Síguenos en redes sociales:

Joan Manuel Serrat, espectador de lujo de la Bandera de la Concha

El músico catalán, con estrecha vinculación con Gipuzkoa, se declara aficionado de Tolosaldea

Joan Manuel Serrat, espectador de lujo de la Bandera de la ConchaUnai Macias

Un domingo de la Bandera de La Concha es cita inexcusable para propios y extraños en los aledaños de la bahía donostiarra. La Parte Vieja, Urgull y el Muelle son la zona neurálgica de una fiesta que trasciende el deporte. Por eso, es sencillo ver a personalidades de todo tipo en las calles donostiarras.

Uno de los que no se ha querido perder este segundo domingo de La Concha ha sido el célebre cantautor catalán Joan Manuel Serrat, que guarda una especial vinculación con Gipuzkoa. Este domingo departía tras el Portaviones con el periodista Iñaki Gabilondo y el chef Martín Berasategui.

“Vengo a disfrutar de una mañana de remo estupenda, de una de las Banderas más significativas que tiene la temporada de remo”, ha reconocido el músico a NOTICIAS DE GIPUZKOA, antes de recordar que su Catalunya natal es también tierra de remo, con los conocidos llaguts.

Me aficioné desde muy pequeño, desde que conocí no solo las traineras del Cantábrico, sino el remo en Catalunya”, ha añadido Serrat, que preguntado por si va con alguna trainera en la segunda jornada que está a punto de arrancar, se ríe.

Por corazón voy con Tolosaldea, porque pasé mucho tiempo en Villabona y tengo un vínculo muy entrañable con aquellas tierras”, ha señalado Serrat, que ya se dejó ver con el propio Gabilondo la tarde del sábado en Anoeta, en el partido entre la Real Sociedad y el Real Madrid.

La relación de Serrat y Gipuzkoa

A finales de los años 50, cuando tenía unos 15 años, Joan Manuel Serrat pasó un verano en el barrio Oriamendi de Amasa-Villabona por un amigo del colegio, que hizo posible que entrara como aprendiz en la empresa Sacem.

“Allí me pasaba todas las mañanas, de máquina en máquina, de torno a fresa, de fresa a limadora... Por las tardes andábamos con la cuadrilla”, explicó Serrat hace unos años, cuando recordaba los planes que hacía con aquellos amigos guipuzcoanos: “Agarrábamos la bici, íbamos a Tolosa y si teníamos más ánimo, subíamos hasta Zizurkil o nos colocábamos en el puente con la escopeta de balines y disparábamos a las ratas que pasaban junto al Oria. Fueron tiempos hermosos, enriquecedores y maravillosos”.