La Real Sociedad ha decidido que las tardes de los viernes suponen el mejor momento para dar publicidad a sus acuerdos de mayor calado. Hace cuatro semanas escenificó entonces la renovación de Roberto Olabe, mediante una rueda de prensa conjunta del gasteiztarra y el presidente Jokin Aperribay. En esta ocasión, mientras, ha llegado el turno de Mikel Oyarzabal y su prolongación de contrato hasta 2028 (el anterior expiraba en 2024), una noticia cuyos efectos van mucho más allá de lo que supone en sí misma. Resultaría demasiado aventurado asegurar desde ya mismo, con rotunidad, que el eibartarra vestirá la txuri-urdin durante cinco años más. Pero trasciende a ello la capacidad que el club viene mostrando durante las últimas temporadas para retener todo o casi todo su talento.

A 11 de febrero de 2023, la Real Sociedad tiene atados por al menos dos años más (hasta junio de 2025) a 16 futbolistas, un inequívoco síntoma de estabilidad que contrasta con la tónica actual en el mundo del fútbol. Equipos que acostumbran a pelear con los blanquiazules por los puestos europeos de la Liga viven metamorfosis más o menos profundas cada vez que se abre una ventana de fichajes, vendiendo además importantes activos por una cuestión de necesidad (Álex Moreno del Betis, Rulli del Villarreal...). En clave guipuzcoana, mientras, puede conformarse una alineación de plenas garantías con el mencionado grupo de futbolistas de contrato vigente por dos o más años adicionales. Integrarían ese once Remiro en la portería; Sola, Le Normand y Pacheco dentro de una zaga de tres; Zubimendi, Merino, Brais y Kubo formando un rombo en la medular; y Cho, Sadiq y Oyarzabal en la punta de ataque. Además, esperarían su oportunidad en el banquillo Beñat Turrientes, Ander Barrenetxea, Carlos Fernández, Martín Merquelanz y Robert Navarro.

Parece evidente que, pese a la buena noticia recibida este viernes con el propio Oyarzabal, la entidad tiene aún frentes abiertos. Debe apuntalar ambos laterales, pues Sola es el único jugador perteneciente a tal demarcación que está atado a largo plazo. Las situaciones de Illarramendi (2023), Zubeldia y Aritz (ambos 2024) también deben ser tratadas con cierta premura. Y el futuro más allá de junio de David Silva y Alexander Sorloth supone dosis adicionales de incógnita. Sea como sea, el acuerdo alcanzado con Mikel Oyarzabal pone de manifiesto que la entidad está más cerca que nunca de conseguir, si no lo ha logrado ya, ese objetivo de “juntar generaciones” tan repetido por Jokin Aperribay. “Los de aquí se quieren quedar y los de fuera quieren venir”, ha expresado con claridad el eibartarra tras renovar. Se trata de una sensación que refuerza la propia continuidad del 10.

Analizado lo que implica la renovación de Oyarzabal desde un prisma más global, de proyecto puro y duro, también procede situar el foco sobre el jugador en lo individual, destacando que firma un contrato a cuya conclusión tendrá ya 31 años (se mantiene la cláusula de 75 kilos). Lo dicho: nunca se sabe en un mundo tan inescrutable como el del fútbol. A la puerta del atacante blanquiazul han llamado ya en un par de ocasiones con ofertas importantes. Trascendió públicamente que lo hizo el Athletic en los veranos de 2016 y 2018. Agua. Y solo el entorno del futbolista conoce si durante los últimos años se han producido más acercamientos, desde Bilbao o desde otros lugares. En cualquier caso, con el jugador cerca de cumplir los 26, el club en constante crecimiento y una lesión de rodilla superada pero reciente, Mikel parece hoy más cerca que hace dos días de terminar convirtiéndose en otro One Club Man.

Su ascensión resultó meteórica desde aquella temporada 2014-15 que Oyarzabal completó con el primer equipo juvenil y que el eibartarra concluyó con notables actuaciones en la Copa del Rey de la categoría. Durante el verano posterior, David Moyes se lo llevó a la pretemporada austríaca. Y después, cuando a finales de agosto arrancó la competición, Imanol Alguacil, entonces técnico del Sanse, apenas pudo disfrutar del jugador. Debutó arriba a finales de octubre. Y subió ya para no regresar cuando, en noviembre de aquel mismo año (2015), Eusebio relevó al escocés en el banquillo.

Mikel pasó a ser jugador del primer equipo a todos los efectos en julio de 2016, desde cuando han transcurrido ya seis campañas completas. En ellas, la Real ha logrado cuatro billetes europeos (solo ha fallado en dos ocasiones), va camino de un quinto y además rompió en La Cartuja una sequía de 34 años sin títulos, precisamente con Oyarzabal como gran protagonista de la final. Lleva camino de leyenda, si no lo es ya a estas alturas.