La delegación txuri-urdin regresó indignada por la actuación de José Luis Munuera Montero. Lo que más molestó no fue su disparidad de criterio en las dos áreas que evitó que el equipo txuri-urdin pescara un punto en un estadio que habitualmente se le atraganta, sino la altiva actitud con la que trató a los jugadores blanquiazules cuando fueron a comentar con él las jugadas polémicas tanto en el campo como en el mismo túnel de vestuarios al acabar el choque. 

En la Real no entienden cómo es posible que un equipo y un cuerpo técnico que no generan ni el más mínimo problema a los colegiados pueda recibir semejante trato por parte del trencilla que, quiera o no, debía tener un mínimo cargo de conciencia o de preocupación por lo sucedido en el verde dada la evidente y palpable indignación de los blanquiazules tras la señalización de la pena máxima y a la conclusión del encuentro. 

“Es un penalti como una catedral”, repetía en modo de defensa Munuera sin hacer amago de acudir al VAR cuando, visto lo visto, y sobre todo la forma en la que señaló el punto de penalti a pesar de no hacerlo de primeras porque en un principio se giró como si no hubiese sucedido nada, en décimas de segundo da una vuelta de 360 grados al más puro estilo David Bisbal para decretar la pena máxima. Su maniobra sí tiene gracia.

Y eso que la jugada tenía su miga. Hay dos empujones en el área de Koke y de Morata a Pacheco y Carlos Fernández, respectivamente, que, por algún motivo, se encuentran rodando por el área cuando no son bajitos. Por si fuera poco, el balón toca en el brazo del andaluz después de rebotar en su rodilla. Resulta increíble que no consultara la acción en la pantalla, cuando sí lo hizo en la mano de Morata, en la que desacredita al VAR. “No es mano nunca, nunca” dijo Munuera tras revisar la jugada, según las imágenes emitidas ayer por DAZN. Posteriormente se dirigió al técnico de la Real: “¡Imanol, vale!”.

A partir del final del encuentro llegaron las valoraciones de los protagonistas, salvo de Imanol, que, fiel a su personalidad, evitó entrar a valorar lo sucedido pese a que no podía evitar un gesto de desaprobación. 

Simeone optó por su repetido discurso un poco falso de que un día te favorecen y otros te perjudican: “Siempre nos hacen la misma pregunta y damos la misma respuesta. Es muy complejo. El VAR llama al árbitro para una supuesta mano que creo que le toca en los dedos (Morata). Habitualmente cuando les llaman es penalti; el árbitro tuvo la personalidad de entender que no penalizaba. Ellos siempre cuentan que cuando la mano está fuera del cuerpo interfiere en el penalti; es muy complejo y difícil de explicar. Cuando te toca a favor estás contento, y en contra estás jodido”. Pero no pudo evitar barrer para casa: “Ya llamarlo para ver la posible mano era injusto. Gracias a Dios, el árbitro determinó que no era penalti”. 

La única voz txuri-urdin que se elevó de verdad fue la de Mikel Oyarzabal: “Enfadado se está cuando también te atienden, en el directo sí me ha hablado. Tenemos que mejorar todos, nosotros las formas y ellos tienen que entender que estamos a muchas pulsaciones. Necesitamos hablar y compartir. Poco que decir del partido”. Lo que no se puede entender es que no se respete al capitán de la Real: “Me dice que tiene la mano apoyada pero le da en la que no tiene apoyada. Le digo que no es una mano arriba, está tumbado y de espaldas sin mirar. Vivimos hoy en día en un fútbol en el que se sacan muchas veces comunicados extradeportivos por parte de los clubes que no ayudan a los árbitros, al fútbol, y luego pasan cosas así. Los árbitros están sometidos a mucha presión. No queremos pensar mal muchas veces pero te da rabia, que en este área te dicen que no y en la otra muy claro”.

Zubimendi también se mostró confundido. “Está claro que en el tema de las manos está todo en el aire y en cada jugada se pueden agarrar a cualquier motivo. A mí lo que me da rabia es que le mandan a mirar el primer no penalti de Morata y el segundo lo tiene muy claro, cuando al parecer viene de rebote. Son cosas que ahora mismo no las entiendo mucho”.

Y Brais Méndez también cree que hay que buscar soluciones. “Estamos frustrados, porque se ha visto que al final el partido lo decide una mano que no sé ni como explicarla. Creo que hay que buscar una solución al tema de las manos. Creo que nadie lo tiene claro, ni los jugadores, ni los entrenadores, ni incluso los árbitros”.

Al final el que reconoció que la Real tenía razón fue su propio verdugo, Griezmann: “Cuando el árbitro decide, al final va a ser complicado hasta que siga el fútbol. Hay que poner reglas de si es mano es penalti, y si no, no hay, y no la interpretación del árbitro. Ha pitado a nuestro favor y hemos ganado. En otras ocasiones vendrá diferente. Va a ser siempre así”.