Las relaciones sociales son la única condición necesaria y suficiente para ser feliz; los sapiens somos animales ultrasociales. Por eso, la sonrisa es la puerta de la felicidad”, sentencia el neurobiólogo e investigador Jonathan Benito. “La prosociabilidad es una estrategia win-win, que te transforma en una persona magnética”, añade. Además, aboga por la práctica de la gratitud, y procurar evitar la comparación social, al tiempo que apuesta por combatir la mente errante recurriendo al savoring. “No se trata solo de vivir las experiencias positivas, sino de disfrutarlas al máximo posible”.

Aunque no nos veamos estoy sonriendo porque su libro me ha animado a ello. ¿Ayudará esto a que nuestra conversación sea más amable?

Sin duda alguna. Además, cuando una persona sonríe a través del teléfono se nota. Nuestro sistema emocional está leyendo todas las señales que manda nuestro interlocutor; en persona es más fácil, pero por el teléfono también; eso ayuda muchísimo a que las interacciones sean más positivas. Eso al final redunda en la felicidad de las dos personas.

Cincuenta mil homo sapiens en un estadio enfervorizados con sus ídolos en un razonable orden. ¡Inimaginable en otros primates o incluso homínidos! ¿Por qué nosotros sí? ¿Quizá la amabilidad tenga algo que ver?

Efectivamente es un buen símil; nunca había pensado en la idea de juntar a 50.000 animales de cualquier otra especie en un graderío, porque sería una masacre. Sin embargo, en el sapiens no. Y es porque somos animales muy sociables. Nosotros hemos desarrollado, lo que los neurobiólogos llamamos la sociabilidad, que implica la amabilidad y la amigabilidad, pero también las habilidades interactivas con las otras personas. Nosotros los sapiens lo hemos desarrollado al máximo. Aunque no todos porque todavía, desgraciadamente, te subes a un ascensor y entra alguien que no te dice hola, ni buenos días; podemos ser mucho más prosociales.

La amabilidad parecería tema de buena educación o quizá de filosofía, de ética o de psicología, pero usted la plantea desde la neurociencia social. ¿Por qué?

Es una reivindicación que hacemos desde la neurociencia porque es una seña de identidad del cerebro del sapiens. Nosotros hemos llegado hasta este punto de la historia evolutiva por nuestra sociabilidad. En un momento determinado nos tocó compartir el mundo con los neandertales y como los recursos son limitados tuvimos una disputa con ellos. Y teníamos todas las de perder porque nosotros éramos menos fuertes, menos inteligentes o igual que ellos, que se sabían adaptar al frío mejor en la época glacial. Al final somos nosotros los que estamos hablando por teléfono porque somos sapiens. El problema es que ellos cuando se encontraban se liaban a palos; no eran capaces de acordar. Mientras que los sapiens, cuando veíamos a otros y por un objetivo común, éramos capaces de colaborar. De tal manera que nuestra tecnología pudo crecer exponencialmente y la de ellos no; por eso les ganamos.

¿Son las relaciones sociales la base de la felicidad?

Las relaciones sociales son la única condición necesaria y suficiente para ser feliz. Para tener unas buenas relaciones sociales es importantísimo el interfaz que tú tengas con otras personas. O sea, si eres una persona agresiva, si eres una persona hipercompetitiva, te va a ir mal en la vida. En cambio, si eres una persona amable, lo que llamamos en neurobiología prosociabilidad (aunque es algo más completo que incluye la amabilidad), vas a ser más feliz y vas a hacer felices a los que te rodean.

Plantea ser amable como un modo de vida, ¿por qué? ¿qué beneficios obtendremos de esta actitud amable hacia los demás?

Somos animales sociales, nuestro cerebro se generó en el seno de un grupo y para él es superimportante que el grupo lo acoja. Si a un individuo no le aceptan en un grupo vamos a retrotraernos a lo que ocurre con un chimpancé cuando le rechazan. Cuando no es aceptado y le expulsan es un individuo muerto; el cerebro tiene pánico a que le echen del grupo y como tiene terror a ello ha establecido mecanismos para que no le expulsen. Entre ellos está el caer bien, el estar bien visto. Cuando practicamos la amabilidad, una de las cosas que empezamos a ver es que estamos mejor aceptados por el grupo. Sabemos que siempre habrá una pequeña minoría a la que es imposible tratar con amabilidad, pero son muy poquitos. Esa aceptación del grupo se convierte en bienestar, en salud y calidad de vida.

