Una de las derrotas más dolorosas de la Real en la temporada del descenso llegó un 29 de abril de 2007, con el Coliseum Alfonso Pérez como escenario. Aquel equipo entrenado por Miguel Ángel Lotina venía de encadenar dos victorias consecutivas, que hicieron creer en el milagro. El 0-1 en el Benito Villamarín y el 2-0 frente al Atlético Madrid en Anoeta hicieron pensar a la hinchada realzale en una salvación que, como todo el mundo sabe, nunca llegó. La afición llegó a Getafe con la moral por las nubes, prometiéndoselas muy felices. El desplazamiento fue masivo, pero la imagen de la Real dejó mucho que desear a lo largo de los 90 partidos. Un gol de Alexis, un central con pinta de todo menos de futbolista, a falta de 20 minutos para el final, fue la sentencia. No solo la de ese partido, sino la de la Real en ese campeonato. Aunque la certificación matemática llegó en Valencia ese 17 de junio, en Getafe, dos meses antes, el conjunto blanquiazul se dejó media vida.

Quince años después de aquel varapalo, la Real ha vuelto a claudicar en el mismo escenario, en el Coliseum Alfonso Pérez, un campo, todo hay que decirlo, que se ha convertido en maldito para el conjunto blanquiazul. Desde entonces son muy pocas las victorias que se han conseguido en ese feudo, dos en concreto. La primera de ellas, ese contundente 0-4 en la temporada del regreso a la elite gracias a los tantos de Prieto, Griezmann –recordada su celebración besándose el escudo– y Aranburu, que, saliendo del banquillo, hizo un doblete. La última, hace un par de temporadas, tuvo a Alexander Isak como protagonista. La mayoría de visitas se han saldado con derrota, como la de ayer, tras un partido en el que la Real dejó mucho que desear, sobre todo por su puesta en escena. No solo cayó derrotada sino que se quedó sin Sadiq Umar, el fichaje más caro en la historia de la entidad txuri-urdin. Hoy se sabrá más del alcance de una lesión que, todo hay que decirlo, tiene muy mala pinta, con todo lo que eso supone. Torsión en la rodilla derecha. Ese es el escueto mensaje que lanzó la Real en las redes sociales. Lo dicho, mala pinta.

Pero Sadiq Umar no fue el único que salió mal parado de un partido para olvidar. Beñat Turrientes, por ejemplo, no aprovechó la oportunidad que le brindó Imanol Alguacil. El míster, preguntado un día antes por el rendimiento ofrecido por Jon Pacheco en Old Trafford, dijo que le dio la oportunidad porque le veía capacitado para jugar en un campo como el del Teatro de los Sueños. Lo mismo pensaría del centrocampista de Beasain de cara al Coliseum, pero, en esta ocasión, el tiro le salió por la culata al de Orio. De hecho, Turrientes no salió del vestuario tras el descanso. Tampoco Kubo, aunque a este sí se le vio más participativo. No le valió, por lo visto, al japonés para jugar una segunda parte en la Real mejoró sus prestaciones, pero no lo suficiente para haberse llevado punto alguno. Merino, con un cabezazo al travesaño, a punto estuvo de conseguirlo, pero no hubo manera. El Getafe volvió a bordalizarse, evocando tiempos pasados con un Enes Ünal que se moría en cada jugada y con un Pulido Santana que le permitía todo y más al atacante turco del equipo getafense. Un atacante, todo hay que decirlo, que abrió el camino de la victoria para los suyos tras un lanzamiento de falta en el que Alex Remiro, héroe unos minutos atrás, quizá pudo haber hecho un poco más. Más tarde llegó el tanto de Aleñá y un poco más, el de Brais Méndez, que hizo soñar con una remontada que finalmente no llegó. El gallego está en estado de gracia, pero ayer no fue suficiente para un equipo que volvió a tropezar por enésima vez en la misma piedra. Y ya van unas cuantas en un campo maldito a todas luces.