En verano de 2009 la Real Sociedad se vio ante su tercer curso consecutivo en Segunda División y apostó por Martín Lasarte, a modo de electroshock. El uruguayo conectó los desfibriladores y dio mucha vida al club, con el ascenso y la posterior permanencia, pero dos campañas después de su llegada parecía claro que se necesitaba algo más. Fue entonces, en 2011, cuando Loren introdujo a la entidad en otra dimensión, mirando hacia fuera y conectando toda la estructura a las nuevas tendencias. Con Montanier no vino sólo un entrenador, sino una nueva forma de hacer las cosas en lo general. Un fútbol más moderno. Una metodología integral para todos los equipos txuri-urdin, desde el infantil hasta el senior. Y, en definitiva, una mirada al juego como epicentro de todo. Entonces sólo habían pasado once meses desde el regreso a la máxima categoría. Trece años después, podemos hablar ya de ocho billetes europeos y un título de Copa.
Una idea
Durante todo este tiempo, con Olabe evolucionando y mejorando la obra anterior, han pasado por la Real muy buenos futbolistas. La fuerza del club, sin embargo, siempre ha residido en el trabajo colectivo. El equipo lleva grabada a fuego en la frente una idea troncal relacionada con la asociación desde el pase, y que ha sabido matizarse con el paso de las temporadas. Cuando la escuadra txuri-urdin ha sido fiel a ese estilo, tirando de entrenamiento y de paciencia, ha recogido frutos interesantes. Mientras, ha naufragado cuando se ha apartado del camino en cuestión recurriendo a técnicos no alineados con la citada filosofía (Moyes y Asier Garitano). La hemeroteca debe llevarnos a la paciencia. Y no al nerviosismo.
Tranquilidad
Osasuna ganó en Anoeta hace nueve días y pareció que se acababa el mundo, mostrándonos el fútbol lo que realmente es, un reflejo de la sociedad en la que nos movemos. Tanto en este deporte como en la vida en general, tendemos siempre a desear aquello que no tenemos. Es decir, un portero que la reviente y no arriesgue el balón, centrales a la vieja usanza que no hagan prisioneros y delanteros tanque que rematen lavadoras y resuelvan por sí solos (como si fuera así de fácil) partidos que se atragantan. Al menos esta semana los anhelos del personal no van a resultar tan ruidosos, porque la Real ganó al Sevilla, porque marcó Oyarzabal (aunque fuera de penalti) y porque en el bando rival Isaac Romero e Iheanacho fallaron dos goles cantados, en contraste con el acierto del rojillo Budimir. Circunstancias así de puntuales al margen, deberíamos hacer todos un esfuerzo por comprender el proceso en el que se halla inmerso el equipo. Le haríamos un pequeño gran favor.
Nuevo ciclo
Viene esta Real de una pretemporada valiente, durante la que ha apretado el botón de Reset antes de que el ciclo anterior muriera por inanición. O por falta de resultados, que viene a ser lo mismo. A estas alturas ya sabemos que el famoso nuevo libro va a significar, en materia futbolística, una continuación de la saga, pues no se atisban en el juego txuri-urdin cambios radicales respecto a anteriores campañas. Sin embargo, no podemos pedir ya a los protagonistas entrantes que se conviertan en héroes, pues están algo verdes y nos encontramos todavía en los capítulos iniciales. Se han sumado al equipo cinco habituales nacidos en el actual milenio: Sergio Gómez (2000), Jon Mikel Aramburu, Javi López, Luka Sucic (2002) y Orri Óskarsson (2004). Resulta normal, por lo tanto, que esta nueva Real dé sus primeros pasos de forma algo irregular. Yo me quedo con que, más allá de días mejores y peores, avanza con la coherencia que le otorga un guión claro.
0-2 en Sevilla
Bien por Imanol. El domingo alineó a quienes estimó oportuno (faltaría más), mirando a los roles antes que a demarcaciones o a etiquetas. En cualquier caso, no fue el resultado lo que le dio la razón, sino la forma en que se llegó al mismo. Kubo robó el balón previo al 0-1. Y Aguerd inició luego la acción del gol. Un delantero defendiendo. Un defensa atacando. La Real sale siempre al campo con once jugadores. Jugadores en la más amplia expresión de la palabra.
VIKTORIA PLZEN: EL NIVEL CHECO COMO AVISO A NAVEGANTES
La cuarta jornada de la Europa League espera a la vuelta de la esquina, con la Real visitando el jueves al Viktoria Plzen. De los rivales que ha tenido el cuadro txuri-urdin en el torneo esta temporada, el checo es con total probabilidad el que mejor trayectoria reciente posee. Quizás su nombre no diga gran cosa, pero se trata de un club que ha ganado seis ligas nacionales de las últimas catorce. Fue campeón en 2011, 2013, 2015, 2016, 2018 y 2022, superando siempre (obviamente) a los históricos Slavia y Sparta de Praga. Podríamos cuestionar aquí el nivel del campeonato checo, pero lo cierto es que tanto los citados Slavia y Sparta como el propio Viktoria vienen encumbrándolo este mismo curso con buenos partidos continentales. El rival txuri-urdin, por ejemplo, empató en la primera jornada en Frankfurt (3-3).
COPA DEL REY: UN FORMATO QUE LO COMPLICA TODO
Como veníamos de Guatepeor, Guatemala nos pareció el paraíso. En 2019, el ínclito Luis Rubiales cambió el formato de la Copa. El anterior resultaba un bodrio, así que agradecimos las eliminatorias a partido único (me siguen pareciendo bien) y los duelos ante rivales de categorías muy bajas. Ahora, transcurridos cinco años, toca subrayar que lo de los equipos de Primera visitando a clubes amateurs ha perdido su gracia, pues hablamos de enfrentamientos que carecen de lo más importante: emoción por el resultado. El caso es que el sistema nació condicionado para que se produzcan duelos de este tipo, y que se dificultan así las cosas en caso de aplazamientos como el del Jove-Real: la segunda ronda no se puede sortear hasta que no se sepa quién pasa, de ahí las urgencias por jugarlo.