Cuando Januzaj escribió la carta de despedida como jugador de la Real, agradeció el cariño, y lo que hiciera falta, el trato y el comportamiento del club. Citaba a todos excepto al entrenador y su cuadro de ayudantes. No hace falta ser Einstein para entender que focalizaba en Imanol la culpa de su salida. Pocos días después, el director de fútbol hacia unas declaraciones que leí en este medio. Eran claras como el agua cristalina: “Me hubiera gustado que siguiera Januzaj, pero no aceptando todo”. En ese momento decidí que en el primer beaterio del curso os iba a hacer una pregunta puñetera. Y me refiero a la cadena de mando en la línea deportiva de los clubes.

La pregunta puñetera

Existen equipos en los que el entrenador decide más que nadie. Otros, en cambio, prefieren apostar por las secretarías técnicas, porque saben que la vida de los preparadores es efímera en los banquillos y está sometida a vaivenes. Te pueden llenar los vestuarios con futbolistas de su gusto, que luego te los comes crudos tras un cese. Supongo que, entre los consejeros de la Real, existen opiniones para todos los gustos, pero a día de hoy quien agarra las cuerdas es el técnico. No hay decisión sin su placet. O eso parece. Mientras los resultados le avalen, poco más que decir.

Januzaj pudo renovar cuando el equipo jugó en Mónaco. El entrenador no estaba en contra. En aquel desplazamiento le ofrecieron el contrato para que lo firmara. El belga prefirió esperar. Tanto que terminó con una mano delante y otra detrás tapándose las vergüenzas y relamiéndose las heridas. Por unas u otras razones, error de cálculo. Y me da pena porque era un jugador diferente, eso que suelen llamar verso libre, que aparecía y desaparecía como las grandes divas, las que sueltan un do de pecho colosal o las que desafinan con un gallo impropio de una figura. A día de hoy está sin equipo, entrena y cuelga vídeos de su actividad mientras espera que alguien acepte sus condiciones o la de quienes le representan. Adnan ya es historia. Ahora, otros la protagonizan.

Adoptada la decisión, aparecieron en el horizonte dos jugadores de corte diferente, pero de pura vanguardia. Momo Cho y Take Kubo. Al primero le seguían y lo consiguieron por jugar la partida antes que nadie, yendo de mano, en tanto que el japonés era objeto de deseo desde hacía varios cursos. Ayer protagonizó el debut soñado, marcando el gol de la victoria y el francés estuvo a punto de conseguirlo en la última jugada del encuentro. El japonés fue protagonista ante los micrófonos y no dudó en reconocer que Imanol le aprieta. Ahora se han dado las circunstancias y están aquí, lo mismo que Brais Mendez. Deberán conjuntarse, atreverse y asumir responsabilidad y liderazgo a su manera. Hasta ahora los amistosos orientaban, pero la prueba del algodón se hace con puntos de por medio. El equipo, no sin sufrir, ni esforzarse, los trajo en el avión de vuelta. El señor conde destapó el tarro de sus esencias, se marcó foxtrot con pase de gol y ¡Sayonara! La vida sigue igual con Merino. Ocasiones hubo para ampliar la diferencia y no llegar al tramo final con los pelendengues fuera de su sitio. Como ahora los partidos se prolongan una barbaridad, vamos a necesitar valeriana a destajo o marcadores generosos.

El partido no me gustó mucho, pero la victoria es justa y merecida, lograda a través de un camino que se pareció bastante al del curso pasado. Sé de sobra lo que significa el arranque del campeonato, jugar a las cinco y media de la tarde con el sol zumbando y los termómetros desbocados. Por eso, valoro el esfuerzo de todos los que compitieron sobre el césped y quienes se desplazaron hasta el antiguo Carranza, como aquella vez en la que Carlos Bueno se hinchó a meter goles. Zumbaba de lo lindo. Como el campo estaba en obras, las cabinas eran abrasadoras porque estábamos de frente al astro rey. Cuando se gana, das por bueno todo lo que soportes. Intuyo, por tanto, que se instaló la algarabía tanto en la gradería como en el vestuario. Algunos conocidos me enviaron fotos para darme envidia.

Ya que estoy, comparto otra pregunta puñetera que se relaciona con la transmisión por televisión del encuentro. ¿A quién se le habrá ocurrido dar protagonismo a los narradores, captando imágenes de emociones más falsas que mi colección de relojes? Es imposible sentir nada por un equipo si no eres de él. Por mucho griterío que se imponga, mucha pose, postureo, no son más que flores y pájaros. Lamentable puesta en escena en todos los encuentros transmitidos. Eché en falta que en las pausas de hidratación les enfocaran dando cuenta de un tinto de verano, o un canapé de foie-gras. ¡Horror, Mikelarena!

En medio de estos ditirambos, no me olvido que el próximo fin de semana nos apalancan y que hasta el 1 de septiembre, a la media noche, pueden pasar cosas. Entradas, salidas o fuegos artificiales. Por cierto, me gustaron los del viernes. Quise comprar un helado, pero las colas eran imponentes. La próxima vez me llevaré una tarrina.

Apunte con brillantina: Disponía de otra pregunta puñetera pero felizmente, por ahora, se queda en la recámara. En la tarde del sábado, en la noche del domingo y un poquito ayer, apareció la tormenta deseada, los necesarios chaparrones, el sirimiri de mi corazón y se respira, se duerme, se recuperan el hambre y el habla. Al socaire del agua bendita caída del cielo, los tomates, las vainas y las lechugas están pizpiretos. Espero que lo hagan también sus precios. Como dicen las señoras en los telediarios, “Ha subido todo”. Serán puñeteros.