Tranquilidad y buenos alimentos. Al menos, de puertas hacia afuera. Esa es la receta con la que comienza el parón de selecciones. En principio, y por ahora, Sergio Francisco no será destituido en las próximas horas, pero habrá que seguir muy de cerca la evolución del malestar y los nervios de Jokin Aperribay, que será sin duda quien tome una hipotética decisión final en el caso de que el equipo no recobre las constantes vitales en el tramo en el tramo entre los parones de octubre y de noviembre. El consejo de administración de la Real Sociedad, que celebró este lunes una reunión ordinaria, no tomó ninguna decisión, tal y como se esperaba.

Salvo hecatombe en Vigo o ante el Sevilla o en el derbi en casa, el irundarra se mantendrá en el puesto hasta después del partido del Elche, cuando se llegue a los partidos internaciones del mes que viene. Que siga no significa que su puesto no corra peligro y que la dirección deportiva ya esté analizando el mercado y poniéndose en contacto con entrenadores para conocer su disponibilidad a aceptar una oferta para coger las riendas del equipo a mitad de temporada.   

“Esta Real me transmite muy buenas sensaciones”, declaró el presidente el pasado viernes, unas horas antes de que los realistas cayeran con estrépito ante un rival directo, que además venía de jugar el jueves. Pero los que le conocen bien reconocen que lleva semanas nervioso, que ese estado es creciente y que ha perdido mucha confianza y seguridad en Sergio. Con todo lo que ello implica.

El presidente está convencido de que la planificación de la plantilla ha sido muy buena y que se ha reforzado con fichajes muy buenos. Entre otras cosas, porque este año, sin Roberto Olabe, ha participado de nuevo más que nunca en la toma de decisiones. Por lo tanto, como es lógico, considera responsable de no formar un equipo fiable a su entrenador que, como en todos lados, es el lado de la cuerda más débil y el más sencillo que se rompa en situaciones así. Porque los jugadores, señalados, no están a la altura, pero no se puede cambiar a once y a los miembros de la dirección deportiva no les gusta que empiece a subir la porquería y se cuele por debajo de la puerta de sus despachos, por lo que antes de esto ocurra suelen tomar decisiones.  

Responsable

Después de ocho jornadas, casi un cuarto de la competición, el entrenador también tiene su cuota de responsabilidad. Y su mensaje comienza a no calar. Esto es lo que dijo al término del choque: “Para mí, es difícil de asimilar que llevamos una victoria en ocho partidos. Creo que el equipo ha hecho muchas cosas como para llevar sólo una victoria. En cuanto a lo que me preguntas, yo me centro en hacer mi trabajo lo mejor posible, en lo que transmito al grupo, en el plan de partido… A partir de ahí, entiendo que el camino a seguir lo marcarán otros, pero yo creo que el equipo está mucho mejor de lo que dicen los puntos, que de momento el fútbol no nos está devolviendo a nivel de puntos lo que estamos generando”.

No es la primera vez que recurre al manido “merecemos más puntos de los que llevamos”, que defienden todos los entrenadores de la Liga. No se escuchará jamás a ninguno decir lo contrario. Pero cuando has perdido cinco de tus últimos seis encuentros del campeonato y solo has vencido uno en las ocho jornadas que llevamos de campeonato, ese mensaje ya no cuaja

A Sergio se le pueden achacar muchas cosas, como su continuismo, su insistencia en la misma apuesta, su alejamiento de esa versatilidad camaleónica que tanto nos habían vendido de su etapa en categorías menores y que, aunque no sea tan importante, en las malas le perjudica que no transmita en la sala de prensa. Que su equipo mantiene esa tendencia a pegarse un disparo al pie y a tener una mandíbula de cristal que le lleva a la lona tras recibir el primer golpe, incapaz de reaccionar y de remontar. Y que encaja demasiados goles en contras y en jugadas en las que repliega muy mal. Es decir, los mismos males de la última época de Imanol. También hay cuestiones puntuales, como el hecho de contar con Sadiq a las primeras de cambio y sin que estuviera en forma para jugar.

La planificación

La plantilla está a su lado, aunque el hecho de que un entrenador no consiga dotar de las herramientas necesarias al equipo para que saque adelante sus encuentros provoca que se vaya minando la confianza, como sucede siempre en situaciones de este tipo. Esto es otra obviedad.

Ahora bien, Sergio no tiene la culpa de que no le hayan traído ningún punta para paliar la sequía goleadora que arrastra desde hace más de dos años el equipo; de que en la jornada 8 no tenga laterales derechos o centrales de garantías; de que varios jugadores estén fuera de forma y no parezcan muy implicados; de que los fichajes hayan llegado muy tarde y vengan sin ritmo de competición; de que su mayor petición, que era Yangel Herrera, todavía no haya jugado al aterrizar lesionado; de que su presidente se crea el más listo de todo el mercado y que pueda comprar a jugadores venidos a menos y sin continuidad a precio de ganga que se desconoce cuál va a ser su rendimiento, si va a conseguir recuperar el nivel que tuvo algún día en su carrera y que, sin duda, necesitan tiempo para adaptarse y volver a sentir buenas sensaciones.

Y esto es lo que hay, la Real es penúltima empatada a puntos con el Mallorca, que es colista. La situación no es dramática, pero lo que no admite discusión es que o cambia la cosa de forma radical pronto o siete años después en Anoeta rodará la cabeza de un entrenador en la guillotina de Aperribay.