Hace ya 18 años que el remo entró en otra dimensión. En 2008 se celebró la primera edición femenina de la Bandera de la Concha, un sinónimo de la evolución de la sociedad, aún con mucho camino por recorrer, pero sin duda fue un gran paso que se venía reclamando por las propias protagonistas: un espacio en uno de los días más grandes del verano en el Cantábrico. En aquella edición fueron cuatro las participantes en los dos domingos, y solo ocho remaron en la clasificatoria, en la que incluso hubo embarcaciones llegadas desde tierras catalanas. Ahora, y desde 2016, ocho son las traineras que reman los dos domingos y este año en la clasificatoria ha habido 21, el año con más embarcaciones buscando su plaza para la disputa de la bandera más preciada del Cantábrico. Los datos son fríos, simples números, pero su análisis es más profundo. Es sinónimo de que este deporte está vivo, que sigue teniendo adeptos y que sigue generando unas sensaciones inigualables. Por eso a cada uno de los aficionados y aficionadas al deporte en esta zona el día de hoy le genera un punto de nerviosismo. Es nuestro deporte y nuestra cultura, y eso mantiene viva esta disciplina, y ojalá siga siendo así para las futuras generaciones. Hoy, desde las 11:00, ocho traineras buscarán la gloria en la bahía donostiarra.
Donostia Arraun Lagunak parte como principal favorita a llevarse el título por tercera temporada consecutiva, el que sería el cuarto en cinco años. Este curso, todos los campeonatos, salvo el de Euskadi, se han sumado a su palmarés, además del tercer título de liga consecutivo con doce victorias en las 16 regatas disputadas. Excesos de confianza los justos, pero sí es cierto que haber evitado la clasificatoria y el desgaste que supuso una sesión tan exigente como la del miércoles puede jugar en su favor. El no competir desde hace dos semanas puede que en contra. En ese aspecto es un melón por abrir, y ahí tratarán de ahondar otras embarcaciones. Una de ellas es Tolosaldea, que bogará en la misma tanda y que cerró la liga con un triunfo en Getaria. Las de Ramón Erostarbe han ido de menos a más durante el curso y llegan en buena forma a este final de curso. Se espera viento y alrededor de un metro de ola. Si hay mar la Zerkausia suele mejorar sus prestaciones, pero este deporte dista de ser una ciencia exacta. En esta misma tanda estarán Donostiarra, que marcó el tercer mejor tiempo en la clasificatoria, y Astillero, única embarcación no guipuzcoana que logró pasar el corte.
Orio, por su parte, también va a por la bandera. La Txiki ha estado en muchas ocasiones cerca de Donostia Arraun Lagunak, especialmente a principio de temporada con cinco segundos puestos en las cinco primeras jornadas, dos de ellas por centésimas y otras dos por menos de una trainera de diferencia. Las de Patxi Francés a mitad de temporada no lograron mantener del todo ese gran nivel y se vieron superadas también por Tolosaldea. Quién sabe si tras ver el título liguero ya a una distancia considerable comenzaron a pensar en La Concha. Negarle a las aguiluchas su posibilidad de triunfo sería como mínimo arriesgado, van a por todas. Lo normal es que se lleven el gato al agua en esta segunda tanda. Junto a ellas bogarán traineras como Hibaika, fiel a su cita desde 2013, Hondarribia que mejoró sus prestaciones con mar en la clasificatoria, como era de esperar, y Zumaia, es de suponer que con el susto en el cuerpo ya olvidado tras estar diez minutos eliminada, hasta que se anunció la sanción a Zarautz. La clasificatoria no entiende de favoritismos, y la Saregileak se salvó por los pelos.
Que en el agua la batalla va a ser dura es una evidencia, que el ambiente en tierra va a ser inmejorable también. Que esta disciplina tenga un carácter tan local hace que se acentúe un sentimiento de pertenencia difícil de ver en otros deportes. La gente que rema es tu gente, y la cercanía, unión y respeto que hay entre la afición y las protagonistas hace que estas pruebas durante todo el verano sean especiales. Pero la Bandera de la Concha está marcada en rojo. Es el premio al esfuerzo de diez u once meses para las remeras. Lo que se busca es un premio aún mayor. Una vez que se echa el bote al agua, el objetivo sin duda es ganar. Si es con el calor de tu gente, como va a serlo, mejor aún. Eso da sentido a todo.