Se la había lanzado Imanol a Gaizka Garitano, en la rueda de prensa previa al encuentro. “Desconoce lo que vamos a hacer nosotros, igual que yo tampoco sé lo que va a plantear él. Igual nos quiere tapar dentro, o quizás el estado de forma de nuestros extremos le genere dudas a este respecto”. Tocaba esperar a las 16.15 del sábado para despejar incógnitas, y enseguida vimos que el riesgo por el que apostaba el de Derio (contra esta Real Sociedad siempre hay que correrlos) residía de inicio en facilitar el mano a mano en banda entre Mendes y Barrenetxea. El entrenador del Almería decidió taponarle a la Real todas las vías interiores, dejando a Arribas (mediapunta) con Zubimendi, a Robertone y Lopy (pivotes) con Zakharyan y Turrientes, y ordenando a Embarba (extremo diestro en el arranque) dejar su banda para tapar líneas de pase del central libre, Le Normand, incluso en fases de bloque medio-bajo. Como consecuencia de todo ello, con Traoré y Oyarzabal bien marcados en la derecha y Sadiq seguido de cerca por dos rivales, quien quedaba solo era Aihen, puerta de acceso al propio Barrene. Salió victorioso el donostiarra del duelo con su lateral. Lástima que su equipo no lo aprovechara.
La batalla de las pizarras cambió luego cuando, mediada la primera parte, el mismo Garitano renunció ya a ese salto de extremo a central que estaba desnudando por fuera a su escuadra. Dejó al atacante del ala derecha siempre vigilante con Aihen, aun a costa de perder una pieza dentro, y logró que el Almería ganara solidez empleándose de esta manera. Fue, en cierto modo, un paso atrás para dar dos adelante, porque el equipo andaluz defendió mejor al hacerlo algo más protegido y esto le permitió activar más a menudo sus fases de presión alta, apretando a pares y, ahí sí, lanzando al propio extremo derecho a por Le Normand. A la Real le empezó a costar mucho más.
Sucedió, sin embargo, que el cuadro txuri-urdin también maneja cintura táctica en su banquillo, y que el partido comenzó a decantarse del lado blanquiazul gracias, igualmente, a retoques en la presión. Tras iniciar el partido con Oyarzabal apretando en primera línea junto a Sadiq, Imanol cambió primero para situar a Zakharyan ejerciendo ese rol y dejar al eibartarra en la banda con su lateral. El ajuste definitivo, mientras, llegó durante el descanso, cuando el traslado del ruso a la banda izquierda propició que fuera Turrientes quien se avanzara para acosar a un central rival. La energía del beasaindarra a la hora de incomodar la salida de balón almeriense resultó clave para generar el córner del 0-1 y dar el triunfo a una Real que, a falta de finura, ganó a base de agresividad defensiva y balón parado. Estas también valen.