Jonathan Benito con su nuevo libro, ‘El poder de la amabilidad’. Javier Ocaña

¿Cómo debiéramos manifestar la amabilidad, con tolerancia, escucha activa, humildad, modestia, autocontrol?

La puerta a la amabilidad es una sonrisa, un símbolo de aceptación dentro del grupo, que es lo importante porque el cerebro se tranquiliza muchísimo. Y a partir de ahí, en una interacción con otro sapiens una de las cosas más importantes es el escuchar. El cerebro, además, sabe muy bien cuando una persona está escuchando y cuando no; si está pensando en otras cosas o si está mirando al móvil. La escucha activa es una señal de respeto superimportante para poder tener una interacción positiva con tu interlocutor.

Tratando de ser amable, ¿no te tomarán por ingenuo, blandengue, sin carácter o incluso sumiso?

Es el mayor miedo que tiene un cerebro respecto a la amabilidad, porque te pueden tomar por débil. Pero lo que promulgo en el libro es una amabilidad asertiva para saber poner límites, hacerte respetar; de tal manera que, con determinadas personas que vean que la amabilidad puede ser una debilidad y abusar de ti, puedas poner tus límites. Pero por experiencia, la mayor parte de la población valora la amabilidad. Y con las personas que son tóxicas o agresivas hay que establecer barreras.

Sonreír y ser amable puede ser beneficioso, ¿pero es posible serlo con todos? (y pienso en asesinos, en sátrapas, en cuñados, trepas y listillos…).

En uno de los capítulos del libro digo que, desgraciadamente, no se puede ser amable con todo el mundo. Siempre comento que hay que ser educados pero muy firmes; con otros un poco de cortesía; y con otros amables. El mayor desafío es el equilibrio, ese juego de saber hasta dónde puedes llegar con tu amabilidad. Por ejemplo, el día del apagón surgieron conductas sociales excelentes por doquier. Hay gente que se puso a ayudar con el tráfico, incluso a compartir alimentos y agua. Esa amabilidad se contagiaba y la gente lo agradecía. Al tiempo, había algunos que estaban intentando saquear una tienda.

"Nosotros hemos llegado hasta este punto de la historia evolutiva por nuestra sociabilidad”

En esta sociedad estresada la salud mental se resiente. De seguir sus consejos de cómo ser amable, ¿mejoraría nuestra salud mental y por extensión la salud global personal y social?

Sin duda alguna porque cuando se practican interacciones amables se relajan todos los cerebros implicados. Por ejemplo, las empresas que están practicando la prosociabilidad y la colaboración entre los trabajadores ven como se relajan los cerebros implicados; la compañía funciona mejor cuando consigues reducir los niveles de agresividad e incrementan los de sociabilidad, porque todo el mudo trabaja mejor y se rinde más; su salud mental mejora y la global personal también.

Usted propone incluir cada día un acto de bondad en nuestra vida. ¿De hacerlo así, además de la propia felicidad, funcionarán las neuronas espejo y aumentaría la empatía social?

Los actos de bondad los reivindico para tener un nivel de felicidad; en el último tercio del libro lo que intento es llevar al gran público todos los elementos que la neurociencia sabe que generan felicidad, porque es el complemento ideal de la amabilidad. Serás más feliz si eres más amable; una de las cosas que más incrementan la felicidad son los actos de bondad. Cuando realizamos un acto de bondad, ya sea ayudar a cruzar una persona una calle, en la persona que recibe el acto se genera un beneficio, pero la que la genera también; cuando tenemos actos altruistas las dos personas implicadas salen favorecidas y tienen valores de felicidad mayores que antes de implicar el acto. Y esto es importantísimo.

Sonreír y ser amable es gratis y reporta beneficios. ¿A quiénes dedicaría y firmaría con especial dedicación su libro en aras a un aumento de la amabilidad y prosociabilidad?

Desde que uno sale de casa hasta que llega al trabajo, desgraciadamente, se encuentra con gestos de agresividad. A los conductores que no ceden el paso, a aquellas personas que no sujetan la puerta cuando viene el de atrás, al que no sonríe al que le saluda... a ese tipo de gente le instaría a que fuera más amable porque construyen a su alrededor un entorno mucho mejor y ellos serían más felices”.