Alexander Sorloth no pierde la calma. En vez de sangre, muchas veces parece que es horchata lo que corre por sus venas. Aunque es cierto que ayer se le vio más tenso que de costumbre. Normal, por otro lado. Las decisiones de Del Cerro Grande, incomprensibles a todas luces, le sacaron de sus casillas. También se las tuvo tiesas con Cabrera, el central uruguayo del Espanyol, con el que intercambió algunas impresiones no de manera amistosa. Pero cuando no le hierve la sangre es cuando tiene el balón en los pies. Esa tranquilidad puede llegar a desesperar, pero el noruego, de momento, está tomando esa responsabilidad goleadora que muchos le exigían tras conocerse la grave lesión de Sadiq Umar. Dos partidos sin el nigeriano, dos goles de este gigantón que comienza a parecerse, y mucho, al futbolista que terminó en plenitud la temporada pasada. Ayer volvió a encontrarse con su pareja de baile favorita, Kubo, y tal y como sucediera frente al Omonia, la que resultó victoriosa fue la Real.

El japonés, de hecho, fue el más listo en la jugada que propició el 1-0. Fue a presionar un balón cedido a Álvaro Fernández. El portero, que a punto estuvo de convertirse en blanquiazul este verano, pifió. De hecho, se llevó por delante al nipón. Penalti. Pero antes de acabar por el suelo, dolorido, al 14 de la Real le dio tiempo a impulsar el balón que Sorloth remachó casi a puerta vacía. 1-0 en el electrónico. La extraña pareja sigue funcionando. Era casi el primer balón que tocaba el noruego y Anoeta ya era una fiesta. Era el minuto 17. Solo seis más tarde, un cabezazo suyo a punto estuvo de suponer el segundo gol en su cuenta particular, pero en esta ocasión, el exportero del Huesca sí estuvo acertado para arrebatarle la gloria. El Espanyol, por su parte, ya había logrado empatar el partido antes incluso de ese testarazo, en una posición un tanto complicada, del 19 de la Real. El centro de Merino, exquisito. Otra vez el navarro, con una visión a alcance de muy pocos, le puso un gran balón al nórdico a falta de cinco minutos para el final. Sorloth controló con la derecha para, por detrás, pasársela a la izquierda, pero Cabrera le ganó la partida esa vez.

La Real seguía generando ocasiones, pero ese colmillo al que tantas veces hace referencia Imanol Alguacil seguía sin aparecer. Sorloth volvió a toparse con Álvaro, que no tuvo problemas para atrapar el disparo centrado y con la derecha del atacante blanquiazul. La jugada, para enmarcar, eso sí. Merino para Take, este para Silva, de nuevo para el japonés que vio a Brais. El gallego para Martín Zubimendi, que se dio media vuelta para poner el balón al gigante noruego. Pero, lo dicho, su disparo con la derecha salió muy blandito. Cabrera volvió a ganarle la partida en una acción en la que Kubo volvió a buscar a su pareja de baile. El japonés llegó hasta la línea de fondo. Filtró el pase. Sorloth hizo el desmarque bueno para golpear con la izquierda, pero se adelantó el uruguayo. Todavía tuvo una oportunidad para haber sentenciado el partido, pero está visto que ayer también tocaba sufrir. Otra vez con el eléctrico Kubo en acción con una conducción casi hasta el borde del área. Pase para Sorloth, pero este no confía mucho en su pierna derecha a pesar de que el tanto de ayer llegara con la diestra –solo tuvo que empujar el balón, eso sí–. En esta última acción trató de colocar el balón a su izquierda, pero de nuevo Cabrera se cruzó en su camino. El balón rebotó en el defensor sudamericano y el balón se marchó a córner. Ese fue su último servicio a la causa, en lo que al ataque se refiere. El tramo final había que remangarse la camiseta.

El pitido final de Del Cerro Grande supuso una liberación para la hinchada realzale y también para los jugadores, que pudieron respirar. Misión cumplida para una Real que se va al primer parón por selecciones con los deberes hechos y con un Sorloth que comienza a marcar las diferencias como lo debe hacer un delantero, marcando goles. Ahora le tocará enfundarse la elástica de su selección para jugar dos partidos de la Nations League frente a Eslovenia y Serbia. Le vendrá bien seguir acumulando minutos para alcanzar un estado de forma óptimo. Sorloth ha aceptado el reto y la Real sigue ganando.