Enero es un momento clave de la temporada. En este mes se juegan siempre varias jornadas de Liga y tres rondas de la Copa del Rey. Es decir, cuando empieza lo bueno y lo duro con los enfrentamientos a vida o muerte entre los equipos de Primera División. Cuando a la Real le tocó el PSG todo el mundo se echó las manos a la cabeza y lamentó la mala suerte de los de Imanol en los sorteos. Es curioso que, por el contrario, gran parte de los aficionados txuri-urdin medio celebraron el emparejamiento con Osasuna en los octavos de final. O lo que es lo mismo, jugarse a cara de perro la clasificación en la terrible guarida del vigente subcampeón y finalista de la competición. Ni los resultados favorables a Imanol, al que se le ha dado muy bien los duelos con Arrasate, mitigan la demoledora ventaja de jugar en casa. Más aún cuando tu estadio es una caldera capaz de llevar en volandas a sus pupilos. Que se lo pregunten al Sevilla y al Athletic, que lo sufrieron la campaña pasada.

La teoría está clara. La Real debe ser plenamente consciente de la dificultad y la atmósfera que se va encontrar ya que no va a tener nada que ver con las, ya de por sí, calientes visitas ligueras a El Sadar. Se antoja obligatorio que los blanquiazules rescaten su mejor versión para competir al máximo y prolongar su espectacular racha en Pamplona, donde acumula ocho partidos sin conocer la derrota con cinco victorias, además consecutivas, y tres empates.

Lo dijo Aperribay nada más acabar la Junta de Accionistas del pasado mes de diciembre, que lo que más importancia le daba a las eliminatorias en la Champions era que llegasen sin apenas bajas: “Todos van a ser muy difíciles. Lo que más me gustaría sería llegar en perfectas condiciones a febrero y marzo igual que a diciembre”. No sabemos cómo llegarán al mes de febrero y de marzo, pero el tema en enero es para echarse a temblar. Imanol no va a poder contar con Kubo y Traoré, que siguen en la Copas de Asia y de África, respectivamente, algo que ya se sabía al inicio del curso, con las lesiones de Odriozola y de Carlos Fernández y con André Silva tocado como siempre y sin posibilidad de entrar en el once para evitar recaídas.

Al menos, el oriotarra recupera a Sadiq Umar en una carambola que aún no llegamos a entender bien, puesto que Nigeria ha prescindido de sus servicios y a las pocas horas ha aterrizado en Donostia diciendo que se encontraba en perfectas condiciones para competir. Lo normal es que el once de Imanol esté compuesto por Remiro, que regresa tras su sanción; con Aritz, Zubeldia, le Normand y Aihen en defensa. Zubimendi, Merino y puede que Turrientes en la medular. Y arriba, un Brais más adelantado, con Oyarzabal y Barrenetxea. No sería sorprendente que Imanol regresara al 4-4-2 al contar con pocos jugadores de banda.

Dicen que Arrasate siempre suele incorporar algún suplente o menos habitual en su equipo, pero en esta ocasión se espera que recurra a su once de gala después del mal trago de la Supercopa. Sin Abde ha perdido desborde y magia, pero sigue siendo un local temible.