COMO aficionado, sucedió lo que no queríamos: La Concha está vista para sentencia tras la primera jornada. Hay que remar la segunda, pero se antoja (casi) imposible que Urdaibai dilapide 33 segundos el próximo domingo. La bandera está hecha. Y lleva la firma de Bermeo. Como remero, me ahorré la tortura de remar ayer, porque se sufre mucho sobre unas aguas tan bravas. Aunque me habría encantado levantarme hoy dolorido tras haber bogado ayer. Y como entrenador, sucedió lo que más solemos temer en esta regata: que arrecie el viento, se enfurezca la mar, y las dos tandas tengan una condiciones muy diferentes.

La de ayer fue la típica regata de mar, mucha mar. Y así se hicieron las diferencias que se hicieron. Pedreña se descolgó desde la salida, ya que partió con el bote cruzado. No resulta nada extraordinario que una embarcación aventaje a otra en más de medio minuto, aunque sí llama la atención que la víctima sea Kaiku. Desde tierra, me pareció que su trainera era ingobernable, aunque mejor que yo podrían responder Asier Zurinaga y José Luis Korta. A ello se unió que la Bizkaitarra remó por la calle uno, y Urdaibai por la cuatro, la mejor ayer junto a la tres. Además, la Bou Bizkaia lo bordó, con un Gorka Aranberri que en el largo de vuelta demostró su instinto en mar. El zarauztarra hizo lo que había que hacer: sujetar la embarcación en la calle cuatro hasta Igeldo, y luego dejar que las olas la fueran llevando hacia la calle cero. Chapeau.

En la segunda tanda, bastante hicieron con ir hasta la baliza y volver. No se podía hacer más. La Donostiarra se encontró con una gran oportunidad para colarse en la tanda de honor, y supo aprovecharla. Saben que Astillero les va a ganar casi siempre, pero les fueron a ganar en el día más señalado de la temporada. Hay que saber y poder estar ahí.

Y no tengo nada contra Astillero, aunque a San Pedro nos perjudicara su alineación indebida. Junto a Kaiku, el jueves por la mañana ya impugnamos la clasificatoria, pero no se nos hizo caso. Al conocer las tres fichas de mi amigo Joseba Fernández, el caso se agravó, pero se tiró por la calle de en medio y se dejó vía libre. Desde la Federación Cántabra y Donostia Kultura me han decepcionado. Unos por engañar. Y otros, por no enmendar el engaño flagrante.