Hamari Traoré se convirtió en el protagonista negativo de la derrota de la Real en París. El lateral le tenía muchas ganas a este encuentro como confirmó Remiro en una entrevista concedida a este periódico en la que afirmaba que estaba “el más contento en el sorteo era Hamari. Que no paraba de repetir que él ya sabía lo que era ganar al PSG y que les íbamos a aplastar”. Todo se torció en la segunda mitad. En el minuto 56, Barcola se adentra por su banda y el maliense se anticipa pero amaga y arranca con la mala suerte de que su rival le caza las intenciones y se la roba con facilidad para plantarse de cara ante primero Le Normand y después Remiro al que, incomprensiblemente, se le escurre la pelota de entre las manos.

Eso sí, la pelota golpea de nuevo de forma nítida en el extremo parisiense por lo que el saque de puerta no admite discusión. El colegiado italiano decretó córner. En el saque del mismo, en un lance con Mbappé al que tenía que marcar él de forma individual, Traoré se hace daño solo y comienza a jugar con fuego debido a su pequeño show que acabó en tragedia.

Lo primero es que se deja caer en el área pequeña cuando el balón se encuentra en juego, lo que supone que anula cualquier opción de fuera de juego de forma peligrosísima. Después se levanta para intentar defender al astro galo y es Javi Galán el que desvía la pelota de nuevo a córner (este sí era).

Traoré es un jugador con mucha experiencia, al que le gusta dominar los tiempos de los encuentros a su gusto y que, como ya demostró en el duelo de Milán, es de los que le atrae parar un poco el juego para frenar el ritmo del contrario si se sienten amenazados. El realista conocía perfectamente que si le atendían, no iba a poder defender a Mbappé en el saque de esquina, pero aún así, prefirió que le atendieran.

Fue desde la línea de fondo desde donde ve en situación privilegiada la peinada del Marquinhos y la finalización de la estrella local a menos de un metro de la portería y en el único hueco que le dejó un Remiro que llegó tarde. Kubo era el encargado de hacerle la cobertura e incluso se autoinculpó por no haberle atado en corto, pero el responsable estaba fuera.

Por si fuera poco, Traoré no tuvo el más mínimo problema para seguir jugando, pero la jugada y el ser consciente de que su entrenador estaba fumando en pipa en la banda, provocó que se marchara del partido como se pudo comprobar en el segundo tanto en el que solo le faltó indicar el camino y desplegar una alfombra roja a Barcola antes de que batiese a Remiro. Pero bueno, esto es mucho menos grave, ya que entraba dentro de lo esperado que el PSG pudiera hacer sangre a la contra. El daño irreparable fue el primer gol que cambio el singo del partido y de la eliminatoria.

Al término del encuentro, un Imanol cariacontecido y muy caliente, le dio un palo monumental a su jugador. Algo poco habitual, ya que, sus víctimas más repetidas de su política de palo y la zanahoria suelen ser canteranos. Como comentaba Barrenetxea, “cuando perdemos nos echa unas broncas terribles y cuando ganamos, somos los mejores del mundo”.

Sus palabras dejaron impresionados a todo el mundo y abrió el debate de la idoneidad o no de señalar a uno de tus jugadores de forma tan directa e inequívoca: “No lo puedo entender. Si un jugador deja al equipo con uno menos es porque tiene que ir al hospital”. Zubimendi no fue tan explícito, pero también admitía en rueda de prensa que el error había sido incomprensible.

Confiemos en que la sangre no llegue al río y que Imanol haya reconducido ya la situación, pero sus propios compañeros reconocían anoche que Traoré estaba hundido en el vestuario consciente del error de juvenil que cometió y que acabó condenando al equipo a una derrota dolorosa.