Si sigo aquí sentado en esta silla es porque siempre me he tomado los partidos en serio”, declaró la víspera Imanol para luego añadir: “Independientemente de la alineación que saque”. Bueno, está claro que al técnico oriotarra le gustan las emociones fuertes esta temporada porque jugó con fuego al no apostar de inicio por ninguno de sus titulares y la cosa pudo acabar en su primera gran tragedia en la Copa en forma de KO prematuro ante un rival menor. Dicho esto con todo el respeto e incluso admiración por la ilusión con la que afrontó el Conquense un duelo ante uno de los pesos pesados que podía tocarle en suerte. Tras un partido lamentable, en el que se confirmó una vez más que la fórmula de cambiar todo nunca funciona en la Real por la simple razón de que no están acostumbrados ni a jugar ni a hacerlo juntos, un gol de Brais Méndez en el primer minuto de la prórroga (sí, han leído bien, de un tiempo extra de media hora ante un Segunda RFEF) le dio el pase para la tercera eliminatoria copera, en la que competirá seguro con la mayoría de sus vacas sagradas. Lo hará, entre otras cosas, porque el susto que se llevó ayer el preparador txuri-urdin fue de los gordos. Y las consecuencias de lo que podía haber sido y al final no fue seguro que todavía no las ha calibrado bien. Porque siempre habrá un antes y un después de una catástrofe del tipo que se rozó aquella fría noche en Cuenca.

Imanol no sintió vértigo por las eliminaciones de cuatro Primeras y por los problemas de la mayoría del resto de equipos ante rivales de dos o más categorías por debajo. “Al entrar al vestuario no he felicitado a los que han jugado o han salido del banquillo, sino a los que no han participado, a los que muchas veces se están quedando fuera de las convocatorias porque esos jugadores me dan la vida. Y eso, para mí, es más importante que cualquier victoria como haya podido ser esta de Champions”, declaró el técnico nada más ganar al Barcelona en el partido de lo que llevamos de año. Su agradecimiento se convirtió en confianza al no dudar en alinear a su unidad B al completo, ya que tampoco podría contar con muchos efectivos del filial que mañana afrontarán una jornada de Liga.

Marrero en la portería; Odriozola, Jon Martín, Pacheco y Javi López, en defensa; Urko, Olasagasti y Pablo Marín, en la sala de máquinas; y Becker, Sadiq y Magunazelaia, arriba. Es decir, un once integrado en su totalidad por jugadores de la primera plantilla, aunque ninguno de ellos jugó de salida en las victorias ante el Ajax y el Betis. Ocho canteranos y la presencia de Sadiq en punta como gran atractivo de la cita. Enfrente un Conquense dispuesto a disfrutar de una noche mágica al afrontar su segundo duelo ante un Primera de su historia. El primero, también en la Copa, se saldó con una ajustada derrota por 2-3 ante el Atlético de Madrid. Y ojo, la fama que le precede de vender siempre muy cara su piel cuando el estadio era una caldera como ayer noche. 

Su planteamiento fue lo menos alegre de la velada, con dos líneas muy juntas y Antonio Fernández solo en punta. Lo esperado en un conjunto de la Segunda RFEF cuando le visita un rival de elite. 

Coquense - Real Álvaro del Olmo

Rotación masiva

Como todos sabemos de sobra, las rotaciones masivas no suelen funcionar en la Real. Y así se vio en la primera parte, en la que, salvo un oasis entre los minutos 7 y 9, con tres ocasiones, el resto fue un quiero y no puedo de los realistas. Con posesiones lentas y previsibles, que, aparte de ser poco precisas y profundas, no descolocaban a la ordenada zaga local y, lo que es peor, no les cansaba. Defendían bien puestos y sin agobios, con estar ordenados les era suficiente. Solo Olasagasti se mostró algo inspirado entre líneas, aunque sin excesiva continuidad. El resto de compañeros de línea, y la delantera, estuvo muy por debajo del nivel esperado antes del entreacto.

