Carlos Fernández empieza por fin a ser decisivo. El delantero solventó la primera eliminatoria de la Copa ante el amateur Buñol gracias a un gol de 9 puro. De cazagoles. Un disparo de Dadíe que el meta rechazó con apuros y cuyo rechace aprovechó para anotar el único tanto del envite. Pero su actuación no se quedó ahí. El larguero evitó su doblete, después de un gran desmarque que leyó bien Turrientes y de culminar su diagonal con un fuerte remate con su pierna izquierda. Hubiese sido la primera vez en la que ve puerta por partida doble con la txuri-urdin.

Carlos anotó la que fue su cuarta diana con la Real. En su primera campaña se estrenó ante el Sevilla, aplicando a rajatabla la ley de la venganza de los ex; la segunda se la pasó en blanco por su grave lesión de rodilla; el curso anterior vio puerta en Mallorca y esta temporada ya lleva dos. Curiosamente ambos en tierras valencianas. El que logró en Mestalla, que fue un auténtico golazo, al aprovechar un inteligente y medido saque de falta de Kieran Tierney y convertirlo en gol en una maniobra en dos toques excelente, con recorte y definición fuerte con su pierna menos hábil. Un golazo que valió tres puntos y otro, el de ayer, menos espectacular pero igual de productivo ya que valió una clasificación en la Copa, competición en la que los realistas tienen depositadas muchas esperanzas e ilusiones.

Al andaluz se le ve con aires renovados este curso. Su estreno goleador y la forma en que llegó en Valencia parecieron darle ese plus de confianza y autoestima que sin duda necesitaba. Aparte, porsupuesto, que por fin parece haber olvidado de una vez por todas el calvario de lesiones que le impedían tener una mínima continuidad. Al margen de los que creen más o menos en él, la mayoría de la afición siempre le ha demostrado mucho respeto, porque lo da todo y se parte la cara con el que sea, como lo comprobamos en el mismo duelo copero ante el Buñol. La mejor demostración está en la ovación que recibió tras ser expulsado en el partido de vuelta ante la Roma y, esta de mucho mejor recuerdo, la que se llevó después de recorrerse de banda a banda el campo Da Luz presionando la salida del balón del Benfica en los últimos compases del gran triunfo txuri-urdin.

El problema de Carlos es que dos de los realistas que más en forma están en este primer tercio del curso son Barrenetxea y Kubo, por lo que solo queda libre un puesto en el tridente. Y este está siendo del capitán Oyarzabal, buque insignia del club y del equipo. Y cuyos números son simplemente insuperables con siete goles y una asistencia.

Lo que sí puede decir a estas alturas es que por ahora ha ganado la carrera del 9 al estar delante de Sadiq y del pobre André Silva, que sigue en el dique seco. Es más, ante la posible baja de Barrenetxea este sábado ante el Barcelona, Imanol optó por dar entrada en el once al nigeriano en la Copa y reservar al andaluz por si tiene que jugar y recolocar a Oyarzabal en la banda. El fichaje más caro en la historia del club volvió a decepcionar y fue sustituido en el descanso sin haber generado ninguna ocasión de peligro.

No hay que olvidar que Carlos acaba contrato en 2027, por lo que tiene tiempo suficiente como para acabar triunfando en la Real, además de contar con la confianza plena de Imanol, que siempre le ha defendido a capa y espada y que nunca jamás se ha planteado que pudiese salir en calidad de cedido. Por si fuera poco, es una voz muy respetada y escuchada en el vestuario, al ser de los que no se calla y contar con una enorme capacidad de liderazgo.