Pues ya andamos de nuevo por aquí. El fútbol de competición oficial, el de verdad, regresó el domingo con la victoria de la Real en Cádiz, menos de tres meses después del 1-2 ante el Atlético de Madrid que puso fin en Anoeta a la pasada temporada. “Parece que fue ayer”, diría el tópico, incorrecto en mi caso. Y es que, para el arriba firmante, aquel partido contra los colchoneros corresponde ya a la prehistoria. Ha mediado un verano entero, con sus correspondientes y ya anheladas vacaciones. Pero sobre todo está mediando un mercado estival que modifica muchas cosas en la composición de la plantilla. El 22 de mayo, Imanol cerró la Liga 2021-22 utilizando en la jornada final a 16 futbolistas. Siete de ellos, casi la mitad, ya no militan en el club: Rafinha, Sorloth, Zaldua, Portu, Januzaj, Guridi y Naïs Djouahra. En el banquillo estuvo Matt Ryan, la octava salida.

Flexibilidad

El fútbol es un juego colectivo basado en contextos y en complementariedades, así que partamos de una base: resulta demasiado simplista explicar la metamorfosis del plantel aludiendo a un simple sumatorio de relevos, cromo por cromo. Sola por Zaldua, Turrientes por Guridi, Brais por Rafinha, Momo Cho por Portu, Kubo por Januzaj, el reaparecido Carlos Fernández por Sorloth, un nuevo portero (o Zubiaurre) por Ryan y Robert Navarro por un Naïs bastante protagonista por momentos han completado una por una las vacantes generadas. Pero el crecimiento o el empeoramiento de la nómina txuri-urdin no tiene que dictaminarse, en ningún caso, comparando el nivel del jugador saliente con el del entrante. Gestionar un equipo implica tareas más profundas que todo eso, así que con los análisis toca obrar en consecuencia, y el mío apunta a una plantilla más rica en lo táctico que la anterior. Esta nueva Real puede presumir de una mayor flexibilidad para adaptarse sobre la marcha a los cambios de guion que tan fuerte han hecho a su entrenador, gracias al perfil joven, moderno y dinámico de los recién llegados. La apuesta y las inversiones del club implican sus riesgos, pero sobre el papel parecen lógicas y bien tiradas.

Dentro y fuera

Los tres refuerzos completados hasta la fecha (Cho, Brais y Kubo), Robert Navarro, un Carlos Fernández a quien en el Granada vimos partir desde la banda derecha e incluso un Álex Sola capacitado para recibir dentro cuentan con una característica común e importantísima: todos pueden moverse con garantías tanto en posiciones exteriores como en el carril central. Y esto vale oro puro si hablamos, como es el caso, de un equipo destinado a alternar, entre otros esquemas, sus dos dibujos de cabecera, el 4-3-3 y el 4-4-2. ¿Un pero? Se me hace difícil concebir el empleo de esta segunda estructura, la del rombo, el día en que falte Zubimendi. Configurarse así y saltar a la presión alta como le gusta a Imanol exige apretar con los dos laterales muy arriba y compensar atrás con un tercer central, rol que Martín ejerce a la perfección y en el que no veo a Illarra, a Guevara ni a Turrientes. En cualquier caso, el potrillo Urko González de Zárate e Igor Zubeldia en su versión original de 4, dos alternativas interesantes para desempeñar ese papel, van a estar ahí si el míster estima oportuno utilizarles. Y del mismo modo nos agarramos a la polivalencia de Aritz para paliar la marcha de Zaldua, un lateral menos brillante pero más riguroso que los dos que ahora habitan el vestuario. No será por falta de alternativas, existiendo además el filón que siempre ha significado el Sanse. Tiene buena pinta la cosa.

Triunfo en Cádiz

La tiene porque arrancó con tres puntos. Y la tiene también, principalmente, porque el partido del domingo vino a poner de manifiesto, en tan solo 90 minutos, ese carácter camaleónico que la Real ha reforzado con sus últimas incursiones en el mercado. En Cádiz arrancó con el famoso rombo, cambió a 4-3-3, pasó a cerrar con tres retrasando a Zubimendi y terminó con el donostiarra de nuevo en la medular, ejerciendo ya Barrenetxea de carrilero diestro. Además, la escuadra blanquiazul desmintió de forma puntual mi teoría sobre la exclusividad del propio Martín para el 4-4-2, porque a este, en el Mirandilla, no le tocó corregir saltos en bloque alto. ¿Y eso? Imanol eligió no ir a presionar a pares, posiblemente condicionado por el sistema del rival e igualmente motivado, quizás, por la intención de ponerle al adversario una especie de cebo. No es el Cádiz, menos aún con tanta baja en zona de creación, un equipo muy fiable filtrando balones por dentro. Así que, en cierto modo, el técnico oriotarra pareció querer brindar a los amarillos una oportunidad para tentar a la suerte. Bingo. Los txuri-urdin generaron buena parte de sus ocasiones ante Ledesma lanzando transiciones tras robo interior. Y firmaron así el gol de un Kubo cuya ilusionante irrupción va mucho más allá de su calidad. Este chico está por la labor. Tiene hambre. Desea ser futbolista. Buenísimas noticias. l