Y llegó por fin la gran noche de Milán. La Real Sociedad visita mañana martes (21.00 horas) el Giuseppe Meazza para pugnar con el todopoderoso Inter por la primera plaza de su grupo en la Champions League. Ni los más optimistas podían imaginar allá por el 31 de agosto, cuando se llevó a cabo el sorteo, que los txuri-urdin alcanzarían esta última jornada con el billete a octavos garantizado y con el liderato final en perspectiva. Sin embargo, la sobresaliente trayectoria de los de Imanol en el máximo torneo europeo permite a estos acudir a un estadio mítico sabiendo que dos de los tres resultados posibles les otorgan el objetivo buscado: sirve la victoria, obviamente, pero también el empate.

El recordatorio a estos efectos ya se realizó hace quince días, tras el empate en Anoeta contra el Red Bull Salzburgo (0-0), pero nunca está de más subrayar cómo deshace la UEFA las igualadas a puntos. Real e Inter afrontan el partido de mañana con once cada uno, y habiendo saldado con empate (1-1) el partido de la primera vuelta en Anoeta. Si en el Giuseppe Meazza se da un nuevo empate, independientemente de con cuántos goles, ambas escuadras seguirán momentáneamente equilibradas, ya que el average particular entre ellas no tiene en cuenta el criterio del valor doble de los goles a domicilio (se abolió hace dos años para las eliminatorias y también para este tipo de circunstancias). Así, cabría entonces acudir al segundo factor de desempate, el average general de txuri-urdin y nerazzurri. El de los guipuzcoanos es de +5 goles tras cinco jornadas, mientras que el de los italianos es de solo +3. Por ello, un reparto de puntos sirve este martes a los de Imanol Alguacil.

La Real viaja a tierras transalpinas en la que es su primera experiencia de Champions durante la última década. Y lo hace, además, para visitar al actual subcampeón del torneo. Sin embargo, puede decirse que los blanquiazules ya están habituados a vivir circunstancias de este tipo, pues las liguillas de sus tres últimas incursiones continentales terminaron con duelos decisivos ante clubes históricos como el propio Inter. Sucedió en el contexto de la Europa League, cierto, pero cabe destacar el nivel ofrecido en aquellas citas, que tuvieron todas final feliz: contra el Nápoles, contra el PSV y contra el Manchester United.

El bagaje implica dejar atrás situaciones de todo tipo y condición. Hace tres años, en el Diego Armando Maradona, la Real protagonizó una loca tarde de transistores y carambolas. Completó un partidazo contra el Nápoles. Mereció ganar. Y solo empató, con gol de Willian José en el descuento. Sin embargo, acompañó el pinchazo del AZ en Croacia y pudo festejarse un pase que se repetiría un curso después, en Anoeta contra el PSV. En aquella oportunidad solo valía ganar, objetivo que se logró, mientras el pasado curso ante el Manchester United servía incluso una derrota por la mínima para conquistar el valioso liderato. Este martes en Milán, finalmente, los txuri-urdin agregarán una nueva fotografía clasificatoria a su amalgama de vivencias: esta vez les valdrá un empate. Y también el triunfo, claro.

El mencionado duelo de hace un año contra el Manchester United puso en juego factores de competición puramente objetivos: el primero de aquel grupo de la Europa League accedía directamente a los octavos de final, mientras el segundo tenía que disputar una ronda adicional. En la Champions, mientras, no se da esta distinción: los dos clasificados de cada grupo entran en la misma eliminatoria. Así, lo que se juega ahora la Real es, simplemente, tener una situación más ventajosa en el sorteo que se celebrará el próximo lunes 14 de diciembre. Si termina como líder, se enfrentará a un segundo de otro grupo. Si es segunda, por el contrario, se enfrentará a algún campeón.

Hasta ahí la teoría más pura, que no tiene por qué significar nada, ya que muchas veces el nivel general de los líderes y de los segundos clasificados se presenta muy parejo. En la presente edición de la Champions, sin embargo, todo apunta a un mayor desequilibrio, lo que convierte en especialmente aconsejable concluir la liguilla en cabeza. En el peor de los casos, si la Real perdiera en Milán, resultaría muy probable que sus únicos cuatro posibles rivales en octavos fueran Bayern, Arsenal, Manchester City y Dortmund (o PSG si los de Luis Enrique ganan en Alemania el miércoles, terminando de endurecer esta vía). La primera plaza del grupo, por su parte, alimentaría la cifra de rivales en potencia, aunque reduciría el nivel de la misma. Ahora mismo, a falta de la última jornada, hablaríamos de Copenhague, PSV, Nápoles, Lazio, PSG (el hipotético coco), RB Leipzig y Oporto.

DAT MANU