La Real Sociedad cosechó este domingo un buen punto contra el Atlético de Madrid. Pudieron ser tres de haberse mostrado los txuri-urdin más acertados de cara a puerta, pero el hecho de que el definitivo 1-1 llegara durante los minutos finales dejó un positivo sabor de boca. El equipo de Imanol supo mezclar la naturaleza de sus ofensivas, sobre todo después del descanso, y consiguió así amenazar al rival desde cierta imprevisibilidad, alternando los avances por banda y las rupturas en profundidad por el carril central.
El partido comenzó muy mal para los intereses blanquiazules, con un gol de Julián Álvarez precedido de una fase de presión alta realista. Es cierto que medió robo de Sergio Gómez y posterior pérdida de Sucic, iniciándose entonces el ataque definitivo del Atlético. Sin embargo, la acción ya había generado problemas desde un principio, pues el carrilero derecho visitante Nahuel Molina pidió el balón en posición muy baja y obligó a Javi López a completar un recorrido muy largo. El canario no llegó a apretar bien al argentino, y la posterior transición le cogió alejado de la línea defensiva. El citado Sergio Gómez, mientras, apenas tuvo que moverse para quedarse con Barrios...
Fue una lástima que la Real encajara ese gol, porque enseguida ajustó este pequeño problema. Sergio Gómez y Javi López intercambiaron sus respectivos roles a la hora de apretar, y los txuri-urdin controlaron mucho mejor los posibles contragolpes del Atlético. Esto, unido a una notable presión tras pérdida, llevó el partido a un contexto de dirección única, en el que los de Simeone se dedicaban únicamente a defenderse, sin hallar opciones para estirar al equipo.
Buena parte del encuentro significó para los de Imanol una sucesión de ataques en estático ante un Atlético de Madrid que se defendía mediante un claro 5-4-1. En las posiciones de extremo, Barrios y Griezmann se ubicaron a la perfección: dentro para tapar los posibles pases interiores a Sucic o Sergio Gómez, pero lo suficientemente abiertos como para echar una mano a Galán y Molina con Take Kubo y Sheraldo Becker respectivamente.
Los guipuzcoanos ya estuvieron cerca de empatar antes del descanso, aunque intensificaron sus ofensivas durante la segunda parte. En los primeros 45 minutos, Oyarzabal ya había lanzando algún desmarque para contribuir a mezclar el juego, centrado en general en avanzar por banda. Después del intermedio, mientras, el propio Oyarzabal, Brais, Sucic e incluso Zubimendi se dedicaron en mayor medida a intentar romper al espacio mediante carreras profundas entre los centrales atléticos, tratando de aprovechar que la zaga de los de Simeone se ensanchaba y dejaba muchos metros entre Molina y Galán (o Reinildo al final).
Así mantuvo la Real más que ocupado al Atlético de Madrid durante todo el partido: ataques por banda, rupturas en profundidad, una buena presión tras pérdida, emparejamientos ajustados a la hora de apretar arriba... Los de Imanol Alguacil completaron una notable actuación que les llevó a obtener un punto casi sobre la bocina, y a merecer una victoria que estuvieron próximos a conseguir mediante los acercamientos finales.