La verdad es que al final nos echamos buenas risas teletransportando los repetidos problemas y las recurrentes quejas del entorno realista en la nevera de Herning. “Esta noche han asistido al estadio 9.314 espectadores”. Con capacidad para 12.000, dónde se han quedado los 3.000 de siempre que no acuden al campo. Y el frío helador no es excusa, ¡si somos daneses! Y el parking estaba lleno. Además, tras el gol de Brais, el ambiente decayó enormemente. Es que los de tribuna no animan. Y lo peor de todo, con tres grados bajo cero y una sensación térmica de casi menos 10, muchos abandonaron la grada minutos antes del final: “Esos que se van, no son del Midtjylland” (rimaba). La verdad es que hemos llegado a un punto en el que nos quejamos de todo. Bueno, desde aquí quiero mandar un abrazo y ensalzar a los cerca de 150 jabatos que acompañaron al equipo y a los que daba un poco de penita ver en una grada visitante casi vacía.

Un viaje costoso e incómodo

Y yo lo entiendo todo y comprendo las limitaciones de todo tipo tanto individuales como grupales para poder acudir a Dinamarca. En los últimos cinco años ha habido muchos gastos, gente que ha roto la hucha y que por el momento está obligada a controlar la economía, ahorrar y seleccionar con detenimiento. Sé que a muchos les gustaría ir, pero no pueden. Que el viaje a Dinamarca era costoso e incómodo, porque era obligatorio volar con escalas. Que el sorteo se celebró dos semanas antes y no había casi tiempo material para organizarse sin que se disparase el coste. Que los ataques y las peleas de ultras dan miedo y han dejado tocado a un amplio sector de la parroquia txuri-urdin. Y, probablemente y además espero y confío en que sea así, muchos se están reservando para asaltar Londres (ojalá) o Manchester, donde nos van a saludar casi por la calle como si fuéramos vecinos (sí, la afición del United, algo increíblemente bien estará haciendo la Real en Europa en los últimos años; por aquí cerca ya lo elevarían a la categoría de derbi seguro). Pero yo, qué quieren que les diga, a mí me produce mucha tristeza ver a tan pocos aficionados en la grada en los partidos europeos. Porque, a pesar de todas las, insisto, comprensibles circunstancias señaladas, algo se ha roto en los últimos meses y no entiendo muy bien por qué. Lo mejor que tenía la Real de Imanol era la inquebrantable comunión con su afición, una emocionante conexión que hacía muy felices a ambas partes, pero algo se ha apagado en los últimos meses. Y los datos, tanto de viajeros como de asistencia en la grada, a pesar de los infames horarios que no hacen más que acabar alejando a los hinchas de los estadios, han bajado mucho.

Llevo 20 años viajando asiduamente con la Real y puedo decir con rotundidad que lo que más me gusta cuando estamos fuera de casa es una ciudad invadida por una marea txuri-urdin y entrar en el campo y verles apretados como sardinas en latas mientras sigo el juego tarareando sus canciones. Seguro que vendrán tiempos mejores… Porque la afición de la Real nunca ha dejado sola a su equipo.

No es cuestión de comparar, porque son muchísimos más, pero mil kilómetros más al sur de Herning, en Gante, una ciudad a la que es mucho más fácil llegar al encontrarse a solo 55 kilómetros del gran aeropuerto de Bruselas y con dos meses para organizar su desplazamiento, más de 1.500 béticos arroparon a su equipo en tierras belgas. Al margen de piques infantiles entre atontados y limitados en las redes sociales, siempre ha sido impresionante la respuesta de la parroquia verdiblanca tanto en su platillo volante, como lo denominaba Lopera, como cuando viajan. Una afición increíble.

Betis, Sevilla, Villarreal...

Es curioso, porque en los últimos años algunos nos han puesto los casos de Betis, Sevilla o Villarreal casi como si fueran el coco. ¿Cuántas veces hemos escuchado aquello de queréis que se convierta la Real en uno como estos? Bueno, cualquiera que entienda la filosofía txuri-urdin, sus señas de identidad, debe aceptar que nuestro camino es otro. Que nuestro club no invierte en la cantera para, a la primera que puede, vender para intentar hacer caja y que le permita afrontar grandes inversiones. Aunque tampoco vayamos a volvernos locos y ser despectivos, que los tres equipos citados han tocado metal en este último lustro. Algo han hecho también muy bien…

Pasó casi inadvertido para muchos. Pero en su intento por recaudar dinero para poder hacer fichajes en el mercado de invierno traspasó a dos de las joyas de su cantera por doce millones de euros al Como de Cesc y por 8 a Catar. Les hablo de Diao, que a sus 19 años ha sido internacional en todas las categorías y que ya había disputado 25 partidos en los que anotó seis goles, y de Rodri, al que Santi ponía antes que a Barrenetxea en el Europeo sub’21 y que acumulaba 127 encuentros en los que había visto puerta en ocho. Ah, y ha cedido a su portero titular al Sporting de Lisboa. ¿Se imaginan que hace eso la Real en enero? Les paso por privado a todos la dirección de la casa de Jokin Aperribay para rodearla con antorchas.

El Betis se ha reforzado

El Betis ha sido el equipo de la Liga que más ha gastado en el mercado invernal y se puede decir que ha cambiado notablemente la fisonomía del equipo. Con la cesión de Antony, un virguero brasileño, por el que pagó casi cien millones nuestro vecino del United al Ajax y la contratación del Cucho Hernández, por trece millones.

Como dice el famoso meme, “no sé Rick”, yo creo que no encaja en el modelo realista escribir tantos libros nuevos a lo largo de la temporada. Nos volveríamos muy locos y cuando lo hicimos era en tiempos inmemoriales porque estábamos dando bandazos sin rumbo fijo para intentar alejarnos del infierno.

Un calendario casi inhumano

Eso sí, tiene que haber un término medio. Yo también entiendo que las apreturas del calendario son casi inhumanas y que la Real se encuentra en un momento en el que su único plan es ir sobreviviendo. Pero sinceramente, me sorprende que haya tantas quejas por el cansancio, hasta el punto de salir en la ida de todo un cruce en Europa, con la espina clavada que arrastramos en estos años, con un once revolucionario y totalmente inesperado. Y no me vale con el “si pasamos esta ronda, vamos a tener 19 partidos seguidos, es una auténtica locura. Lo que es evidente es que necesito rotar, de una manera u otra acertar en las cargas de los jugadores”. Ni menos aún con el “no pueden jugar juntos Óskarsson y Oyarzabal porque me quedo sin punta en el banquillo por si se complica la cosa”. Porque sabíamos perfectamente la que se nos avecinaba y que una plantilla con posibilidades como la realista hubiese agradecido y mucho el refuerzo de un jugador ofensivo que, además de aportar, hubiese permitido mejorar la calidad en la nueva era de las rotaciones. Pero, como casi todo en el fútbol, se trata de tomar decisiones y de acertar. Y la estadística de Imanol, que ha tenido que pedir a La Habana otro par de cajas de puros que se fuma cuando llega a casa y lee los comentarios de los que vaticinaban un nuevo desastre y se dan de bruces con un nuevo éxito del técnico, no admite discusión. Otro más. Con el oriotarra siempre resulta preferible refugiarse en la cobarde profecía del pasado que te garantiza acertar siempre… ¡A por ellos! l