No se dejen llevar por los resultados. El Rayo no metió a la Real en la Champions, como dio toda la sensación en la jornada de este domingo. El Villarreal, que llevaba una segunda vuelta antológica, no pudo superar el último examen que le quedaba en Vallecas, en un escenario y ante un adversario inferiores a los que se encontraron este domingo los donostiarras, que se hicieron con la cuarta plaza a pesar de su derrota. Su enorme mérito reside en que se presentaron en el maldito Metropolitano con los deberes hechos, obligando a su perseguidor a sumar de tres en tres, tras un arreón final espectacular cuando muchos no daban un duro por su candidatura. Una primera vuelta superlativa, una personalidad increíble para superar los malos momentos que llegaron y un sprint demoledor, que fue dejando rivales directos en la cuneta jornada tras jornada. Al término de la temporada pasada, Imanol declaró que se le había quedado la espina clava de luchar por entrar en la elite europea. No, no fue algo de la prensa, como llegó a manifestar con su habitual descaro Remiro cuando peor pintaban las cosas, la única realidad es que todos los blanquiazules éramos plenamente conscientes de que este proyecto podía ser capaz de alcanzar la gloria en la Liga. Como también podía haber firmado otra nueva gesta en esta Copa si hubiese tenido un poco más de suerte en el sorteo y en el momento en el que le tocó bailar con la más fea en el Camp Nou, acechados por una plaga de bajas. 

La Real de Champions perdió en el Metropolitano y se despidió de la tercera plaza, pero eso ya importa muy poco. El Villarreal sucumbió en Vallecas, como tenía que hacerlo en cualquier momento, porque no era normal su victoriosa trayectoria, y los blanquiazules celebraron a lo grande el pase a la máxima competición continental de clubes. Su hazaña es histórica.

Lo comentaba Jesús Mari Zamora, en una entrevista previa al partido en Barcelona: “El que siempre nos costaba y se nos daba muy mal por el césped y el ambiente, no sé muy bien por qué, fue el Vicente Calderón”. Aunque los atléticos han tenido habitualmente equipos bastante peores que los dos gigantes, lo cierto es que los realistas solo han logrado asaltar sus estadios en ocho ocasiones. Unos datos sin duda paupérrimos, con la coartada que invitaba al optimismo de que los dos últimos triunfos llegaron en las dos clasificaciones para la Champions de este siglo: 1-2, en la 2002-03; y 0-1, en la 2012-13. El propio Imanol invitaba el viernes a creer a los más agoreros y apocalípticos: “Ninguno pensabais que íbamos a ganar en el Camp Nou”, dijo retando a los medios de comunicación presentes en su rueda de prensa. Y los números y las estadísticas le reforzaban, porque en este mismo mes, sus pupilos se han pasado por la piedra al Real Madrid (2-0, en Anoeta) y al Barça (1-2, en el feudo blaugrana), un éxito que no se producía desde hacía 32 años. Zamora hablaba del Calderón, pero en el Metropolitano tampoco les había ido mucho mejor con ningún triunfo, dos empates, en las tres anteriores visitas, y tres derrotas.

El oriotarra dio entrada a sus Zubeldia e Illarramendi, que se perdieron la cita ante el Almería por acumulación de amonestaciones. Especialmente destacable la presencia en el once del capitán, que, una vez más, afrontaba desde el inicio un reto muy exigente esta campaña, como sucedió en la Ciudad Condal, en Roma, en el Bernabéu y en el Benito Villamarín. Sin duda alguna, la mejor demostración de que podía seguir jugando en la Real otra temporada más… En total introdujo cuatro cambios respecto al sábado pasado: Aritz, Zubeldia, Illarra y Sorloth, que ocupó el puesto del lastrado por la jornada electoral Carlos Fernández. El Atlético, con bajas importantes, salió con Carrasco y Griezmann en ataque. Casi nada. Sobre todo con el estado de forma del belga y el francés, que simplemente se encuentra a otro nivel y que suele inspirarse cuando quiere demostrar respeto a su querida Real.

Desde el primer minuto dio la sensación de que los dos equipos se estaban jugando la vida. Un encuentro muy táctico y trabado, con un Atlético replegado sin salir a la presión y cerrando todas las líneas de pase y una Real irreconocible, sorprendida por la facilidad con la que le dejaban tocar la pelota pero sin ser capaz de generar ni medio susto. Y eso que la primera gran ocasión fue txuri-urdin y llegó a los seis minutos en un gran pase de Merino que Sorloth, tras profundizar, no pudo encontrar portería escorado casi desde el área pequeña. Pero poco, muy poco, más hubo que destacar en la timorata y anulada ofensiva realista. El Atlético se encontraba mucho más cómodo en el tablero de ajedrez y fue progresivamente dominando a su rival. Se trata de un conjunto mucho más acostumbrado a que no pase demasiado en sus encuentros, aunque esta no haya sido la seña de identidad de sus duelos en sus imparables últimos meses. Cerca de Remiro, la zaga txuri-urdin no concedió casi nada y solo cabe destacar una vaselina de Griezmann que atajó el meta y un centro con veneno de Nahuel que desvió a córner con muchos apuros Zubeldia. Como se jugaba claramente al fallo, el gol se produjo en una acción mal defendida por la adelantada zaga guipuzcoana. De Paul abrió a Griezmann, este condujo y, como ha hecho a lo largo de toda su carrera desde que dejó Zubieta, clavó su disparo en la diana ayudado por el cruce de Saúl. Como suele ser habitual y se agradece para siempre, no lo celebró. En los minutos finales la Real abordó una tímida reacción, pero solo Oyarzabal disparó desviado con su pierna menos hábil tras un buen control con la zurda dentro del área. En resumen, una pésima primera parte de los de Imanol, sin ideas y con un fútbol de toque horizontal y control desesperante, y un gol en contra que anunciaba negros nubarrones. Sin los mejores enchufados en el día clave y más exigente (todos muy por debajo de su nivel), parecía muy complicado pescar al menos un punto en uno de los feudos más exigentes de la Liga. 

En la reanudación la Real intentó salir con un poco más de brío y de mordiente y Sorloth tardó en culminar un buen pase de Aihen, que al final se quedó un poco corto. A partir de ese instante, el Atlético encontró espacios para correr e hizo mucho daño con sus contras. Reguilón y Griezmann se toparon con un buen Remiro. El de Macon también estuvo cerca de aprovechar un error de Illarramendi, pero mandó al lateral de la red su remate. La entrada de Barrenetxea le dio un aire distinto al ataque txuri-urdin. El realista dispuso de una buena opción para empatar al cortar un mal pase horizontal de Reguilón, pero su chut le salió demasiado centrado y un posterior buen pase suyo no logró aprovecharlo Brais, quien también protagonizó unos buenos minutos. A los 72 minutos, el Atlético elaboró su mejor jugada del encuentro, en la que destrozó el entramado defensivo realista, y Nahuel acabó cruzando a la red su preciosa acción coral. En las postrimerías del choque, Sorloth recortó distancias y Carlos en la prolongación tuvo un cabezazo que pudo dar el empate tras un saque largo de banda de Aihen..

Se acabó el sufrimiento del hijo de Imanol. Y de tantos otros. La Real se asegura la Champions después de un curso para enmarcar, con total merecimiento y con la pena quizá de que el día clave no pudo entrar por la puerta grande gracias a un resultado propio. Este proyecto no tiene techo. La alegría y el orgullo son máximos. Y lo que nos espera. Gesta tras gesta. Así es la gran era de Don Imanol Alguacil. We are Txanpions League!