¿Tendría que haber jugado la Real Sociedad en Vigo con defensa de cinco? Lo cierto es que lo hizo: cuando el Celta tenía el balón, los txuri-urdin cerraban atrás con tres centrales y dos carrileros. Sin embargo, la apuesta de Imanol consistió de partida en mantener el habitual 4-3-3. ¿Cómo poblaba entonces la retaguardia mientras atacaba el rival? Pues retrasando unos metros la posición de Beñat Turrientes, quien sufrió lo que no está en los escritos con Alfon. Seguro que el entrenador txuri-urdin le dio muchas vueltas al asunto durante las horas previas a un partido cuya historia táctica es la siguiente.
1- El análisis previo
El Celta es un equipo peculiar en Primera División. Juega con una especie de 3-4-3 cuyos carrileros resultan muy ofensivos y cuyos teóricos extremos tienen tendencia a moverse en zonas más interiores, precisamente para dejar las bandas libres a los propios carrileros. Los movimientos descritos llevan a menudo al cuadro vigués a amenazar con un frente de ataque compuesto por hasta cinco futbolistas: ambos carrileros por fuera, ambos extremos algo más centrados, y el delantero centro.
2- El precedente
Pese a la mencionada peculiaridad del dibujo celtiña, la Real no se enfrentaba en Balaídos a un contexto desconocido. Ya había tenido enfrente esta misma temporada a un adversario con esquema similar o prácticamente idéntico: el Niza. Y aquel 25 de septiembre, en la primera jornada de la Europa League, Imanol movió ficha de forma muy clara. Los franceses también llegaban a amenazar con una línea de hasta cinco atacantes, por lo que el técnico oriotarra apostó por igualar esta circunstancia mediante una defensa fija de cinco: Zubeldia, Jon Martín y Pacheco en el eje, con Odriozola y Aihen en los carriles.
3- ¿Y para Vigo qué?
Casi tres meses después de aquel encuentro en tierras galas, Imanol preparó esta semana la visita al Celta. Y seguro que contempló la opción de repetir su apuesta de Niza. Sin embargo, se decantó finalmente por un sistema híbrido en Balaídos: en ataque el equipo siguió dibujando su habitual 4-3-3, mientras que en defensa tocó ajustar para poder emparejarse con esos cinco atacantes del adversario. Al fin y al cabo, el equipo venía de una semana limpia, la racha reciente era muy buena y, a diferencia de lo sucedido en Francia (donde se produjeron rotaciones), el entrenador contaba en principio con un Zubimendi muy capacitado para ejecutar un doble rol: pivote con balón, tercer central sin él.
4- ¿Hubo tiempo para cambiar?
Nos plantamos ya en la mañana de este sábado 21 de diciembre. Martin Zubimendi amaneció dolorido y causó baja. ¿Tenía margen Imanol para modificar el dibujo horas antes del encuentro? No sabemos si se lo planteó. Ni siquiera conocemos los tiempos con lo que se pueden gestionar este tipo de variaciones sobre la marcha. El caso es que, en el hotel de Vigo, el entrenador txuri-urdin renunció a la posibilidad de introducir una zaga de cinco agregando un central más al once (en lugar de Zubimendi). De este modo, Alguacil apostó por un hombre por hombre respecto al plan inicial y entró en la alineación Beñat Turrientes. Al beasaindarra le tocó así ejercer de tercer central cuando el Celta tenía el balón, pese a que su perfil no es el del propio Zubimendi.
5- El Celta hurga en la herida
Durante los minutos previos al partido, las hojas de alineaciones dibujaron un panorama más complejo si cabe, porque Aguerd causó también baja por unas molestias (entró Pacheco), e igualmente porque el Celta pareció dispuesto a explotar esas posibles dificultades de la Real a la hora de defender mediante un dibujo híbrido. El técnico local, Claudio Giráldez, renunció para las posiciones de extremos a dos futbolistas más estáticos como Swedberg y Aspas, dando entrada a la electricidad y la profundidad de Pablo Durán y Alfon. Gran acierto del técnico gallego.
