Una heroica Real logró la enorme proeza de ganar en Old Trafford. El salto de calidad que se ansiaba en Europa ya tiene un pilar inolvidable en el que sostenerse con una victoria épica conseguida a pesar de las bajas de su mejor defensa y su emblema en la delantera. Fue una noche memorable de las que perduran en el tiempo. Y es cierto que esta Real muchas veces ha tenido un déficit de competitividad que le ha impedido superar eliminatorias, pero también lo es que hacía tiempo que se merecía un éxito redondo de este calibre en uno de los templos más sagrados del panorama futbolístico mundial. Una gloria labrada a través de la calidad de los recién llegados, con dos extraordinarios Kubo y Brais, que además logró el tanto del triunfo; apuntalada por varios que llevan tiempo formando el bloque cuya evolución marca el progreso y el aumento del nivel del equipo, como Merino o Silva; pero que se consolidó gracias a la aparición de dos canteranos. Uno veterano como Aritz, que sirve para cualquier descosido porque siempre cumple con nota cuando se le necesita, y Pacheco, un central como la copa de un pino que, como a Xabi Prieto en su día con su flamante irrupción en el Bernabéu, siempre será el adalid de aquel célebre triunfo en Manchester en un duelo ya inmortal. Sin olvidarnos, por supuesto, de un Aihen inconmensurable que ayer se cenó a Antony, la nueva estrella red devil.

En una segunda parte extraordinaria, en la que anuló al United con la pelota, la Real selló su victoria gracias a un Kubo tan escurridizo como desequilibrante que le permitió crecer y creer en sus posibilidades. Su genial conexión de zurdos con Silva provocó un penalti que transformó otro zocato de oro como Brais. De ahí al final, estuvo casi más cerca el segundo que el empate. Imperecedero.

La disputa del partido pendió de un hilo por la muerte de la reina Isabel II. De hecho, en tierras británicas aseguraban que era muy posible que se suspendieran de inmediato todas las competiciones deportivas en el hipotético caso de que se confirmara el fallecimiento. Como este llegó cerca de las 19.30 horas, ya no había tiempo material para aplazar el envite, por lo que la Real no tardó en confirmar su once y que se jugaba. Imanol sorprendió en la pizarra de alineaciones con las entradas de Aritz, Pacheco, Kubo y Sadiq. Los grandes sacrificados fueron Zubeldia, que venía jugando todo a un gran nivel, y Cho, en un duelo en el que se presumía que iba a haber opciones para correr a la contra. En resumen, Imanol anunció la víspera que iban a ser fieles a sí mismos y lo demostró con un equipo valiente y ofensivo que podría haber sacado perfectamente en Cádiz o Elche en sus dos salidas anteriores. Ni más, ni menos. 

Se anunciaban muchas rotaciones en el United, pero no fue para tanto. Erik ten Hag demostró respeto a la Real con un once de plenas garantías en el que destacaba la presencia de De Gea en la portería, el estreno de Casemiro en la medular, la entrada de Cristiano en la delantera y la segunda titularidad del chico de los 100 millones, Antony. Eso sí, sus dos centrales de inicio, Maguire y Lindelof, son los que se han visto relegados al banquillo en estas últimas triunfales semanas para el renacido y todopoderoso United. 

La Real aguantó bien en la primera mitad. Quizá de inicio su plan no salió como esperaba, ya que su intención era tener más el control y hacer más daño con el balón, algo que le costó horrores sobre todo por la imprecisión en muchos de sus pases. En demasiados si se pretendía poner en apuros a un United que instaló una piscina de pirañas en el centro para cerrar cualquier vía interior. Kubo amagaba mucho, pero acababa poco. A Sadiq se le vio desubicado e incómodo y Silva no acariciaba la lámpara en ninguna ocasión para hacer magia. En el otro lado de la moneda, el de la contención, el equipo se mostró firme y concentrado. Su intención era defender a través de la posesión porque cuando la perdía los ingleses salían en estampida y se sentía auténtico vértigo. Además, sabemos que correr hacia atrás no es el fuerte de los nuestros. Buena primera parte de Pacheco, quien, aunque falló un par de pases peligrosos, no acusó los nervios y se mostró muy contundente en todas sus acciones. Y enorme Merino, que estuvo siempre pendiente de hacer la cobertura a Aihen para que no hiciera sangre Antony. El navarro le puso en la cabeza un gran servicio a Sadiq, que, cegado por los focos, dejó correr la pelota en vez de rematar.

Cristiano fue el local que más veces lo intentó. Su primer intento en claro fuera de juego lo abortó Gorosabel en una veloz aparición. Kubo alcanzó la línea de fondo y su centro no encontró a Silva, mientras que Eriksen sirvió un gran pase a Cristiano, que, tras controlar y cuando estaba dispuesto a fusilar a Remiro, se topó con la aparición de Pacheco para despejar a córner. En el saque del mismo, Antony ensayó su célebre rosca a banda cambiada ante la que respondió un atento y bien colocado Remiro.

A Brais se le escapó por centímetros la mejor oportunidad txuri-urdin en una acción que estaba anulada por una dudosa salida de balón antes de que centrara Aihen y Cristiano dio el gran susto al anotar con un certero cabezazo que estuvo a punto de salvar el de Cascante con una mano impresionante. 

En la reanudación, tras otros dos sustos del luso, del que muchos dicen que está acabado pero que remató casi todo lo que llegó al área, apareció Kubo para insuflar una inyección de autoestima y confianza a una Real que se vino arriba. Dos centros del nipón casi permitieron anotar a Sorlorth, antes de que sirviera un buen balón a Silva, cuyo disparo se estrelló en el brazo de Lisandro. Sí, de rebote, pero en posición antinatural que taponaba un disparo. Penalti y gol de Brais. Remiro salvó un par de disparos de Casemiro y Pacheco desvió 1.001 balones que llegaron al área. Incluso Cho estuvo a centímetros de sentenciar en una contra de Sorloth.

Y final. A la tercera fue la vencida y la Real se bautizó en un templo con una de sus gestas más importantes de su historia en Europa. Una gloria que le debe permitir despojarse de esos miedos y complejos que le han acompañado. Ahora es cuando deberíamos ver a una nueva Real continental. El salto de calidad ya está aquí. No podemos estar más orgullosos de este equipo. ¿No podría volver a jugar hoy? Todos queremos más... Antológico.