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Sørloth humilla a la Real (4-0)

El noruego destroza a su exequipo con un madrugador ‘hat-trick’ en solo seis minutos que sonrojó a una Real sin alma ni orgullo

Sørloth humilla a la Real (4-0)Juanjo Martín / Efe

Uno de los grandes misterios de las últimas décadas de la Real fue quién fichó a Demetradze. Ahora ya tenemos uno mucho mejor. ¿Quién dejó escapar a Sørloth? Investiguemos. Para Imanol era tan intocable como Oyarzabal. Lo jugaba todo con él, estuviese en perfectas condiciones o tocado de la rodilla. No me quiero ni imaginar la cara que se le quedó cuando el Villarreal anunció por sorpresa su contratación con la original idea de vestirlo de vikingo. ¿Olabe? Fue él quien le contrató dos veces y quien dijo que era el objetivo prioritario para apuntalar la delantera en su comparecencia ante la prensa semanas antes de que explotara la bomba. ¿Entonces? Seguimos con la investigación. La versión oficial de que finalmente recalara en el Villarreal es que iba a hipotecar las cuentas del club cuando cualquier esfuerzo estaría amortizado porque con sus 16 dianas del curso anterior llevó a la Real a la Champions. ¿Y quién es el responsable directo de las cuentas? Solo hay uno. El presidente. El mismo que ya le hizo esperar el verano anterior hasta vender a Isak ante el lógico malestar del noruego, que no pintaba nada en la pretemporada del Leipzig. Así son las cosas y así se las hemos contado.

Después de dos temporadas con un déficit de gol alarmante, impropio de los ambiciosos objetivos por los que peleaba el club y tras dos inversiones muchísimo más caras que lo que costaba el regreso de Sørloth por el doble pago de 20 millones de euros, solo faltaba un acto de justicia poética para poner en evidencia el descalabro final de un proyecto que nos ha hecho soñar y ser felices durante cinco años.

Quien más o quién menos se esperaba una revancha del nórdico en forma de goles, pero nadie podía imaginar lo que estaba por venir. El punta desnudó todas las miserias realistas y confirmó su salida definitiva del vagón noble y privilegiado de los candidatos que luchan por entrar a Europa al anotar la friolera de cuatro goles en media hora. Un hat-trick de auténtica vergüenza en solo cuatro minutos, los que fueron del 7 al 11, y un último cuando no se había alcanzado la media hora. 

Recuerdo que Imanol se frotaba los ojos cuando luchó el nórdico por el pichichi en el Villarreal al anotar varios goles de cabeza que los habría firmado el mismo Kovacevic. Incluso defendía que en Zubieta no paraban de ensayarlo sin éxito. Pero lo que todos conocían era lo letal que era el cañón que atesoraba en su pierna izquierda, con la que se convirtió en tetragoleador. Se preguntarán... Y mientras, la Real ¿qué hacía? El ridículo, porque está muerta desde hace varias semanas y no ofrece ninguna señal de resucitar. 

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Pero el daño no solo fue ese en un día de infausto recuerdo. Las horas previas al partido estuvieron marcadas por la confirmación de que Martin Zubimendi abandonará la Real este verano para recalar en el Arsenal. Era un secreto a voces, solo condicionado por el fichaje de Xabi Alonso por el Madrid, que podía ponerle en un dilema por el enorme interés en que fuese su director de orquesta. Si no había otra opción y la decisión estaba tomada desde hace tiempo, no había nada más que esperar. Martin se había ganado el derecho a decidir porque demostró su amor a los colores en las dos anteriores campañas cuando decidió quedarse para jugar la Champions con el club de su vida y para no que se descompusiera el equipo tras las marchas de Le Normand y Merino.

Pero lo que no se puede aceptar es que uno de los jugadores más importantes del equipo, el faro y el organizador, se pase todo el año en boca de todos por la posibilidad de que se vaya a final de curso. Una situación que no beneficia ni al club, ni a su entorno, ni, sobre todo, a sí mismo, como se ha podido comprobar en la segunda vuelta del campeonato, en la que ha estado a años luz de su mejor nivel. Se le echará mucho de menos y la Real seguro que no volverá a ser la misma. Ni mejor ni peor con el paso del tiempo, pero distinta, seguro, porque si alguno marcaba el ritmo del conjunto de Imanol, ese era el de Ulia. 

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Cuando estaba bien, la orquesta sonaba de maravilla, pero cuando no estaba enchufado, desafinaba y se quedaba muy lejos de su mejor versión. A ver si una vez liberado el incómodo lastre de la presión que supone guardar el secreto de su marcha recupera su juego. Esperemos que los aficionados gunners no le vieran este sábado.

Es que muchas de las opciones de éxito en el Metroplitano pasaban por que el mejor Zubimendi tomara las riendas. El once de Imanol no deparó sorpresas salvo quizá la suplencia de Brais. La defensa fue la esperada, esta vez con las entradas de Aramburu y de Javi López y la continuidad de Jon Martín. En la medular, junto a Zubimendi, entró Sucic, además del intocable Pablo Marín. Y arriba, el tridente de cabecera de Imanol que deslumbró en la Champions compuesto por Kubo, Oyarzabal y Barrenetxea. 

En frente, el esperado Atlético con tres extrealistas, Le Normand, Galán y Sørloth y sin Griezmann. Y en el luminoso, los resultados desfavorables de todos los rivales directos que, como era previsible en algún momento, ganaron sus encuentros. Alguna jornada tenía que pasar, por lo que la exigencia pasaba por la hazaña de asaltar el feudo atlético y no perder el tiempo martirizándonos por las oportunidades perdidas.

Solo Kubo lo intentó sin éxito en todo momento, incluso con un centro que Zubimendi envió fuera en boca de gol. Lo peor es que quedaba la segunda parte entera. Y en el campo del Atlético, con todas las connotaciones que tiene para cualquier aficionado de la Real. Qué pena, quién les ha visto y quién os ve...

A tres centrales

En la reanudación, Imanol pasó a tres centrales al dar descanso a Oyarzabal y Kubo, pero Sørloth remató al larguero solo el primer centro al área. Mariezkurrena, valiente como siempre, protagonizó el único disparo, con la derecha, que paró Oblak, y lo más humillante de todo es que el Atlético tuvo compasión y decidió no atacar más para no despellejar a su rival.

Fin. Esto no tuvo nada que ver con tocar fondo, fue una humillación mucho peor. Que nadie nos venda más la moto de Europa. Esto se ha acabado. A ver si termina la temporada sin hacernos mucho más daño. El nuevo libro se escribirá con la tinta del malestar por jugar los lunes. No lo olviden, qué felices fuimos...