Olasagasti fue el primero en probar al portero Raúl Bernabéu con un disparo colocado que desvió sin excesivos apuros. Casi a renglón seguido, el donostiarra metió un buen pase a Pablo Marín, que dejó atrás al meta, pero su chut con su pierna buena lo salvó bajo palos Titi. Y en el saque de esquina, Jon Martín cabeceó fuera. Dos minutos después el Conquense nos confirmó a todos que si la Real no estaba atenta se iba a llevar un susto morrocotudo en una acción que finalizó Serrano con un gran disparo que desvió con una felina estirada Marrero. 

Al cuarto de hora, Javi López estrelló un centro-chut en el larguero y después llegó el apagón realista. Incluso pasada la media hora Olivares volvió a probar a Marrero. La Real dominó en el tramo final con sobredosis de centros sin precisión y sin rematadores, aunque en el descuento García Verdura no quiso pitar un penalti claro por mano de Pedro Inglés. La tenía despegada del cuerpo y el balón iba a entre los tres palos, por lo que no admitía discusión, pero, como no había VAR, pues todo se quedó ahí. Como si no hubiera pasado lo que realmente ocurrió: que con 0-0 le tangaron una pena máxima a la unidad B, que completó una primera parte más que decepcionante en Cuenca.

Lo que pareció un comienzo prometedor en la reanudación se quedó en muy poca cosa. Sadiq probó suerte sin ángulo, en una jugada parecida a la del Betis. Pablo Marín no encontró portería a botepronto dentro del área. Los minutos fueron pasando y, como es normal, el Conquense se armó de confianza y de autoestima para multiplicar su fe y lo que, en el inicio parecía un milagro, en el minuto 70 ya no lo parecía tanto. Menos aún cuando Antonio Fernández se plantó solo delante de Marrero y su chut se marchó por encima del larguero. Susto de los gordos.

Ya con el séptimo de caballería en el campo al salir Brais y Oyarzabal, además de Sergio y Barrenetxea, que habían entrado antes, llegaron dos buenas opciones de los realistas a balón parado botado por el gallego que Urko ni, por supuesto, Sadiq, convirtieron en gol. El final del partido fue de lo más desesperante, con la Real dando cien pases sin profundidad consumiendo todo el tiempo sin ponerla en el área. Para comer cerillas.

La prórroga

En el primer minuto de la prórroga llegó el ansiado gol en un buen pase atrás de Sergio que Brais introdujo en la portería con un disparo tan flojo que pareció un pase y que se coló entre las piernas de dos defensas antes de entrar. Un tanto a la altura del bodrio del encuentro. A partir de ahí la Real impuso su ley con ocasiones de Oyarzabal y un par de Mariezkurrena. Mientras no sentenciara, la eliminatoria estaba abierta y el Conquense, casi sin gasolina, seguía dispuesto a no tirar la toalla.   

En la segunda parte los blanquiazules continuaron dejando abierto el duelo, sin generar apenas ocasiones de peligro para finiquitar un trámite que se complicó y se alargó demasiado. Incluso en el 118’ José Álvarez tuvo el empate en sus botas, pero estuvo atento Marrero.

Y se acabó. 0-1 y a otra cosa. Cuanto antes se olvide lo que se vivió en Cuenca será mejor para todos. Pero el antídoto txuri-urdin del druida Imanol para subsanar que la Real es junto al Espanyol el conjunto que más veces ha caído ante un rival menor pareció perder eficacia con una prórroga que se debía haber evitado. Sobre todo cuando el domingo visitas a un Leganés que la víspera pasó en los penaltis pero que anoche se frotaría las manos con el desgaste de su visitante. La Real está en la tercera ronda, que era lo que importaba, pero ayer jugó con fuego y estuvo demasiado cerca de quemarse en el infiernos. Menos mal...