Se ha hablado mucho de que en el gol del Valladolid, Larin le gana fácil el salto a Martín Zubimendi a pesar de que marca con el hombro, en un remate muy afortunado. Como ha dicho Pacheta, “antes rematábamos mucho y no marcábamos, y en Anoeta le dimos con el hombro y entró”. La acción ha puesto bajo sospecha la opción de que el donostiarra retrase su posición, por un supuesto déficit en el juego aéreo. Nada más lejos de la realidad si nos ceñimos a su estadística eso sí, en el centro del campo, donde los saltos suelen ser más frontales que laterales, tal y como llegó la diana pucelana. 

Después del partido de Copa ante el Barcelona, se publicó una curiosa tabla sobre los duelos ganados en el juego aéreo por parte de los jugadores que actúan de mediocentros. De entre 199 centrocampistas que han disputado al menos 150 duelos aéreos desde el inicio de la temporada 2019/20 el mayor índice de ganados con un 71,1% es Zubimendi según los datos de Opta.

La clasificación no tiene desperdicio porque le siguen jugadores muy importantes y muchos más altos como Nzonzi, actualmente en el Al-Rayyan, Rodri, del Manchester City, Tchouameni, del Madrid, Capoué, del Villareral, Sossoko, del Estrasburgo, Pogba, de la Juventus, Torro, de Osasuna, Sarr, del Chaves y Okay, del West Bromwich Albion. Casi todos ellos les sacan media o una cabeza entera a los 181 centímetros del txuri-urdin.

Otro problema, muy distinto, es que sin Zubimendi en el centro del campo la Real pierde a su gran timonel, un elemento clave para el engranaje de su juego y diferencial por su calidad de pase, colocación e inteligencia a la hora de recuperar balones. El canterano acostumbra a incrustrarse muchas veces entre los centrales, sobre todo para dar salida al balón, pero esta responsabilidad no es la misma que formar pareja con Le Normand. No hay que olvidar tampoco un detalle a tener muy en cuenta y es que el galo y Zubeldia, los dos zagueros de confianza este curso de Imanol, están apercibidos de sanción, por lo que la composición de esta línea comienza a ser un encaje de bolillos para el técnico oriotarra.