Es una de las más desconocidas foces del territorio navarro y ofrece un paseo gratificante y, si el día es caluroso, promete la grata recompensa de un tonificante baño de final de recorrido. Secreta y humilde, entregando sus aguas al río Zaraitzu, la foz de Benasa es un descubrimiento senderista que gustará a grandes y pequeños. Para hallar su entrada hay que dirigirse, viniendo de Irunberri, hacia Nabaskoze. Antes de llegar al pueblo, entre el punto kilométrico 20 y 21, localizamos una pista a la derecha junto a un helipuerto.

El acceso del vehículo es cómodo y sin dificultad hasta un área de aparcamiento junto al arroyo que dispone de paneles informativos. Se halla junto al área recreativa de la foz de Benasa donde una represa permite no sólo el paso a la orilla derecha del regato sino ver una tentadora piscina natural de aguas esmeralda en la que refrescarnos, si el tiempo acompaña, al regreso del recorrido.

Pozas y saltos de agua se suceden en el cauce

Pozas y saltos de agua se suceden en el cauce JUAN CARLOS MUÑOZ Y MAR RAMÍREZ

Dejando el área de picnic a la derecha un camino forestal se aleja de la ribera para irse adentrando en la sierra de Illon. Entramos en un área incluida en la Red Natura 2000 por sus excepcionales valores de fauna y flora. Pequeños insectos, como las delicadas mariposas, han encontrado en este rincón un refugio para su conservación, por lo que serán buenas compañeras de camino y las veremos en abundancia. Se han realizado mejoras ambientales como abrir claros y plantar vegetación con especies como el orégano, espino albar, madreselva y olmos.

El bosque de ribera nos acompaña en este primer tramo de la senda que acaba obligando a vadear el arroyo. Después de hacerlo, la ruta asciende por la margen izquierda entre bojes y pinos. El lecho amarillento del río muestra la riqueza en carbonato de la zona a la vez que añade luminosidad al curso fluvial. En los pequeños remansos podemos ver al tritón palmeado, un anfibio de tono pardo con manchas por los costados y vientre de color amarillo claro. Suele alcanzar unos nueve centímetros de longitud con una característica cola aplanada lateralmente.

Un mojón junto a una bonita poza sobre la que se despeña una cascada nos indica que penetramos en la reserva natural. Junto a una toma de agua, el sendero ahora obliga a caminar por el mismo lecho fluvial. Por ello conviene visitar la zona en época de final de primavera o comienzos del verano para transitar sin descalzarse sobre el río. Se hace sin dificultad pues es un corto tramo de treinta metros cementado del lecho para mantener el nivel y así realizar la toma de aguas.

Las aguas son de color turquesa en la represa JUAN CARLOS MUÑOZ Y MAR RAMÍREZ

Al salir, otra pequeña poza y cascada que hace la delicia de los más pequeños y los crestones calcáreos se ven sobre nuestras cabezas; estamos en el corazón de la foz. Ahora el sendero se estrecha y remonta entre grandes ejemplares de boj. Grandes piedras parecen marcar el camino, aunque no son más que la huella de un cañón maduro en el que la erosión de la caliza hace que los crestones del roquedo acaben cayendo por la acción continuada de los fenómenos meteorológicos. Tapizados del verdor del musgo son peculiares hitos del sendero mientras los pinos silvestres se alargan en la vertical como queriendo competir con la destacada prominencia del espolón rocoso a la izquierda del barranco.

Las hayas comienzan a apropiarse del bosque a medida que avanzamos mientras el río sigue cercano y fiel a su rumor provocando una relajante sensación al caminar. Viejos troncos caídos llenos de un microcosmos de vida indican el continuo ciclo natural y la importancia de su existencia para la biodiversidad.

Cuando alcanzamos dos nuevos registros de aforo, la senda confluye de nuevo con el río, un tranquilo paraje natural donde la riqueza de carbonatos ha creado pequeñas piscinas o cubetas escalonadas. Regresamos por el mismo camino.

Ficha práctica

  • Tipo de recorrido. Ida y vuela, dificultad baja.
  • Punto de partida. Carretera NA-178 entre el punto kilométrico 20 y 21.
  • Distancia. 4,2 km.
  • Tiempo. 1 h 30 min.


No te puedes perder. En Nabaskoze visitamos la ermita de Santa María del Campo, a las afueras del pueblo, en la vega del río Zaraitzu. Es uno de los templos más sobresalientes del románico rural navarro. Con una imponente torre del campanario, cuadrada y dispuesta de una manera muy peculiar en medio de la nave, cuenta con llamativos canecillos de temas paganos decorando su exterior, bajo ajedrezado de influencia jaquesa, como aves, animales legendarios y curiosos personajes que miran hacia el observador o permanecen pétreos en escenas pintorescas como un acróbata dando una voltereta o un hombre con un orinal.


RUTAS POR EUSKAL HERRIA

NAVARRA Foz de Benasa

Del libro Rutas a foces, gargantas y desfiladeros de Juan Carlos Muñoz y Mar Ramírez

Editorial: Sua Edizioak