"donde no hay lugar para los pobres, no hay lugar para mí". Es una de tantas frases que se le recuerdan a la madre Cándida, fundadora de las Hijas de Jesús. El próximo domingo su labor por los más desfavorecidos será reconocida en el Vaticano, donde el papa Benedicto XVI la nombrará Santa.
La madre Cándida nació el 31 de mayo de 1845 en el caserío Berrospe de Andoain -todavía en pie y, desde 1946, base de la comunidad de las Hijas de Jesús en el municipio guipuzcoano-. Por entonces la conocían como Juanitatxo, aunque fuera bautizada con el nombre de Juana-Josefa. Su familia, de origen humilde, ocupaba tres habitaciones de esta antigua casa torre que era utilizada como casa de vecinos. Su padre, Juan Miguel Cipitria y Aramburu, y su madre, María Jesús Barriola y Querejeta, eran tejedores. La escasez de trabajo les obligó a moverse a la que entonces era la capital, Tolosa, cuando Juanitatxo contaba con siete años.
Allí se agrandó la familia. La Madre Cándida se convirtió en la mayor de siete hermanas, lo que supuso más bocas que alimentar. Cuando la ocasión de salir de la pobreza llegó a su puerta, Juanitatxo la rechazó. Arribó en forma de un joven pretendiente de buena familia que hubiera contribuido a mejorar el estatus económico de los Cipitria Barriola, pero ella había decidido ya que su corazón sólo pertenecía a Dios. "Por eso tomó distancia y se trasladó a Burgos como chica de servicio", recuerda María Jesús Esnal, una de las cinco Hijas de Jesús que viven ahora en el caserío Berrospe.
Residió primero con los Montoya, pero como a éstos les parecía excesivo que se permitiera media hora diaria para ir a misa, cambió de familia. Con los Sabater se sintió "una más". "Allí vivió un despertar", afirma Esnal. En Valladolid, a donde la familia se trasladó, Juanitatxo se encontró con el padre San Miguel José Herranz, jesuita que huía de la persecución religiosa a la que entonces, "la década de los 60 del siglo XIX", como recuerda María Luisa Matamala Vírseda en una obra sobre la madre Cándida, sometieron a los miembros de la Compañía de Jesús.
"Con él clarifica lo que internamente siente, sus inquietudes por que las mujeres puedan formarse. Ella quiere dedicar su vida a que otros tengan una educación", relata Esnal. La idea de fundar una institución de enseñanza despertó el excepticismo de muchos, pues la madre Cándida era analfabeta y a duras penas hablaba castellano. Sin embargo, con su fe y la ayuda del padre Herranz aprende a leer y a escribir e, incluso, "unos rudimentos de Latín", recuerda Matamala.
El 8 de diciembre de 1871, en unas habitaciones de la casa de San José, en Salamanca, la madre Cándida y otras cuatro compañeras fundan la Congregación Hijas de Jesús. En ese momento, Juanitatxo abandona su nombre de pila para convertirse en la madre Cándida María de Jesús, superiora de la congregación. "Los primeros momentos no eran fáciles. No tenía cultura y la gente se reía, pero eso indica su capacidad de arriesgarse, una fe vital para ser coherente", afirma Esnal.
"Sola nada, pero con Dios todo lo puedo". Otra frase de la andoaindarra que resume su fe. La madre Cándida "experimenta un Dios como un padre que acoge, misericordioso, que quiere el bien de las personas, llamadas a la fraternidad. No es mágico, no resuelve problemas, es la fe la que ayuda a enfrentarse a ellos", resume Esnal. Aunque la madre Cándida murió el 9 de agosto de 1912, su obra se fue extendiendo y hoy la congregación está presente en 17 países.