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[Tribuna txuri-urdin] "¿Pero qué esperábamos?", por Marco Rodrigo

El pan y la mantequilla de la Liga te atiborran a partidos como el de Mallorca, muy alejados de lo vivido el sábado ante el Real Madrid

[Tribuna txuri-urdin] "¿Pero qué esperábamos?", por Marco RodrigoCATI CLADERA

Un servidor tardó poco en comprobar, cuando lo de las matemáticas empezó a complicarse en el colegio, que los números no eran lo suyo. Tuve suficiente con las sumas, las restas, las divisiones y las multiplicaciones. Luego me sacaron de lo sencillo y trataron de introducirme en el maravilloso mundo de las raíces cuadradas, las derivadas y las ecuaciones de segundo grado. Naufragué. El boletín de las notas no mentía, y aquellas malas calificaciones contrastaban con los buenos resultados que siempre había obtenido. En casa, sin embargo, enseguida captaron lo que había y nunca se sorprendieron ante aquella supuesta irregularidad. “No entiendo por qué sacas un sobresaliente el lunes y suspendes el jueves”, podrían haberme dicho. “Joder, pues porque el primer examen era de geografía y el segundo de álgebra”, habría respondido yo.

Aviso a navegantes

Imanol también sabe captar lo que hay en su Real. El lunes a mediodía, menos de 48 horas después del muy buen partido contra el Real Madrid, lanzó un aviso a navegantes en vísperas de visitar al Mallorca. “Es ahora cuando quiero ver al equipo...”. El examen del fin de semana había resultado propicio para brillar, ante un conjunto merengue que te incita a presionarle a degüello. En Son Moix, mientras, los txuri-urdin se enfrentaban a una prueba muy diferente, a un test de esos que costaban y se atragantaban incluso en la época del anterior “libro”, que diría Aperribay. Meter mano a un rival juntito es lo más difícil que hay en el fútbol. A partir de ahí, obviamente, entra también en juego la calidad de unos y de otros, y casi siempre estarás más cerca de la victoria contra un equipo de media tabla que frente al campeón de Europa. 

Las preguntas de Jagoba

Puntualizo lo de “casi siempre” porque no ha sido el caso en los dos últimos encuentros. La Real mereció ganar al Madrid. No así al Mallorca. Y qué más da... El caso es que el fútbol txuri-urdin en Son Moix viene a representar más fielmente que el del sábado el momento del equipo. Tuvo mucho mérito plantar cara de semejante manera a los de Ancelotti y a su arriesgada propuesta combinativa desde la defensa. La mayoría de rivales, sin embargo, nos van a plantear preguntas como las formuladas por Jagoba, que para algo era profesor antes de dedicarse profesionalmente a los banquillos. “¿Me vas a presionar arriba? Pues te atraigo con un primer pase y después juego en largo hacia mis puntas. A mí no vas a robarme alto. ¿Quieres hacerme daño con tu ataque posicional? Pues te pego un delantero a Zubimendi y coloco en los extremos a dos futbolistas con trabajo interior. ¿Nos buscas las cosquillas con diagonales al otro costado? Pues hundo sin rubor a mi pivote y cierro atrás con línea de cinco”. Los de Imanol pudieron jugar mejor en Palma. Muchísimo mejor. Pero, en el caso de conseguirlo, lo habrían hecho por vías muy distintas a las que les vieron lucirse en el partido anterior. ¿Qué nos esperábamos?

Una pobre Real

Yo esperaba para Mallorca un partido de características muy parecidas a las que finalmente se dieron. Y tenía también preparada la lupa para ver si detectaba en la Real una mejoría en contextos de atasco ofensivo. Nada de nada. No creo que haga falta repetir aquí, una vez más, las circunstancias en las que el equipo arranca el curso: rejuvenecimiento del plantel, nuevos fichajes, hombres clave sin pretemporada... Tengamos paciencia, porque el trabajo en Zubieta tiene que dar sus frutos a futuro, incluso en las asignaturas más puñeteras. Dicho esto, me preocupó escuchar a Imanol en Son Moix. “Asumo la responsabilidad. Mi idea de juego no le está llegando del todo clara al equipo”. Vivimos en tiempos de urgencias, en el fútbol y en la vida. Ahora mismo, la afición y el entorno txuri-urdin únicamente entienden de puntos, y solo sumamos cuatro de 18 posibles. Sin embargo, estando necesitados de victorias como estamos, las palabras del míster el martes por la noche apuntan a algo más sustancial e importante si cabe: los efectos de su mensaje en el vestuario. Se pueden perder partidos. Pero que el patrón no pierda la voz. Sería el principio del fin.

CAE EL PESO DE ZUBIETA EN LA PRIMERA PLANTILLA

Hasta hace no mucho tiempo, desde altas instancias de la Real se hablaba abiertamente del famoso 60-40, relativo al porcentaje ideal de canteranos y foráneos (respectivamente) que debería darse en la primera plantilla. La actual temporada, sin embargo, ha comenzado con un pírrico 52-48, si atendemos a los 25 dorsales profesionales. Tan cierto resulta que gente con ficha del Sanse viene participando con asiduidad (Aramburu, Jon Martín, Pablo Marín...) como que figuran en nómina futbolistas de minutos muy escasos (Urko y Olasagasti) o inéditos aún (Marrero y Magunazelaia). El once txuri-urdin del sábado ante el Madrid solo incluía a dos jugadores formados en Zubieta, Zubeldia y Zubimendi, jugándose el partido, además, en una etapa del proyecto considerada de transición...

Zubeldia y Zubimendi, los dos únicos canteranos en el once inicial contra el Real Madrid en Anoeta.

EL VAR HACE PEORES A LOS ÁRBITROS

Al arriba firmante no le gusta hacer sangre con las actuaciones arbitrales. Los colegiados se enfrentan partido tras partido a una tarea muy complicada, la que más en el fútbol. Y creo sinceramente que el VAR, lejos de hacerles mejores, está empeorándoles. El videoarbitraje permite revisar las jugadas detenidamente y ha dado pie así a que el reglamento pase a incluir una absurda letra pequeña, contraria a la esencia del juego en la mayoría de los casos. En teoría, solo en teoría, la roja de Oyarzabal ante el Alavés es expulsión, vale. En teoría, solo en teoría, el pisotón de Aramburu a Vinicius es penalti, vale. Aceptamos las ridículas nuevas normas, y ardemos ahora en deseos de que algún día beneficien a la Real. Seguirán pareciéndonos injustas. Pero nos quedaremos todos más tranquilos.

Martínez Munuera, durante el partido del pasado sábado.