El 5 de octubre de 2022, hace apenas trece meses, el Sevilla, rival este domingo de la Real Sociedad, destituyó a Julen Lopetegui tras un pobre inicio de temporada. El técnico de Asteasu había completado tres cursos enteros en el banquillo del Sánchez-Pizjuán, con pleno de clasificaciones para la Champions y un título de Europa League como excepcional bagaje, pero no sobrevivió luego a un arranque muy por debajo de las expectativas. Después de siete jornadas de Liga, su equipo era 17º con solo cinco puntos. Y el comienzo en el máximo torneo continental también había resultado decepcionante, con derrotas ante Manchester City (0-4) y Borussia Dortmund (1-4) y un pobre empate en Copenhague (0-0). Cesaron al guipuzcoano. Nombraron a Sampaoli. Y todo empezó a torcerse mucho más aún.

Al parecer, el director deportivo Monchi no compartió la apuesta por el técnico argentino. Sí vio después con mejores ojos la llamada a Mendilibar para que reflotara la nave. Pero, con miras al largo plazo, se sintió finalmente desautorizado cuando el técnico de Zaldibar firmó la renovación. El ex del Eibar había salvado al Sevilla de una delicada situación liguera y había llevado una nueva Europa League a las vitrinas del club, logros que el club premió ofreciéndole prolongar el contrato. Los planes del propio Monchi, sin embargo, eran otros y pasaban por el usurbildarra Andoni Iraola, desvinculado ya del Rayo. Ambos podían haber trabajado juntos en la capital andaluza. Sin embargo, terminarían comprometiéndose en verano con Aston Villa y Bournemouth respectivamente.

De Mendilibar a Diego Alonso

Tales movimientos tuvieron a posteriori sus consecuencias, porque el Sevilla se vio obligado a buscar un nuevo director deportivo, a la postre Víctor Orta, y porque este se encontró, lógicamente, con un entrenador ajeno al proyecto que pretendía iniciar en el club. El comienzo con Mendilibar a los mandos resultó pobre aunque tampoco un desastre (ocho puntos en otras tantas jornadas y dos empates en Champions), pero el cese del técnico vizcaino en el parón internacional de octubre desprendió un claro aroma a final inevitable. Orta y Mendilibar no parecían hablar el mismo idioma. El uno no había puesto ahí al otro, y el otro no se sentía del todo refrendado por el uno. Consumado luego el cambio, la arriesgada apuesta por Diego Alonso terminó de confirmar que el propio Orta necesitaba entregarle las llaves del equipo a un técnico de su plena confianza.

Así que ahí tenemos al preparador uruguayo, quien aterriza este domingo en Anoeta con un inquietante runrún a sus espaldas. Acumula siete partidos en el Sevilla, con solo una victoria (en Copa ante el modesto Quintanar), dos derrotas (ambas en Champions frente al Arsenal) y cuatro empates en otros tantos encuentros de Liga (con Real Madrid, Cádiz, Celta y Betis). Más allá de los resultados, en cualquier caso, quedan las sensaciones, y estas dicen que al reconocible equipo que igualó con los merengues en el estreno de Alonso le han seguido después versiones mucho más difusas. De la enérgica presión vista aquel 21 de octubre han quedado solo ráfagas aisladas de bloque alto. Y el atrevimiento mostrado con balón, mientras, ha derivado en salidas temerarias y no del todo engrasadas. Está por ver ante la Real si el que fuera seleccionador uruguayo durante el pasado Mundial de Catar ha podido corregir algo durante el parón.

Necesita ganar el Sevilla (doce puntos en doce partidos). Pero, más allá de lo deportivo, el equipo no parece llegar a Donostia en una situación ideal para competir con garantías, porque hay mucho ruido a su alrededor. El 4 de diciembre, el club celebrará una Junta de Accionistas en la que José María Del Nido aspira a regresar a la presidencia. “Si vuelvo, en cien días no reconocerá al Sevilla ni la madre que lo parió”, ha avanzado. Se avecinan más curvas todavía.

JANUZAJ, 18 AÑOS DESPUÉS

Vuelve Januzaj. El extremo belga no pisa Anoeta desde el 22 de mayo de 2022, con motivo de un Real-Atlético de Madrid que inició como suplente y del que disputó los 27 minutos finales. Apenas unas horas después, el club txuri-urdin comunicó que su contrato no iba a ser renovado, lo que llevó a Janu a pasar el verano entero sin equipo y a firmar por el Sevilla sobre la bocina. El pasado curso, el duelo entre blanquiazules e hispalenses en Donostia le cogió ya cedido en el Istambul Basaksehir, donde jugó de enero a junio.