6- Punto de sufrimiento
La verticalidad de Alfon, el par de Turrientes, se convirtió enseguida en el principal foco de peligro vigués. El Celta buscó con ahínco las situaciones de duelo invidual entre ambos, atrayendo a Aihen para que el navarro avanzara en la presión y lanzando envíos por banda que debía defender el beasaindarra fuera de su parcela habitual, con muchos metros a la espalda y sin red de seguridad.
7- Un partido de duelos
Ese Alfon-Turrientes significó un enfrentamiento clave durante la primera parte, pero tampoco explica por sí mismo todo lo sucedido durante esos 45 minutos. Un análisis más general del encuentro habla de un partido marcado sobre todo por los duelos individuales que se dieron en todo el campo, contexto en el que la Real fue claramente perdedora. Las bajas de Aguerd y Zubimendi le perjudicaron mucho en este sentido. Y, en ataque, el equipo echó mucho de menos perfiles que le facilitaran las cosas ante la muy buena presión del Celta: Óskarsson y Becker, los dos futbolistas más amenazantes al espacio de todo el plantel, estaban en el banquillo, y tampoco es que el equipo txuri-urdin cuente en nómina con un delantero destinatario de balones largos que se convierta en faro cuando el adversario aprieta.
8- Los dos goles
El Celta marcó sus tantos en dos aciones que la Real defendió con la ya vista defensa de cinco, Turrientes incluido. El 1-0, eso sí, se dio con motivo de un contragolpe que los txuri-urdin acertaron a frenar ubicándose según lo descrito. A partir de ahí, entró en juego el acierto de un cuadro local que tuvo en Borja Iglesias a una pieza muy inteligente. El delantero centro vigués se emparejó con Zubeldia para evitar que el azkoitiarra saliera a por su teórico par, Durán. Así, este pudo recibir con tiempo y espacio para armar el disparo y marcar la primera diana del encuentro.
El segundo gol, mientras, también se dio en una acción defendida con línea de cinco y Turrientes de central zurdo. Tras una pérdida de balón de Aihen, el beasaindarra fue superado por una buena pared entre Borja y Alfon, quien asistió a Durán.
9- El ajuste
Si intuimos que Imanol le dio vueltas a la posible defensa fija de cinco, durante la semana y en las horas previas al encuentro, lo hacemos principalmente porque el técnico cambió de sistema en el descanso. Durante la segunda mitad, el equipo defendió exactamente igual que en la primera, aunque con perfiles más naturales en la zaga (Pacheco como central zurdo tras la entrada de Jon Martín). En ataque, mientras, la Real renunció ya al 4-3-3 de la primera parte y dibujó una especie de 3-4-3 muy parecido al del Celta, con Aramburu y Sergio Gómez de carrileros asumiendo todas sus respectivas bandas.
10- Mejoría insuficiente
Por una simple cuestión de estabilidad en el dibujo (el mismo para atacar y defender) y de perfiles de los protagonistas (tres centrales en el eje de la zaga), la Real controló mejor al Celta durante la segunda parte. Sin embargo, los txuri-urdin continuaron siendo inferiores y siguieron mostrando determinadas carencias, apuntando además una de ellas a los mismos problemas previos: es cierto que Turrientes sufrió anteriormente con Alfon, pero también lo hizo tras el descanso un Jon Pacheco a menudo dubitativo a la hora de acosar al chisposo futbolista local. En líneas más generales, mientras, la escuadra blanquiazul nunca tuvo opciones de engancharse a un encuentro en el que todo se juntó: gran nivel del rival, bajas importantes en el bando txuri-urdin y dudas en lo táctico ante las que Imanol, condicionado por las circunstancias físicas del plantel, no acabó de acertar.