La Real Sociedad visita este sábado al Girona en Montilivi (18.30 horas), en un duelo que los locales afrontan tras un dubitativo inicio de temporada (doce puntos de 27 posibles). Se trata de una circunstancia lógica, pues la buena campaña de los de Míchel el año pasado provocó este verano numerosas salidas de futbolistas importantes. Se marcharon hasta cinco titulares habituales: Yan Couto (Borussia Dortmund), Éric García (Barcelona), Aleix García (Leverkusen), Savinho (Manchester City) y Artem Dovbyk (Roma). Y de momento semejantes pérdidas no terminan de subsanarse mediante las caras nuevas, aunque todo se enmarca dentro de un proceso con el guión más que claro. La idea futbolística del entrenador Míchel no se negocia, y esto significa un punto a favor, aunque la elevada nómina de ausentes podría obligar al técnico madrileño a introducir matices de estructura, casi obligados.
El Girona llega al partido contra la Real en una delicada situación en cuanto a disponibilidad de efectivos. Si durante el verano se marcharon cinco titulares del pasado curso, otros dos, Blind y Tsygankov, se encuentran lesionados, causando baja ante los txuri-urdin. También se ausentarán por motivos físicos Blind, Oriol Romeu, Portu y el joven pivote Jhon Solís, por lo que Míchel no tiene mucho donde elegir. A estas bajas cabe sumar las de Bryan Gil y el colombiano Asprilla, confirmadas este mismo viernes en un parte médico que también incluye al portero suplente Pau López.
El andaluz, llegado desde el Tottenham, es uno de los numerosos refuerzos estivales de un equipo que ha fichado, principalmente, para apuntalar su ataque. Ante la Real, varios de los hombres más ofensivos podrían ser recién llegados: Van de Beek (Manchester United), Danjuma (Villarreal) y Abel Ruiz (Braga). Además, en el eje de la zaga formaría frente a los txuri-urdin el checo Krejci (Sparta de Praga), y tiene opciones de figurar en el lateral derecho Alejandro Francés (Zaragoza).
Un dibujo de base
Sí, el Girona forma algo parecido a un 4-3-3 o 4-2-3-1, en función de cómo se ubiquen sus dos centrocampistas más defensivos. Este el dibujo de base de los de Míchel, pero significa simplemente un punto de partida. Los movimientos que acostumbran a ejecutar los catalanes mutan la estructura de forma muy clara, y pocas son las fases de los partidos en los que ese esquema inicial puede apreciarse sobre el césped.
Al fin y al cabo, todo suele cambiar al echar a rodar el balón. Cuando el Girona ataca, acostumbra a formar con una especie de 3-4-3 cuyo centro del campo, en forma de cuadrado, dibuja dos alturas: un doble pivote y una doble mediapunta. En dicha mediapunta suele figurar el lateral izquierdo Miguel Gutiérrez, quien abandona su teórica demarcación y se suma a carriles interiores.
Orientados a la derecha
Pero no sólo varía el dibujo del equipo catalán, sino también la simetría del mismo. El movimiento de piezas no implica únicamente cambiar el sistema, sino que supone, tal y como se aprecia en la imagen previa, una tendencia a sobrecargar el lado derecho y liberar el izquierdo. El Girona suele juntar en mayor medida a sus futbolistas en el sector diestro, con el lateral Arnau, el pivote Iván Martín, las caídas del mediapunta Van de Beek y el buen pie de extremos como Asprilla, Bryan Gil o Tsygankov. Cuando reciben el colombiano o el andaluz, especialmente el colombiano, se orientan hacia dentro y buscan rupturas profundas de sus compañeros a la espalda de la defensa. Sin embargo, este registro del juego catalán queda muy mermado dada la plaga de bajas que afecta a los citados extremos.
Desde la derecha puede nacer combinaciones muy prometedoras rumbo al área rival, pero también interesantes diagonales hacia el extremo del lado izquierdo, muchas veces libre de marca ante la basculación del adversario. El Girona dota así a su juego de cierta imprevisibilidad: puede hacer daño a sus rivales mediante la asociación en espacios reducidos, pero también explotando la velocidad a campo abierto y el mano a mano de sus jugadores más profundos.
Un serio problema
Regresemos a un asunto anterior, el de las ausencias en este Girona. Se marcharon durante el mercado estival futbolistas que le daban una sobresaliente salida al balón como Éric García o Aleix García. Y además se encuentran lesionados dos jugadores muy aptos para esta misma tarea como Blind (duda ante la Real) y Oriol Romeu. De este modo, está correspondiendo tomar riesgos en el inicio de los ataques a hombres menos dotados técnicamente como el meta Gazzaniga o el central David López, de ahí que el cuadro catalán haya recibido ya varios goles tras pérdidas comprometidas.
Matizándose en defensa
Cuando no posee el balón, el Girona suele defender mediante un dibujo 4-4-2 que implica la subida de Van de Beek a la primera línea, junto al delantero centro. En fases de presión agesiva, dicho esquema puede implicar una estructura de emparejamientos al hombre ante un 4-3-3 como el de la Real, siempre y cuando uno de los centrales salte a por un centrocampista rival.
En cualquier caso, cabe también la posibilidad de que el Girona apueste por matizar con tintes algo más conservadores su comportamiento sin balón. Así lo hizo, por ejemplo, en su último partido contra el Athletic (victoria 2-1 en Montilivi), duelo en el que Míchel apostó por situar al propio Van de Beek junto al pivote Galarreta y flotar a alguno de los dos centrales (principalmente a Paredes), quedando Abel Ruiz con Vivian y con el citado Paredes.