Adnan Januzaj ha publicado un mensaje de despedida en sus redes sociales. Más de 24 horas después de que la Real confirmara por sorpresa que no iba a continuar en Anoeta, el belga ha explicado que llegó "hace cinco años asustado con miedo y descubrí a la que hoy es mi segunda familia. Estoy lleno de tristeza por dejaros a vosotros". Se muestra orgulloso de lo conseguido: "He conseguido estar siempre en la elite del fútbol europeo e incluso me he llevado una Copa a casa. ¡Y menuda Copa!".

El extremo, que ahora va a disputar cuatro encuentros con su selección, ha dado las gracias a todos sus compañeros, a Aperribay, Olabe y Erik (Bretos). Llama la atención que no ha hecho ninguna mención a Imanol, emplazando a la afición, a la que "os voy a echar mucho de menos", al año que viene para decirle adiós: "Aunque el año que viene no estemos juntos, siempre tendré vuestro apoyo vaya donde vaya, igual que vosotros el mío. Volveré para despedirme. Gracias y adiós".El mensaje es elocuente y señala con claridad a Imanol, a quien, con su omisión, culpa de su salida. Lo cierto es que el belga y su gente han estirado demasiado la cuerda hasta el punto de romperla. El acuerdo era total y en dos ocasiones se había fijado una fecha para la firma de la renovación, pero el jugador, muy mal asesorado, les dio plantón y se echó para atrás.

En esa tesitura casi de incredulidad porque nunca habían vivido algo parecido e Anoeta, el desgaste se ha ido agrandando y finalmente, aunque lo han querido disfrazar como una medida “consensuada” por las dos partes, ha sido la propia Real la que ha dicho “hasta aquí hemos llegado”.

El problema es que en la mayoría de las ocasiones anteriores de negociaciones complicadas, la figura que más se ha expuesto y que muchas veces ha terminado por asumir el enfado por su marcha ha sido Roberto Olabe. En esta ocasión, el que ha dado la cara ha sido Imanol que, además, fue quien le comunicó el sábado, antes del encuentro ante el Atlético, que no tenía asegurada su titularidad el año que viene (en realidad como hasta ahora) y que lo mejor es que se buscara un nuevo destino. No ha sido un buen final para una relación complicada. Nunca lo fue entre un entrenador de máxima exigencia que aprieta a diario y el genio o el talentoso del equipo. En el fútbol jamás ha casado demasiado bien ese matrimonio.

Lo que no admite duda es que en las últimas ocho jornadas, cuando Januzaj estaba obligado a dar un paso adelante y echarse el equipo a sus espaldas por la baja de Oyarzabal, el oriotarra solo le ha visto preparado para ser titular en dos ocasiones. Es más, hubo un momento tenso tras el encuentro frente al Rayo, cuando Imanol declaró que “hubo jugadores que no hicieron lo que tenían que hacer en la segunda parte”. Los señalados parecían Isak y Januzaj, pero el primero sí fue titular en el siguiente duelo de Levante, mientras que el belga, castigado, solo entró en el minuto 85 cuando el equipo reclamaba a gritos oxígeno y frescura en ataque.

La confirmación de la salida de Januzaj enturbió aún más la despedida y cierre de la temporada. No hay que olvidar que sus propios compañeros hicieron mucha fuerza para que se quedara. Al término del duelo del domingo, en los vestuarios, cuentan que Januzaj estaba muy mal, bañado en lágrimas y no se quedó casi ni a cenar. “Es normal, él era feliz en Donostia y en la Real”, reconoce una voz que le aprecia del club. No son pocos los que consideran que se va a arrepentir mucho de no haber rubricado su contrato cuando debía hacerlo y estaba todo hasta redactado.

Ahora llega el momento de esperar a las explicaciones de los protagonistas. Por parte del club será Olabe quien tome la palabra la próxima semana. Habrá que ver si Januzaj comparece en la selección belga. De momento, lejos de Centroeuropa, por aquí no se habla de otra cosa que de su adiós y se ha agrandado la gran zanja que divide a sus vehementes devotos y a sus detractores.