Parte de la grandeza del fútbol reside en cómo puede cambiar el estado de ánimo de un equipo y de su entorno en cuestión de días. El pasado domingo 30 de noviembre, poco antes de las cuatro de la tarde, la Real Sociedad y Anoeta vibraban con el momentáneo 2-2 frente al Villarreal, tras el golazo de falta directa de Ander Barrenetxea. Los txuri-urdin no perdían desde el 5 de octubre previo, habían sumado once de los últimos quince puntos ligueros en juego y añadían a semejante serie un muy buen empate contra el Submarino, logrado a base de fútbol y de alma a partes iguales. Sin embargo, llegó enseguida el mazazo en forma de diana amarilla. Y, una semana después, este sábado en Mendizorrotza, muchas de las positivas sensaciones previas se evaporaron perdiendo ante el Deportivo Alavés.

Este juego depara derrotas y derrotas. Y la Real Sociedad acaba de sufrir en sus carnes dos de naturaleza muy diferente. Lejos de suponer un retroceso, la vivida hace ocho días en Anoeta reforzó en lo futbolístico la ascendente trayectoria que los de Segio Francisco venían describiendo durante el anterior mes y medio. Pero la de Vitoria significó una especie de vuelta a las andadas. Cada partido y cada contexto resultan diferentes. A partir de ahí, si nos ceñimos a la cara ofrecida por el equipo ante el Alavés, principalmente durante la primera parte, podemos comparar su última versión con las mostradas en la segunda mitad de Oviedo, en La Cartuja tras recibir el 2-1 del Betis o en casa cuando el Rayo Vallecano se llevó los tres puntos de Donostia.

Merecido revés

El cuadro blanquiazul no mereció perder contra el Villarreal, ni por asomo. Y la derrota vivida ante el Alavés, mientras, sí puede considerarse justa, analizado el derbi de forma global. Se intuyó en Mendizorrotza que el plan realista pasó allí por, ante el 4-1-4-1 defensivo local, avanzar de inicio por las bandas y terminar conectando luego con Guedes y Kubo, más centrados, en los pasillos interiores. Sin embargo, la idea de Sergio Francisco estuvo lejos de verse plasmada sobre el verde, a lo largo de una primera parte para olvidar, marcada también por el muy buen trabajo local en la contención. La mejoría de la segunda mitad, impulsada por una mayor agresividad con balón y también por las sustituciones realizadas, no se traduciría posteriormente en el empate, yendo la Real a remolque tras un gol babazorro que, más allá de llegar de penalti, fue igualmente producto de una muy buena fase de juego por parte del Alavés.

La trayectoria realista durante la temporada 2025-26.

La trayectoria realista durante la temporada 2025-26.

A los guipuzcoanos les costó ajustarse ante el 3-5-2 que dibujaba en ataque el cuadro local. Y este aprovechó las circunstancias para, en los minutos previos al descanso, poner a la Real mirando constantemente hacia Remiro: ante una medular desguarnecida por la posición de Gorrotxategi como tercer central, los de Coudet gozaron de una superioridad numérica medular en la que basaron sus mejores instantes en todo el derbi. Gracias a ellos forzaron, entre otras cosas, el saque de esquina que originó el definitivo 1-0.

Examen a la vista

El viernes en Anoeta espera un examen importante, no tanto por el momento que atraviesa el rival (el Girona) como por la importancia del partido. El duelo servirá, al fin y al cabo, para determinar en gran parte si lo de Vitoria fue sólo un accidente o si la campaña txuri-urdin se adentra en un nueva fase, menos positiva que la anterior. El curso comenzó con tres encuentros, los previos al parón de septiembre, con sus luces y sus sombras, y en los que la Real pudo merecer más puntos que los logrados (sólo dos). Al reanudarse la Liga, con una instancia de complejo calendario, el equipo pareció perder por momentos todas las cosas buenas que sí había hecho con anterioridad. Y luego, después del segundo parón, el 1-1 de Vigo inició un tiempo de mejoría al que el equipo debe ahora aferrarse pese a la última derrota.