menor tras conocer que una sentencia le quitaba la guarda y custodia. Fernando U.G. negó cualquier tipo de implicación en la muerte de José Luis Jiménez, que falleció en 2003 tras recibir dos tiros de escopeta. Negó cualquier imputación a pesar de que las pruebas periciales revelan la aparición de su perfil genético en el lugar de los hechos.
Seis informes han sido necesarios para determinar, según reveló la Fiscalía, que el ADN del acusado -un vendedor ambulante domiciliado en Pamplona que actualmente se encuentra en libertad- coincide con el de una colilla hallada en el lugar del crimen.
A preguntas de las acusaciones, Fernando U.G. aseguró haber huido con su hijo menor días antes de producirse el trágico suceso, en enero de 2003, y aseguró haberlo hecho por temor a perder la custodia de su pequeño. "Para mí era una tortura tener que separarme de él. Ya había estado durante un año alejado de Azahara (su otra hija), y no veía la vida sin ellos", confesó.
Su huida de la Justicia se prolongó por espacio de cinco años, hasta que acabó entregándose en dependencias del Cuerpo Nacional de Policía de Pamplona el 2 de enero de 2008. Durante este tiempo, el juez dictó una orden de registro en el domicilio del fugado. La Policía se llevó de su piso diversas cuchillas de afeitar y un cepillo de dientes, material que ha permitido determinar a los investigadores que el ADN de Fernando y el de un tío suyo, ya fallecido, se encontraban en una colilla recogida junto a la furgoneta donde fue tiroteada la víctima, detalló la Fiscalía.
Ante tales evidencias, el procesado dijo ayer no comprender nada. Y no descartó que fuera su ex mujer quien dejara la colilla en el lugar del crimen. "No sé si fue así, pero de lo contrario mi mente no lo comprende. No tengo ninguna explicación, todo es asombroso", respondió.
El Ministerio fiscal, al igual que la acusación particular, solicita para él 20 años de prisión y dos más por tenencia ilícita de armas. La defensa, por su parte, pide la libre absolución de su cliente. La vista oral ante el tribunal del jurado popular afronta hoy su segunda jornada y se prolongará durante toda la semana.
con la cara cubierta Los hechos se remontan a las 7.15 horas del 25 de enero de 2003, cuando José Luis Jiménez recibió el impacto de dos proyectiles de escopeta en su ojo izquierdo y en la mandíbula. Viajaba en su furgoneta junto a su mujer y a su hijo para acudir al trabajo. Dos hombres le aguardaban fumando. Fue uno de los dos quien, con la cara cubierta, disparó el arma cuando el vehículo se hallaba a 20 metros. La Fiscalía y la acusación particular dicen que Fernando U.G. fue el autor de los tiros.
El proceso de separación que estaba viviendo la pareja parece determinante en el desenlace de los hechos. Según confirmó ayer el procesado, el litigio había caído como un jarro de agua fría entre ambas familias.
Tanto es así, que ya en octubre de 2001 se produjo una reyerta entre ambos clanes en el transcurso de la cual falleció Agapito U., hijo de Cándido U., supuesto acompañante del acusado el día del crimen en el barrio donostiarra de Amara.
El procesado reconoció que durante aquellos años la tensión entre ambas familias había ido en aumento. "Ni yo ni ella fuimos capaces de tranquilizar la situación. Quizá no tuve la suficiente personalidad para aclarar las cosas, y todo se fue calentando", reconoció ante la creciente implicación en su vida privada de familiares de ambas partes.
La fiscal fue muy directa al respecto: "¿No le mató usted para recuperar el prestigio perdido?". "Mi lucha es llevar a mis hijos por el buen camino. Yo no lo hice", respondió.
Ugal insistió en negar los hechos porque días antes del crimen huyó en autobús con su hijo. Según su relato, llegó a Madrid, tras lo cual marchó a Valencia. También residió en Sevilla, aunque señaló que jamás pidió ningún justificante de los pisos de alquiler en los que se alojó porque no tiene "necesidad de coartadas".
El procesado reconoció que, al cabo de cinco años fugado, decidió regresar a casa porque su abogada le comunicó que su hijo ya tenía la edad suficiente para decidir si quería vivir con su madre o su padre. "Me entregué por eso", subrayó, descartando cualquier hipótesis lanzada por la Fiscalía en relación a que el acusado hubiera podido entregarse tras el fallecimiento de su padre y un tío con el fin de inculparles.
"Una persona que haga eso (dijo en relación al crimen) no creo que tenga muchas ganas de volver a casa", indicó. El acusado dijo que su padre le confesó que estuvo a las 7.00 horas de aquella mañana en Amara, donde ocurrió el crimen, junto a Cándido U., ahora también fallecido. "Me dijo que ambos estuvieron ese día en Donostia", declaró en su descargo. Los nueve miembros del tribunal del jurado, compuesto por siete hombres y dos mujeres, deberán emitir un veredicto que declare la culpabilidad, o no, del acusado.