El pasado martes 3 de octubre, la Real Sociedad aterrizó en Austria, compró una lata de Red Bull y se dispuso a beberla, o a intentarlo al menos, porque la empresa podía ser complicada... Remiro y la defensa, jugando el balón desde atrás, agitaron el recipiente antes de abrirlo, provocando que salieran burbujas por todas partes. La población local asistió después atónita al modo en que Zubimendi y sobre todo Brais y Merino controlaron aquello: un pequeño sorbo por aquí, un trago por allá... Finalmente, nuestros dos interiores entregaron a sus compañeros de ataque el refresco, manso ya, para que se lo pimplaran en cuestión de minutos. El tentempié con nombre de toro tenía fama de intenso, de duro, de muy fuerte para estómagos delicados. Pero la expedición guipuzcoana regresó como si nada a casa, aquella misma noche. Ni ardores, ni insomnios, ni hinchazones. Todo en orden, lo cual no restaba mérito alguno al partidazo completado.
Casi dos meses después, el Salzburgo se plantó este miércoles en Donostia para, sobre el papel, plantear a la Real un reto similar. Los txuri-urdin ya habían domado la lata de la primera vuelta y se aprestaban a hacer lo propio con la de la segunda, pero se encontraron de repente con que el entrenador Gerhard Struber trajo desde Austria una bebida muy distinta: Red Bull light. Ni burbujas al menear el envase desde nuestro portero. Ni azúcar a la hora de presionar, con los austríacos dejando hacer. Pero Red Bull al fin y al cabo, tal y como acreditaban los visitantes en cuanto robaban y exhibían su genuino sabor a verticalidad. Al conjunto de Imanol se le presentó así una tarea más quirúrgica que trepidante, lo que derivó en un encuentro quizás más aburrido para el espectador. Aun así, con menores dosis de cafeína en el ambiente, pienso que los blanquiazules aprobaron semejante examen, y que sólo les faltó un poco de acierto para conseguir una nota superior.
Una victoria habría significado lo ideal, pero podemos felicitarnos de que todo saliera bien. A la Real sigue valiéndole el empate en Milán para ser primera de grupo (en esta quinta jornada no podía aspirar a más). Imanol reservó a varios titulares habituales. Y afortunadamente nadie cayó lesionado. Las decisiones hay que tomarlas antes de los partidos, no después, y cualquiera que adoptara el míster ante el Salzburgo implicaba sus riesgos, en un sentido o en otro. Si el Benfica-Inter llega a terminar 3-4, se le habría censurado al oriotarra haber guardado a tantos jugadores. Mientras, si lo de Da Luz llega a terminar 3-0 y Martin Zubimendi llega a sufrir un esguince de tobillo en Anoeta, se le criticaría al entrenador no haber sentado también a su pivote de cabecera. Fútbol...